viernes, 18 de octubre de 2019

Demenciais. O fanzine dos cumios borranchosos

Casi tan trillado como quejarse por la carestía de traducciones de obras de Julio Ribera o Forenci Clavé (!) sería el preguntarse por la falta de información y el uso que de internet hacen los editores de tebeos. El número de ejemplos en los que se informa de una salida que jamás llega a producirse, y que esta suceda inesperadamente y muchísimo tiempo después, es dilatado. A veces, para pasmo del desilusionado consumidor de la cosa, el editor no se molesta en dar aviso de la nueva o próxima fecha de ese lanzamiento. Una explicación ni siempre fácil de elaborar. No obstante... la falta de información es el camino hacia Facebook, el Facebook lleva al Twitter, el Twitter lleva al hastío, el hastío a contemplar la posiblidad de ver todas esas películas clásicas (?) y modernas (!) que conforman la saga Star wars. Pero solo un melifluo lector de tebeos independientes (!?) sería tan débil como para llegar a planteárselo. El lector fuerte, ese engendro que nació sin querer para coleccionar y leer historietas durante toda su vida, una vida prolongada con la sangre de otras muchas, todo hay que decirlo, puede resistir diluvialmente cualquier método escogido por los editores para torturarle. El lector fuerte prevalece sobre todas las otras criaturas. Que tienen que ir al gimnasio o a amamantar a su prole y beber cerveza junto a otros seres inferiores como ellos. Y, cuando no puede comprar el tebeo que desea, el lector fuerte inventa... ¡¡¡fanzines!!! Unas publicaciones denigrantes y tóxicas dedicadas a casi cualquier cosa que pueda existir desde los muñecos de la popular colección Váteres del Universo, y coliflores o nabos, al cine goretex y las carreras de coyotes.

Pero la más terrible y trágica de todas las modalidades es el fanzine sobre historieta. Cuna de hagiógrafos. Cónclave de exegetas malditos. Tropel de resbalones para todas las fuentes tradicionales de información venideras. El fanzine sobre historieta, fotocopiado o escupido por medios informáticos, fue prohibido al poco de llegar al poder El Corte inglés y las Comic Con mediante la Ley de ayudas públicas para la creación de podcasts del año 2015 que consiguió racionalizar por fin la información sobre el medio de la historieta en nuestra piel de tordo. Sin embargo, al menos un triste engendro resiste a la ley abandonando sin orden ejemplares gratuitos de sus malevolentes opúsculos en las bibliotecas de una cierta ciudad (que no mencionaremos aquí por motivos de salud pública), con todo tipo de molestias entre el personal de seguridad y sus únicos usuarios habituales, los nazarenos de la orden de opositores. Ha sido gracias a ellos que hemos conseguido disponer de uno de estos ejemplares traduciéndolo de inmediato al español y en su mayor parte —apenas hemos dejado fuera de nuestra traducción un minúsculo editorial donde el autor promete dar muerte a tragos de hidrocarburos de los más caros a quienes no se rían y define mil veces lo que él llama novela gráfica; un término vulgar dilapidado hasta la náusea durante el siglo pasado, según pudo averiguar nuestro equipo ya durante la investigación inicial a la traducción del texto— para que mediante su exposición pública otros expertos en enfermedades comiqueras y comportamientos límite del efecto tebeístico entren en estado de alarma total y puedan actuar disparando a la mínima sospecha de encontrarse cara a cara con aquel que testigos y víctimas describen como: "Un tipo muy parecido a Maciste. Pero no el original, sino el de la versión hongkonesa"; "Hombre polilla"; "Una Brigitte Bardot calva (y muy desmejorada)"; o la más plausible de todas las descripciones que hemos conseguido hasta el momento, "Algo parecido a un perro grande aunque más pequeño y rabioso".


[Se regateará una recompensa por cualquier pista que lleve a la captura o eliminación de este engendro o de cualquier otro con que dar el pego ante la prensa. Remítase la información a: COMICMANÍA (hornocrematoriopropio@panini.es)]






A viñeta de Schrödinger
es nuestra última revista de historietas. Una publicación enfocada al público juvenil que busca también la complicidad de los lectores y consumidores gallegos de tebeos más viciados. Ya se afeiten o justo hayan dejado de hacerlo para parecer más altos. Más enterados y serios. Incluso aunque realmente no alcancen a ser lo bastante mayores como para poder recordar al completo aquel que fue gran naufragio de editores, autores, informantes y críticos, pellizcándose entre sí en mitad de un descampado mientras a su alrededor merodeaban famosos y hasta televisiones. O, al menos, una televisión junto a Ramoncín y dos directores de cine.

A día de hoy, lejos del solaz que pudieron proporcionar a autores y aficionados en otro tiempo, las revistas de historietas no constituyen un tipo de tebeo a la moda. Ningún empresario parece contemplar entre sus planes de dominación mundial la producción de obra inédita por un conjunto de medios y propuestas que muchos de los artistas y buena parte del público lector experimentan como un eslabón perdido dentro de la historia del medio. Incluso cuando la diversificación artística siempre (o casi) haya pasado por esta fórmula editorial antes que por apilar páginas y páginas en forma de gruesos libros y unidades argumentales minimizadas (justo al contrario de lo que está sucediento en televisión, cine y literatura), más fáciles de gestionar económica y profesionalmente dentro de una industria raquítica. No obstante, la economía pareciera inspirar todavía mayores ajustes entre los editores y creadores como si fuera posible hinchar sus frescos tebeos a base de racionar y redistribuir viñetas a través de más y más páginas. Malogrando por añadidura muchos de los hitos conquistados a través de publicaciones periódicas como las revistas. Y puede que a regañadientes, por olvido, o, también, de un modo más interesado y excluyente, autores y editores faltos de mejores medios para producir y desarrollar una obra que quisieran más compleja, simplemente distinta o personal, hayan acabado transigiendo al tomar un modelo de edición que probablemente solo contribuya a la mejor comercialización de un producto. A la tranquilidad de los jefes de planta de algunos pocos almacenes comerciales y al mayor beneficio de ejecutivos a sueldo de un grupo editorial cualquiera que con ello pueda ver sumado un nuevo epígrafe al listado de las mercancías y géneros a distribuir entre sus diversos sellos y editoras.
Como en casi todas las historias con un final tan feliz como ese, el continuo engaño entre autoría y comercialidad no ha logrado impedir que siguieran naciendo y muriendo revistas de historietas durante estos últimos años. Tal vez sin la mítica de una de las publicaciones orquestadas por Toutain. O carentes de las resonancias nobiliarias que pudieron arrastrar consigo Cairo, Madriz, o el Víbora, y, desde luego, sin el gancho internacional y la exclusividad de una Totem, pero aún es posible llegar a contabilizar más de dos y de tres publicaciones de este tipo en el mercado español de la historieta. Y, aunque el nombre de ninguna sea oasis, tal vez valdría la pena tratar de conocer el mayor número de ellas antes de sacar a debate la validez de la revista como modelo de edición. Cualquier simple recuento constituirá de por sí una aproximación mucho más sólida y leal que esa actitud torpe, y, generalmente, siempre demasiado rebuscada, con la que se suele dar comienzo a todo tipo de puntualizaciones ridículas e hipótesis fragmentarias desde lo alto de las columnas de hormigón. En las que sin descuido acaban por materializarse obsesiones y preferencias explosivas junto a comentarios tan ingeniosos como insultantemente erróneos [1]. Tampoco resulta mucho más prometedora, por más que se nos antoje un compromiso improrrogable el haber conseguido grabar a espátula una muestra más de nuestra colosal memoria y flamante intelecto, cualquier comparativa de una revista que apenas ha llegado a ver dos números como A viñeta de Schrödinger con sus precedentes más cercanos, Oink!, Fiz, Galimatías, BDBanda, Golfiño, o Elipse (Retranca quedaría del lado de revistas satíricas como Can sen dono y Xo!), cabeceras lanzadas desde Galicia y por gallegos lo suficientemente dispares entre sí como para que sus logros e importancia dentro de la historieta gallega se vean reducidos a lo mucho o poco que perduraron o al tipo de dificultades que pudieron atravesar en el momento de su publicación.

"¡Para criticar hay que palpar!"




Ni resistentes ni flojos

Pese a que no se constituyan en uno de los pilares del panorama de la novela gráfica contemporánea española [2], las revistas de historietas que desde aquí se van a repasar de una forma demasiado breve en consideración al esfuerzo de sus editores y colaboradores todavía conforman un grupo de publicaciones a tener presente. Acerca de las que deberíamos ser informados por quienes comentan y escriben sobre el medio en nuestro país indistintamente de sus gustos (como de las pretensiones acerca de su labor dentro del mismo), por cuanto se trata de revistas que se encuentran bastante lejos de protagonizar un enfrentamiento en el terreno comercial o en el de los planteamientos y propuestas de sus autores. Ajenas como son al tipo de adhesión y lealtad superficiales que suscitaron las cabeceras acogidas a los años del pufo del cómic español de finales de los años setenta y comienzos de los ochenta. Son pocas. De díficil seguimiento. Y probablemente no pasen por publicar las mejores obras ni a los mejores autores. Pero cuentan con la particularidad de que un altísimo porcentaje de sus contenidos resultan ser producción propia, obra de guionistas y dibujantes españoles, ya que en muy pocas de estas revistas la traducción o publicación de historietas foráneas llega a suponer siquiera una constante a lo largo de toda su trayectoria.
Más o menos conocidas de cualquier consumidor de historietas debieran ser las revistas Amaníaco (2007), Cthulhu (2007) y La Resistencia (2016); con distribución en todo el territorio nacional y presencia destacada de sus autores y coordinadores en no pocos de los festivales que se celebran en España a lo largo del año. Pero no menos que dos de las revistas infantiles justamente más alabadas como son la veteranísima Camacuc (1984) y, la también valenciana aunque bastante más joven, Xiulit (2015). Ya que ambas se han nutrido de autores capaces de alcanzar cierta relevancia a partir de la creación de series infantiles como Els Agents de la Historieta y Vampi, obras de dibujantes con un trazo e intenciones tan diferentes entre sí como Pedro Cifuentes y José Fonollosa. También la vasca Xabiroi (2005) ha visto reconocida la valía de algunos de sus colaboradores de un modo u otro dentro del panorama nacional entre los aficionados y el resto de autores pese a tratarse de una revista editada en euskera. Mayor dificultad pueden suponer el frenesí y la apuesta por la originalidad y la expresión desbocada de la Revista de còmics a la Deriva (2015). Y Sextories (2018) es un desafío tan atrevido, y una propuesta tan desusada, que no cualquier lector llegará a tener noticia de ella sino es a través de internet. Desde donde partió el anuncio de la salida de Alta tensión (2019); con un único número hasta ahora, se trataría de una revista adulta en español de la que parece se ocupa el editor de Xiulit —cabecera esta última seguramente ya cancelada, pues muy pronto se cumplirá casi un año desde la salida de su último número.
Los contenidos de algunas de ellas están volcados por entero al público infantil y juvenil al que se dirigen, como es el caso de Xabiroi, Camacuc y Xiulit, cabeceras que además son publicadas en euskera y valenciano. Mientras que otras aparentemente tal vez no dispongan a esta altura de un público tan específico. Entre estas últimas, al menos una  de ellas, Cthulhu, publicación conocida en Argentina y Brasil que cuenta entre sus colaboradores con varios dibujantes y guionistas gallegos, se ha caracterizado por tomar como propia hasta diluirla en sus múltiples vertientes una única temática que la distinga, la ficción oscura, el horror y el género fantástico, que definen desde la más clásica historieta de vampiros o alienígenas al humor grotesco y la cotidianidad psicótica a través de todos sus compuestos y combinaciones, abarcando así una historieta, y a un público, por algo más de diez años de existencia que se presumían extintos. Una capitanía que podrían reclamar para sí muy pronto en la mucho más joven Sextories respecto a temas y subgéneros que también parecieron haber quedado fuera de las leyes del mercado de la historieta o del interés de los aficionados españoles hace tiempo. Y sin embargo la amplitud de asuntos y estilos todavía es mayor de lo que pudiera esperarse dentro de una parcela tan pequeña como la que representan todas estas revistas. Aunque nada podríamos decir sobre la insólita presentación de Paper de ceba (2019) más allá de lo visto y publicitado a través de internet. Incluso la obstinación de quienes orientan su labor como un tipo de historieta que ya no lo es [3], sino que se supone representa mucho más, y es a veces mayoritaria, o minoritaria, según la sensibilidad (o piel de pollo) de editores y autores, mantuvo viva y lejos de claudicar ante toses y humos a una revista que se vendía hasta hace dos días paradigmática de la libertad y espontaneidad de sus oficiantes como La Resistencia. Aunque pronto ya no estará más junto a nosotros. Y la algo más restringida en su difusión, pero igualmente "diversa" y "contemporánea" —suspiro...—, Revista de còmics a la Deriva que Edicions del Desproposit cultiva con constancia y orientación parecidas desde Baleares. Con otros fundamentos y una mayor dispersión intelectual, la coalición de autores casi ya clásicos de la historieta humorística que conforman la revista Amaníaco acertaron hace ya muchos años a establecer desde la actualidad una recategorización algo más salvaje de buena parte de los contenidos de los todavía tan añorados tebeos de Bruguera.
De alguna de ellas podría llegar a extenderse entre sus lectores, o, a lo peor, entre sus mismos promotores y partidarios, la idea de que la suya se trate de la única revista de historietas superviviente dentro del mercado español. Lo que está lejos de ser cierto: incluso aunque no existan lazos de familiaridad ni una larga convivencia de estas revistas en las librerías a nivel estatal, todas se presentan como objetos de consumo estimables en una u otra medida. Tebeos a conservar y conocer por todos. Y a los que convendría aproximarse más a menudo, a poco que uno sea capaz de apreciar la historieta como medio, muy por encima de los temas o asuntos que en estas publicaciones se aborden o del modelo que de preferencia adopten sus dibujantes ante una misma cadencia narrativa. Pues solo se distinguirían en la calidad de sus contenidos por su mayor o menor fortuna dentro de los espacios que se dicen restringidos a un cierto tipo de público u otro. Seguramente más amplio que lo que el enfoque inicial de cada una de ellas pudiera sugerir en su estreno.


Portaos bien o acabarán regalándoos una el próximo verano.


Por desgracia, demostrando que la distancia intelectual entre el divulgador y lector aficionado tiende a ser menor de lo que se cree, el tribalismo hace tiempo que se instaló dentro de la crítica. Varios son los vientos que evidencían como desde hace años quedó establecido un caballeresco menosprecio de corte (basado bien en la novedad y la moda o en algún tipo de supuesta originalidad) que se ha ido transformando en alabanzas disparatadas hacia un lado muy concreto de la balanza de las pasiones entre muchos aventureros de la divulgación. Quienes mediante la realización de sus dietarios y listines involuntariamente acabaron apartando a la mayoría de estas publicaciones periódicas del primer plano que en justicia deberían haber compartido junto al resto de líneas de edición del común uso de nuestros editores y algunos de los tebeos más ensalzados por un modesto número de personas. Una serie de personas igualmente incapaces de apelar a su propia curiosidad en no pocos de los análisis que sobre la actualidad llevan a cabo. Por lo que será forzoso trazar un bosquejo de las similitudes y los rasgos distintivos de A viñeta de Schrödinger respecto al resto de revistas españolas aquí listadas, a fuerza de haber sido tan extenuantemente desatendidas por otros. Todavía antes, y no menos útil por tratarse de hechos y situaciones muy pocas veces televisados, se contemplarán las exiguas posibilidades en torno a la actividad cultural y el consumo de tebeos en Galicia desde la óptica de un simple consumidor. Con lo que tal vez se logre clarificar lo que sin duda no son puntos oscuros en la promoción [1.1] de esta nueva revista de historietas gallega.

No solo gracias a los cruzados de la capa Galicia también es "diferent".


Cultura en gallego (Weird menace)

La revista en lengua gallega A viñeta de Schrödinger se presenta así misma como una paradoja. Y hacen bien. No muestran reparos a la hora de justificarlo: tan fantástico como parece su título, más útil resulta para reflejar la vacilación e incertidumbre que supone tratar de hablar sobre la viabilidad de cualquier tipo de publicación en Galicia como de la de la mera existencia del medio o de los propios creadores de historietas.

"A BD galega, a lingua e a cultura galega é como o gato de Schrödinger, está aí, estamos seguro de que está, que ten que estar, máis algúns cren que está morta, mentres nós cremos que está máis viva que nunca. Pasa o mesmo coas revistas, que semellan esquecidas nun momento onde proliferan as novelas gráficas.
A viñeta de Schrödinger nace para dar voz e visibilidade ás bandas deseñadas breves de autores/as galegos/as. Mais tamén para que os/as lectores/as adolescentes e adultos poidan ler e descubrir a BD de calidade que se fai en Galiza."

Tal vez no exista más explicación que el haber acertado a encontrar un título original a la par que sagaz con que alentar así la participación de los observadores en este experimento. Mediante el que se intenta que, poco más o menos, la historieta gallega dé el salto del mundo subatómico al ámbito cosmológico. Y no obstante, las leyes newtonianas y los rigores de nuestro mundo macroscópico deberán seguir siendo atendidos según se describe en el editorial del segundo número de la revista:

"Como ves, a incerteza de que esta revista estea viva ou morta depende tamén dunhas moedas, porque o certo é que temos que empezar a pensar que a cultura, para existir tamén precisa cartos. Grazas por lanzar a túa moeda e facer que este sexa o resultado!!!"

Cinco euros y la voluntad de gastarlos en un ejemplar de A viñeta de Schrödinger y ningún dibujante o guionista gallego tendrá que volver a comer gato al microondas a final de mes. —Puede que Schrödinger suene a ruido de tripas tanto o más que al nombre de un sabio austríaco o de un experimento científico.
Sea o no otra la dieta de los autores gallegos durante el resto de sus vidas, el hecho es que la edición de esta nueva revista corre a cargo de dos asociaciones con una importante proyección social en Galicia como son A Mesa pola Normalización lingüística y la Asociación Socio-pedagóxica galega. Entidades ambas que orientan sus actividades a la difusión de la lengua gallega promocionando su presencia en ámbitos como el educativo, con experiencia en la edición de materiales didácticos y divulgativos, inclusive, algún tebeo, así como en potenciar el uso y la defensa de esta lengua en todos los medios posibles.
Por fin, y ya tardaron, también a través de la historieta de una forma que se prometía además de continuada completamente independiente. Alejándose así del carácter suplementario con el que se sirvieron Golfiño, Galimatías, y otros ejemplos de menor entidad y peor recuerdo. En principio, y aunque dada la tardanza en la salida de un tercer número no parece lo hayan conseguido (siete meses desde la salida del número dos), con un tipo de autoconsistencia del que se supone careció el medio en las raras oportunidades que se le han brindado para lograr su clara inserción dentro del circuito comercial de las publicaciones periódicas. Que nunca se ha caracterizado en Galicia por lo desbordante de su número ni lo variado de la oferta o la amplitud de su difusión; raro es encontrar a alguien que sea capaz de mencionar más de dos publicaciones periódicas editadas íntegramente en gallego a día de hoy que no trabaje o colabore al menos en una de ellas. O que como poco haya sido alguna vez subscriptor de las mismas.
Valga lo apuntado para señalar que, lejos de tratarse de un empeño sobrenatural por el que se trataría de dominar al resto de la humanidad y de acabar con otras propuestas editoriales opuestas a estos planteamientos, se considera probado el hecho de que cualquier publicación editada en lengua gallega debe disponer algún mecanismo de subscripción no precisamente para facilitar su adquisición entre bibliotecas, colegios u otras entidades públicas, que en número siempre resultarán insuficientes, sino como una forma de sumarse al frente identitario en que se vive y proyecta la cultura gallega. Espacio de muy limitada actuación donde lo momificado y lo apergaminado suelen ocupar el primer plano de forma que ni siquiera llegue a representar una soberanía cultural real. Incluso cuando se utilice y promueva el gallego siempre se acabará imponiendo como techo cultural la omnipresente cultura y lengua españolas (entre las que se derriten y moldean premios y medallas a la galleguidad) del AVE a Madrid. O, para el caso de la historieta, el salón de Barcelona y los autores y editores estadounidenses ajenos a las manufacturas Marvel y DC.
Con todo, en lo que toca al factor comercial, y a una pregunta tan concreta como dónde se compran los tebeos, resulta evidente que la historieta editada en territorio gallego se ubica en un mercado más reducido incluso que el de su literatura (la lectura en gallego no supone después de todo una opción de ocio mayoritaria en Galicia entre su población universitaria; menos incluso entre sus comunicadores radiofónicos o televisivos; y, tal vez, tampoco entre los propios escritores e ilustradores) y cada nuevo proyecto debe afrontar la imposibilidad de lograr una difusión exterior efectiva desde una perspectiva tanto artística como comercial. —Parecerá una broma pero es más fácil encontrarse con un editor vasco en un festival portugués que ver pasar por allí un editor gallego.Desestimar lo poco que de estrategia de subsistencia todavía pueda suponer una subscripción sería desligarse de esa realidad. Pese a que el uso de esta figura resulte económicamente insignificante, acabará siendo útil como dispositivo de fidelidad y un vínculo de reconocimiento entre promotores y lectores con el que enfrentar un mercado de la desigualdad y el desinterés hacia lo gallego cultivado por empresas mucho mayores que precisamente encuentran su mejor impulso en la publicidad suministrada por instituciones públicas. La trayectoria de una revista de actualidad social y política como Tempos novos ejemplificaría la franqueza con que un editor debe dirigirse a la hora de fortalecer la confianza en la utilidad de su proyecto entre los lectores. Una estrategia tan acertada y evidente no podía quedar lejos del descaro y buen humor que inspira una publicación juvenil, y desde A viñeta de Schrödinger tratan de hacer lo que de un editor se espera ya se llame este Stan Lee o Kiko da Silva: lanzar una invitación optimista y, a la vez, transgresora que convoque una audiencia lo suficientemente amplia como para otorgar viabilidad a un producto cultural dentro del complejo y falsamente diversificado banquete del ocio como el que nos envuelve e impermeabiliza a día de hoy.  

En fin, demos paso ahora a mi publicidad:

[EDITORES, salven al coleccionista: ¡publiquen malditos tebeos brasileños! Me están matando las nuevas y muy "bolsonaristas" tasas de Correios que deben afrontar editores, libreros y autores en Brasil. La cosa está tan fea que sale más barato que te timen en una comiquería argentina a través de Chollocolección.] 

Como se puede entender, las librerías especializadas no dejan de ser un campo de juego en el que estos tebeos editados en gallego difícilmente van a encontrar el tipo de exposición privilegiada de esos otros muchos productos de origen estadounidense, japonés y franco-belga cuyas traducciones al español más demanda alcanzan entre los aficionados y mayor negocio suponen para sus editores, distribuidores y libreros. Lo que en principio nada dice sobre la prestancia artística y empaque argumental de unos y otros, pero tantísimo de la viabilidad de un proyecto editorial y del desarrollo de las posibilidades creativas de los autores que pretendan ver publicadas sus obras en Galicia. Pues editar tebeos en gallego resultará todavía más arriesgado que hacerlo en español. A un menor número de lectores en potencia se sumaría la reticencia lógica entre los libreros a exponer estas publicaciones por un tiempo mayor al ya habitualmente fugaz de otros tebeos que les aseguran unas ventas inmediatas o más o menos regulares. Y aunque siempre existirán los que crean que bajo palabras como "crowdfunding" y "cowdsourcing" se oculta algo diferente a los tradicionales sistemas de subscripción o de tercerización de la producción de cualquier objeto de consumo, los tebeos, al igual que cualquier libro o revista, son un objeto más dentro de ese mercado del ocio. Cuanto más de uno en el que las opciones de lectura no son mucho más amplias que las que se disponen ante un lector de historietas que busque tebeos en asturiano. Pues ni de un ejercicio serio y continuado de traducción de obras extranjeras se puede hablar respecto al sistema editorial gallego. Al tratarse esta de una actividad abandonada por quienes económicamente podrían llevarla a cabo. E incluso denostada entre los escasos autores que se demostraron capaces de gestionar y lanzar su propia obra con cierta regularidad dentro de este mercado minúsculo; para quienes la posibilidad de traducir a un autor extranjero al gallego consistía casi una traición hasta hace un par de años. De modo que a nadie parecía importarle el fomento y desarrollo de algún tipo de expectativa para el crecimiento de la masa lectora de tebeos en Galicia que no pasase por el consabido taller de creación o la simple agitación mediática en torno a su propia producción.      
Tampoco la Xunta de Galicia se proyecta como un soporte efectivo para la presencia del medio en territorio gallego. O fuera de él. Con todo, el mito de una cultura subvencionada sigue presente en amplios cuadros de opinión. Gallegos o no. Como si la única actividad subvencionada en Galicia tuviese que ver con la cultura circunscrita y no con otras actividades industriales mucho más concretas.
Además, pese a que sea ya un lugar común hablar de cultura gallega y subvenciones, nada semejante acontece en Galicia respecto a la historieta y sus tebeos y autores. Si acaso se pueda mencionar la permanencia de un festival de prestigio como Viñetas desde o Atlántico, sostenido por el ayuntamiento coruñés, y el de un premio anual (Premio Castelao de Banda deseñada) que posiblemente pueda haber alcanzado un interés mayor como medio de reivindicación o expresión artística de la historieta entre los propios dibujantes que peso para la producción de tebeos en lengua gallega. Mucho menos para la promoción de nuevos valores y el ingreso de estos en un mercado profesional del que apenas se pueda afirmar que otros dibujantes ya veteranos no se mantengan (e intermitentemente) sino por pura cabezonería o un amor al medio injustificable, tanto en lo económico como por el escaso prestigio social que este podría reportarles. Solo un poco mayor que la atención y el reconocimiento que pueden conseguir con su inclusión en alguno de los otros festivales gallegos. O tal vez, si cuentan con la edad adecuada para poder participar, a través de un certamen cada vez más insignificante como los premios Xuventude Crea.


Dos aproximaciones críticas a la historieta gallega poco habituales cuya imitación debería considerarse de vital urgencia.

 
A la vez, no sorprenderá que en la concepción que de la historieta gallega pueden alcanzar quienes no la consumen tengan gran importancia y peso esas y otras muchas fantasías y suposiciones sobre su sedimentación institucional. Como si el medio flotase suspendido artificialmente de subvención en subvención y las compras masivas de finas novelas y gruesos poemarios realizadas en el pasado desde algunas instituciones públicas debieran ser imputadas a todo nuevo proyecto o autor que amenace con publicar tebeos en Galicia. Principalmente por presentar estos en una lengua distinta del español, al igual que hacen Xabiroi, Camacuc, Xiulit, y, ahora, A viñeta de Schrödinger. Aunque sin poder presumir esta última de un apoyo institucional como el que parece disfrutar la revista vasca. Con resultados más que palpables para el incrementó de la tebeografía en euskera, así como para la consolidación de algunas series y personajes y la ampliación en el tratamiento de géneros y temáticas que presentan a la historieta como una opción real de ocio. Alrededor del que han surgido además plataformas de divulgación que tienen por objetivo algo más que la reivindicación social y artística del medio, alcanzando a valorar también su implantación comercial gracias a un proyecto tan prometedor como es la Komikipedia. (Que nadie espera ver replicado en Galicia para sus tebeos.) Sin embargo la publicación gallega no tiene a su alcance siquiera esas otras mínimas subvenciones de las cabeceras infantiles valencianas como Camacuc y Xiulit. Consideradas quizás de nula efectividad para el sostén real de cualquier publicación, pero con las que al menos se consigue igualar la historieta a otros bienes culturales. Ejemplo que demuestra el arraigo y tradición que el medio mantiene en la Comunidad Valenciana.
De otra parte, nunca ha sido la historieta ni su público destinatario el que interesa resaltar a los aventureros de la divulgación sino la serie de elementos transcendentes que en un esfuerzo supuestamente analítico puedan liberar al autor y a su obra de imposiciones menos refinadas. Representadas a modo de unos superfluos hechizos industriales, mecanismos discriminatorios y empobrecedores, que se asociarían a una historieta de menor importancia como la dirigida al público infantil y juvenil. A la que se valoraría apenas como una cantera de futuros lectores y casa de socorro distante de los hábitos culturales honestos que el historietista debería asumir para su completa realización como un creador genuino, tan alejados de la abundancia y el encuentro con el placer de la lectura y su deseo constante. Así, no será extraño que este tipo de pregoneros anuncien la deserción del mercado historietístico de una editorial porque esta simplemente haya visto reducida su producción al centrarse en el ámbito infantil y la ilustración. O que, en favor de propuestas de menor popularidad y escasa tirada como los fanzines, llegue a desatender otro tipo de publicaciones en las que la historieta también sigue encontrando un amplio espacio y mayor difusión.
Para superar este tratamiento sobrenatural de relaciones simbióticas o parasitarias en torno a la información y comentario de novedades editoriales, sería deseable que el crítico o divulgador sondeara fuentes directas y variadas que le evitasen disponer ante los lectores (versados o no en la materia) una visión totalmente descompuesta sobre la actualidad. Indistintamente de la impregnación individual de cada lector, cualquier discusión e intercambio entre críticos, autores y aficionados debería coincidir en algunos puntos tan concretos como la incidencia real de un tipo de publicaciones dentro el mercado. La incidencia real, y no tanto la influencia o repercusión ligada a la calidad afectiva, comienza por perfilar ese inventario que tanto facilita la labor crítica. Pero al que nadie se ha entregado desde hace mucho tiempo en Galicia.
Desde luego, en el caso de A viñeta de Schrödinger, se podría haber comenzado por no mostrarse sorprendido ante un hecho tan poco asombroso como que la historieta y una publicación cualquiera puedan presentarse decididamente en relación a la sociedad de la que surgen y a la que también se dirigen. Como seguramente ningún divulgador lo habría hecho de tratarse de una novela o de un disco lanzados al mercado de la misma forma si los creadores solicitaran la adhesión de un público concreto; bien por sus propias limitaciones o ante las dificultades que debieran enfrentar para lograr una comercialización efectiva. Afirmando de esta manera su adscripción a un sistema cultural encuadrado en una comunidad concreta. Tampoco parece legítimo criticar un modelo de negocio, y la relación con sus potenciales clientes, como es el de la subscripción [1.1] únicamente por el posible grado de recurrencia de los ingresos y no también por otros aspectos ligados a este canal difusor. Como pueda ser la capacidad de negociación ante distribuidores e impresores que se conseguiría al contar de partida con un número concreto de lectores. Esta estrategia comercial no puede mostrarse como una mera forma de seducción de bibliotecarios y funcionarios de enseñanza sin que se considere un comentario indigerible.
Una aproximación así de errónea sobre la riqueza y las limitaciones y pretensiones de una publicación como la que por fin se presenta ante los aficionados gallegos resulta en una imagen mutiladora del trabajo de sus editores y coordinadores. Solo contribuirá a confundir a un público aficionado al que no se respeta, lo cual constituye ya desde hace mucho una norma, pero además puede desmoralizar y acabar paralizando a otros muchos lectores que no necesariamente serán los consumidores de tebeos o lectores de historietas de siempre. (Ese grupo de engendros, monstruos y cavernícolas de toda la vida que no tiene más opción que aguantarse.) Y se atrevan o no a quejarse, el perjuicio que los profesionales de la historieta deberán pagar por ello será el acostumbrado.

Antes de la desbandada, y de desorganizar el futuro mediante vaticinios vergonzantes [1.2], cabría al menos suponer que sería posible disfrutar de la energía que se desprende al inicio de cada nuevo proyecto historietístico. A no ser (¡¡¡claro!!!) que estemos bendecidos por una operación del ánimo superior, y de evidente naturaleza paranormal, tamaño carné.


Dentro de la caja: ¿qué ruido fue ese?

Muy distinta  preocupación puede encontrarse entre otras personas [4] a las que no les resultaría extraña la vinculación de una revista de historietas con el activismo en la difusión de una lengua:

"Non temos produtos que favorezan a socialización, conectados coa realidade do mundo no que viven. Fóra do libro infantil en galego, que ten unhas cotas de calidade moi altas, tanto literarias como gráficas, que outros produtos temos que lles ofrecer aos nenos e nenas? Que se produce? Non hai nada. Non facemos ocio en galego para a nosa mocidade. O galego non está no audiovisual. Fan falta iniciativas, e non só publicas, e falalo de tódalas instancias políticas, porque a responsabilidade é de quen ten o mandato para gobernar, sexa de ámbito autonómico, provincial ou local, para favorecer a lingua ou a cultura de Galicia. Tamén son necesarias iniciativas e implicación cidadáns para pasar a acción. Porque malia inacción do goberno, e mesmo se o goberno estivese actuando como debera, se non hai resposta da cidadania non se vai a ningún sitio."

Justamente dentro del restringido mercado de las publicaciones infantiles y juveniles, A viñeta de Schrödinger se encuentra en el mismo camino que Xiulit, Camacuc y Xabiroi, con la salvedad (y nos repetimos) de ser la única de entre todas ellas que no ha contado con alguna clase de apoyo institucional para su edición hasta el momento. Pero ante todo, superando en importancia las diferencias de formato, dimensiones, paginación y periodicidad, o el espacio que en cada una se dedica a los autores nacidos o residentes en las respectivas comunidades autonómicas en las que son editadas, estas cuatro revistas de historietas tienen en común su edición en una lengua distinta del español.
De todo ello solo se puede concluir que nada hay de anecdótico en que no hayan conseguido materializarse publicaciones periódicas infantiles y juveniles en español íntegramente dedicadas a la historieta durante estos últimos años. Del mismo modo que la coexistencia no problemática entre el aprendizaje de una lengua y su uso real sean una razón lo suficientemente contundente para explicar cualquier vinculación de un medio y de una revista con la defensa y protección del gallego.
La intención última al respecto de la normalización del uso de la lengua podrá o no coincidir del todo con la de las publicaciones pioneras que siguieron este mismo empeño durante los años sesenta en Cataluña, y aun muy anteriormente, cuando quizás todavía se pusiera en duda la utilidad de la historieta corrigiéndola mediante una saturación de contenidos y mensajes didácticos y pedagógicos. La consideración actual del medio es otra, y muy positiva, incluso entre los editores que hoy apuestan por otra clase de publicaciones igualmente dirigidas a los lectores más jóvenes. Que vienen encontrando en la historieta un complemento a los contenidos principales de sus revistas. Algunas de ellas de aparición fluctuante, el caso de revistas autogestionadas como Kiwi (2017) que acuden a modelos de financiación colectiva vía internet, pero también proyectos de solidez probada como el de las revistas de Bayard ediciones (Reportero doc, Caracola...) o, más recientemente, la catalana Petit sapiens. Fórmulas editoriales que por motivos tanto económicos como de reconocimiento nunca han sido explotadas al máximo dentro del territorio gallego.
Actualmente, mucho más allá del recuerdo de una publicación como Vagalume (1975), e, incluso, de cualquiera de las etapas de Bule Bule (A Nosa Terra), Abraham Carreiro gobierna un ejemplo gallego de ese tipo de productos: O papagaio. Cabecera que no ha necesitado constituirse en un verdadero tebeo para contribuir con una importante cantidad de páginas de historieta al crecimiento de este medio en Galicia con mayor regularidad que cualquier fanzine. Mediante aportaciones de algunos pocos autores que muy difícilmente conseguirían el tipo de difusión que una plataforma como O papagaio posibilita; cuando menos lejos de otros campos más específicos como el de la ilustración o el diseño. Y es lastima constatar la fuerte y particular manera con la que pregoneros y aventureros de la divulgación se manifiestan cuando hacen uso de expresiones como relevancia cultural condicionando a un factor tan voluble como la fama de los autores que colaboran en una publicación el situar o no a una revista en la senda del prestigio al margen de los otros muchos aspectos que han llevado a reivindicar a la historieta como medio.
¿Y qué considerarán culturalmente irrelevante dentro de la historieta estos críticos de hormigón? Ningún consumidor real que sea a la vez un desmedido lector aficionado y siga estas aventuras divulgadoras podrá jamás llegar a estar seguro del todo.
Es evidente que la labor y ambiciones fundamentales de O papagaio no se extinguirían con la salida o sustitución de Andrés Magán, Iago Araujo, o Martín Romero, por algún otro dibujante menos conocido aun en el caso de que su desempeño como historietista fuera menor. Y lo mismo valdría para Schrödinger y cualquiera de sus colaboradores. Se pretenda lo que se pretenda cubrir con palabras tan difusas como relevancia y cultura, la historieta como medio continuará siendo una herramienta desde la que plantear los más diversos objetivos y metas antes que un bello arte. Puede que en España la misión del divulgador sea ahora perseguir el prestigio y administrar nuevas y privilegiadas maneras de acceder a la historieta situando a sus autores junto a los cantantes de flamenco o los artistas plásticos que son vendidos y comprados diariamente en Berlín. Pero si la idea es situar una publicación en su contexto y definir el sentido de su eclosión o de su desvanecimiento, cabe agregar que la escuela de la columna de hormigón sí resulta en una labor inane.
























Por fortuna para la historieta española, una publicación histórica tan destacada como Cavall fort fue el empeño casi político de unos catalanes y no una revista gallega a la que se pudiera dejar de lado o hacer de menos.Y, quizás gracias a ello, puede continuar aportando páginas y más páginas de historietas de una forma constante y continuada para la tebeografía en catalán todavía hoy. A la vez que no dejará de seguir sumando nuevos creadores o de reivindicar a los que ya forman parte de una larga tradición de dibujantes en Cataluña.
En 2019 la lengua gallega es una asignatura más en las escuelas, no siendo tan fácil encontrarla en otros ámbitos de igual o mayor incidencia para la vida, necesidades y aspiraciones de cualquier persona. Como aquellos espacios y empresas vinculados al ocio y el entretenimiento donde una modesta revista puede intervenir sin realizar labores pedagógicas ni formadoras. Pero logrando tal vez un interés mucho mayor al cubrir una necesidad y un mercado algo más que potenciales en los que la lengua supone un claro aliciente. Un reclamo justificado que no modifica el carácter ni el enfoque de las obras que los lectores y compradores de A viñeta de Schrödinger van a acompañar. Y que tanto la aproximan a la revista vasca Xabiroi como la pueden distinguir de la valenciana Xiulit. O alejarla por completo de Camacuc.

Contenidos y productores

Aventura, fantasía y comedia, además de géneros como el de la ciencia ficción, sitúan A viñeta de Schrödinger en una parcela bien definida dentro de la línea más tradicional de la ficción fantástica desde la que cualquier creador puede trabajar elaborando así personajes o argumentos que de antemano brindan cierta aceptación y un reconocimiento inmediato por parte del lector. Dibujantes o guionistas podrán multiplicar los resultados después a fuerza de ir aumentado la complejidad de sus historias o de profundizar en la caracterización de sus protagonistas. Y mostrarse quizás menos reiterativos respecto a ese modelo sobre el que inicialmente asientan su creación. El resultado del contrapeso entre las intenciones de los autores y este contexto de la recepción que implica participar profesionalmente en cualquier revista juvenil llegará con el tiempo. Sin embargo, aun dentro del margen tan escaso que ofrecen los dos únicos números publicados hasta la fecha, puede decirse que todos los autores han acertado amoldándose al número de páginas de las que pueden disponer para cada una de las entregas, nunca más de cuatro, indistintamente de si se trata de una historieta conclusiva como de una serie con una línea argumental continuada. De hecho, la cantidad de series abiertas y de continuará de las que dispone A viñeta de Schrödinger resulta insólito. Ya que supera en proporción a revistas mucho más longevas como Cthulhu, y contando esta última con una paginación ampliamente superior a las treinta y dos páginas de la gallega Schrödinger, pero en la que apenas se puedan mencionar con gran esfuerzo la existencia de algunas pocas series: Martin Koudelka, El joven Lovecraft, Ghoticómics y El Conjurador de tormentas. O a personajes de cierta recurrencia como Sugar Brown, Long Bill y los protagonistas del Circo Douglas (a los que pronto podría sumarse la creación argentina de Salvador Sanz El esqueleto, de reciente estreno en nuestro país, gracias a Cthulhu... y, en algún pequeño porcentaje, también gracias a los coordinadores de esta revista de Diábolo ediciones).
El modelo de la publicación gallega dirigida por Kiko da Silva difiere en ello del que ofertan las cabeceras para adultos como Cthulhu, La resistencia o Sextories, de carácter antológico en mayor o menor medida, equiparándose al tipo de presentación y contenidos del resto de revistas juveniles editadas en la actualidad. Muy particularmente a Xabiroi. Tanto por su estructura ajustada y estilo atractivo como por haber acertado a desprenderse de aquellas concesiones dirigidas a presentar características diferenciales para los jóvenes lectores. Que, ya en forma de historietas como de secciones ilustradas y textuales, suelen ser utilizadas para referir la historia, tradiciones o personalidades notables de su comunidad de origen. Asuntos que en la cabecera vasca suelen servir como mera materia ficcional para la creación de historietas de temáticas histórica y fantástica faltas de una intención informativa o aleccionadora evidente.


Una historieta sobre el turrón (Xiulit).

Basolatik berri onik ez, serie de género histórico (Xabiroi).


Dado que se trata, pues, de lograr una disposición coherente en estrecha relación con lo que se entiende por una revista de historietas, básicamente la creación de una cabecera distintiva más unos contenidos ordenados que acierten a conjugar secciones fijas con la introducción de otras inclinadas a ofrecer cierta variabilidad de un número a otro, es reseñable que la mejor baza con que cuenta A viñeta de Schrödinger respecto al resto de revistas no sea la factura de sus historias ni el pedigrí de sus colaboradores, sino la procedencia de ambos y su vinculación a un entorno en cierta forma parecido al de las viejas agencias. O, tal vez, todavía más al de un estudio. A pesar de que los requerimientos e imposiciones laborales de aquel ámbito profesional en nada se asemejen a la conveniencia del contexto docente que seguramente ha llevado a nutrir de manera casi única a esta publicación con las obras de alumnos y profesores de O garaxe hermético. La escuela de historieta e ilustración propiedad del director de esta revista, Kiko da Silva, que se convierte así en la principal factoría de creación de historietas dentro de la tebeografía gallega en la actualidad. Ya de una forma directa y ligada a una editorial especializada como es Retranca editora, también propiedad de Kiko da Silva, y entidad responsable por las labores de diseño y maquetación de Schrödinger, así como de la colección que reune los trabajos colectivos de los alumnos y otras obras individuales publicadas a modo de premio de fin de carrera en O garaxe hermético. También de la insercción en prensa de buena parte de estos trabajos como seguramente de las conexiones que sus alumnos puedan llegar a establecer dentro del sector editorial gallego gracias a su paso por la escuela. Con varias obras y colaboraciones concretadas o ya enteramente concluidas. Un proceso que se ha ido fraguando durante los últimos seis años de forma no del todo imprevisible. Quizá semejante a lo establecido por otras entidades docentes como la Escola Joso, la Escuela Superior de Dibujo Profesional (ESDIP), o la Quanta academia das artes, respectivamente, desde Barcelona, Madrid y São Paulo. Aunque ni siquiera estas tres últimas escuelas puedan llegar a presumir de llevar adelante una labor de tal envergadura por la que las obras de profesores y alumnos (ya graduados) vayan a compartir espacio de forma regular. Un hecho esencial que supera en dificultad y propósitos el tipo de proyectos especiales y lanzamientos monográficos que comúnmente pudiéramos asociar a estas últimas entidades. Punto a tener en cuenta dada la ventaja que a la hora de coordinar esta publicación pudo suponer para su director el haber llegado a adquirir cierto conocimiento previo sobre las aptitudes y disposición de sus colaboradores más jóvenes gracias al trabajo previamente desarrollado dentro de la escuela por profesores y alumnos. Y poder así contar con la seguridad o no de que un autor cumpliría los plazos de entrega para que la publicación de sus colaboraciones no acabase resultando intermitente. Que además iba a ser capaz de llevar a cabo la clase de descripción realista y detallada que una serie de aventuras requiere. O, por el contrario, sería mejor esperar de él la realización de una comedia que combinase ironía y parodia hacia el mundo del lector al que se pretende encandilar. Casi cualquier revista de historietas suele adolecer de este tipo de inconvenientes al comienzo de su publicación. Pudiendo llegar a constituir un obstáculo de verás insuperable cuando además sus contenidos van a depender de una primera creación y no de materiales traducidos o provenientes de otras publicaciones.
Al igual que la cabecera vasca Xabiroi, también desde A viñeta de Schrödinger orientan sus contenidos hacia la producción de obra original. Dependiendo de historietas realizadas ex profeso para esta revista, quizás a excepción de las colaboraciones de Miguelanxo Prado, que liberan a editores y lectores del conflicto más repetido y antiguo en torno a la revista de historietas: la elección entre una obra de producción nacional y el material foráneo proveniente de mercados extranjeros. Dar preferencia a una u otra de estas opciones suele ser labor del editor y depende tanto de factores económicos y empresariales como de otras actitudes singularizadas en la creación de alguna marca de identidad. Que puede tener su correlato en la lengua o en otra causa; en tiempos pasados lo fue la preocupación por mantener la propiedad y el control comercial sobre series y personajes. Los comunicados editoriales son utilizados para dar razón de todos estos planteamientos patentes en la apuesta por los autores gallegos, vascos y valencianos, que copan las páginas de Schrödinger, Xabiroi y Xiulit. Aunque en el caso de la cabecera juvenil valenciana sus autores compartan espacio con series y personajes extranjeros, cuya traducción seguramente ha permitido a esta revista mantener una periodicidad mensual por cuarenta y un números a lo largo de tres años. Una hazaña difícilmente asequible de otro modo. Mientras que de Xabiroi son lanzadas cuatro entregas anuales, completando un total de cincuenta y dos números desde 2005 hasta hoy. La revista editada por A Mesa pola Normalización lingüística y la Asociación Socio-pedagóxica galega que capitanea Kiko da Silva todavía está lejos de haber alcanzado esa temperatura. Pero sin duda lo logrará a poco que regularice una periodicidad de tres números por año.


Efectivamente, ni en julio ni en...

 

Justificar y dar existencia a una revista profesional requiere la participación de autores con un bagaje importante. Aunque muy lejos de Miguelanxo Prado, posiblemente Kiko da Silva, Kohell, Víctor Rivas y Fran Bueno sean los dibujantes que más oportunidades han tenido de envilecerse en el costoso y dramático ejercicio de la historieta. Otros como Fernando Llor y Miguel Porto no han alcanzado todavía a disponer de una tebeografía tan extensa (y menos en gallego) por la que pudieran ser más conocidos. Sobre este grupo de profesores y fósiles vivientes recae la misión de actuar como un reclamo que facilite la eclosión de nuevos valores y el afianzamiento comercial de A viñeta de Schrödinger. A su cargo quedan así las series principales, mientras los dibujantes noveles, Pablo Prado, Fonso Barreiro, Zaida Novoa, Aldara Prado y Miriam Iglesias, llenan el cesto colmándolo con delicias de menor tamaño que complementen mediante el humor, y a través de distintos subgéneros, la obra de sus mayores. Lejos de tratarse de una estructura subsidiaria, esta distribución de los contenidos demuestra un interés por tiranizar en la lectura a distintas franjas de lectores. Sometidas por su edad a un mayor aprecio del estilo y el tipo de expresión de uno u otro autor. No cualquier lector será capaz de acompañar con el mismo interés un relato mágico-realista de tipo autoficcional sobre el deshielo de la memoria que una historieta igualmente referencial aunque paródica y girada sobre algún elemento tan concreto como los superhéroes.
Pero los dibujantes no lo son todo. Entre las dobladuras de las paredes de cartón de Schrödinger se han colado algunos ejemplares de esos organismos parásitos que de vez en cuando suelen verse agarrados al medio de la historieta bajo el nombre bastante apropiado aunque no muy científico de guionistas. Y que incluso tienen nombres propios menos particulares todavía, como: Fernando Llor (otro profesor de O garaxe hermético), Antonio M. Fraga, Miguel Rojo, o Joan Casaramona. Ni uno solo de ellos se oiría importante aunque los pronunciásemos en inglés, por cierto, así que será mejor ir acostumbrándose a oír hablar de ellos y de otros más a partir de ahora cuando se le dispense algún favor a la historieta gallega. Más allá de  que puedan ser o no conocidos se trata de profesionales de muy distinta procedencia, que probablemente hayan sido reclutados bien por su vínculo con la escuela O garaxe hermético o tras haber mantenido una conexión laboral y de amistad con alguno de los dibujantes enrolados en la creación de la revista. Fuera como fuese, su presencia desde el primer número marca la importancia que se otorga a esta figura. Frente a lo que pudo suceder en épocas anteriores, y en otras muchas revistas, en las que su participación fue meramente anecdótica.



FRAN BUENO: el reingreso de este dibujante a la fórmula de las revistas con personajes fijos parte de la creación de su propia serie, Estrela nai, encuadrada en la ciencia ficción y con un dibujo exquisito. A la solidez de las figuras y las expresiones de los personajes se suma una planificación de las escenas y el desarrollo de la acción pulcramente realista que valoriza cada una de las viñetas a lo largo de las tres páginas dispuestas por entrega para esta serie. Sin rendición, y no solamente por tratarse de un hábil dibujante, logrando que cada entrega complete un capítulo en sí mismo. Y perfectamente comprensible aun en su reducida duración. Con diálogos impecables y bien hilvanados entre Irene (a protagonista) y Haku (a "máquina") que logran introducir pequeñas revelaciones de interés para el futuro de los personajes y sobre su situación actual; además, de un modo sintético, pues se prescinde de cartelas con textos de ambientación.
La calidad de esta serie está muy por encima de la media de todas cuantas historietas han sido publicadas en gallego dentro del género de la ciencia ficción. Únicamente la traducción de Azken gairapena, que hace ocho años publicara Urco editora, y obras patrimoniales de la historieta gallega como las firmadas por Xaquín Marín lograrían equipararse de un modo u otro a Estrela nai. Y no se han publicado más que seis páginas. Pero el modo en que Fran Bueno presenta las formas y proporciones de la nave donde se está desarrollando la historia y las relaciones de escala con los personajes mediante perspectivas más que verosímiles en su segundo capítulo forman parte del tipo de pormenores que desarrollados con esta prolijidad podrían hacer de la serie una obra exportable a otros mercados y países. Aunque únicamente se editase en gallego, y jamás se tradujese a otras lenguas, podríamos estar ante la mejor historieta de science fantasy realizada en España.
Veremos hacia dónde se acaba desarrollando esta serie y la evolución de sus personajes. Por lo visto hasta ahora, su futuro es muy prometedor.



KIKO DA SILVA: reserva a su serie tres páginas por entrega, con historias siempre cerradas que se presentan bajo el título de Arquivos paranormais y son protagonizadas por distintos personajes. Cada uno con un visual propio meticulosamente estudiado que hace casi impertinente su presencia entre los objetos y ambientes, sombras y luz, consiguiendo un clima extranatural muy adecuado para introducir al lector en el tipo de historieta breve y de final inesperado que aquí desarrolla. La composición de las páginas es de las más resolutivas y atrayentes de la revista e, invariablemente, se resuelve con la inserción de papeles y fotografías pertenecientes al dossier que documentaría un hecho inexplicable arrinconando o superponiéndose a las viñetas finales y desvelando así el motivo real de cada una de las historias.
Quizás exista un nexo argumental o temático entre Arquivos paranormais y esa otra obra de larga gestación titulada Bajo el jardín de las piedras flotantes, también del propio Kiko da Silva, que parece nunca acabará de concluir, o se inspire en esta para lograr la conbinación justa de lo fantástico y la cotidianidad. Y que de llegar a sumar los suficientes capítulos podría ser de utilidad para algún investigador que se sintiese animado a estudiar las posibles mudanzas de la temática fantástica entre nuestros historietistas actuales y clásicos comparando esta serie con... por ejemplo... por ejemplo, aquella serie recopilada en un bello álbum (¡en color!) que titulaban como Les dossiers du fantastique [5].


KOHELL: Distopías es una propuesta del dibujante Kohell (Fernando Iglesias para Hacienda y familiares y amigos) que planteará ciertas exigencias intelectuales a los lectores de A viñeta de Schrödinger. Se trata de una serie de extensión variable que, por lo visto en los dos primeros números, puede ocupar de dos a cuatro páginas dentro de la revista. La fuerza de esta historieta radica en su imaginería, terreno en el que Kohell siempre descolló, con escenarios bien construidos que refuerzan las características negativas de una urbe opresiva y de los personajes que por ella pululan. Caricaturas inútiles que no necesitan hablar para que el lector comprenda su angustia, amargura y resentimiento, pues estamos ante una sátira y una obra muda nada austera. Con viñetas estudiadas donde se explota la función narrativa de angulos y perspectivas sin necesidad de valerse de alardes que conviertan en algo demasiado evidente lo que se cuenta.
Esta serie da una idea de la seriedad con la que tuvo que plantearse la revista desde un principio antes siquiera de llegar a materializarse. Demostrando que existen editores y autores que se encuentran cómodos al dirigirse a una audiencia juvenil a la que pueden considerar capaz e inteligente. Y debería prolongarse por muchos años.


MIGUEL ROJO / PABLO PRADO / FONSO BARREIRO: Schrödinger es la primera de las series de la que participan antiguos alumnos de la escuela O garaxe hermético en la que no ha intervenido directamente ninguno de sus profesores. Estructurada como una tira de historieta mordaz y un punto despiadada cuyo gato protagonista bien podría tomarse por mascota de la publicación, ya que recibe el mismo nombre que esta, y se presenta vivo ("Alive") y muerto ("Dead") a la vez mediante un planteamiento bastante ingenioso: las dos páginas que ocupa se resuelven virtualmente como si fueran dos carillas de un único pliego para remedar el famoso experimento que bautizó a la revista de forma que Pablo Prado dibuje las peripecias ya poco afortunadas del vivo Schrödinger y Fonso Barreiro su reverso más postapocalíptico. Ambos siempre bajo el guion de Miguel Rojo. Se trata además de una estructura muy funcional en la que se disponen tres tiras de varias viñetas por cada página (Schrödinger Alive / Schrödinger Dead) permitiendo que compongan una plana al completo o se mantengan independientes entre sí pese a que puedan sostener una relación de continuidad argumental de una a otra.  
Los guiones escritos por Miguel Rojo, quien también ha desarrollado una labor como dibujante e historietista en otros proyectos surgidos desde O garaxe hermético, no son historias ancladas alrededor de la actualidad más inmediata de forma que podrán leerse aún mucho después de su publicación. Y a despecho de no resultar del todo inocentes tampoco podrían calificarse de excesivamente cínicos o agresivos. No en tanto deben considerarse asequibles para cualquier lector. —¡Y también para veganos!Pues Schrödinger, o Schrödin, puede mostrarse tan deseoso por ver regresar a sus dueños cuando está muerto como llegar a ser el más avieso de los gatos y odiar a la humanidad con toda la indolencia de que se sabe son capaces estos animales cuando está vivo. Con golpes de humor sobradamente cómicos más que contundentes o sofistificados. Por su parte, Fonso Barreiro y Pabo Prado son los dibujantes de mayor experiencia dentro del campo historietístico y los ambientes comiqueros de entre aquellos autores a los que se podría etiquetar como noveles en A viñeta de Schrödinger. Ambos han desarrollado valiosas colaboraciones en la prensa gallega, y no de forma esporádica ni eventual, y les han sobrado méritos para ver cumplidas metas incluso mayores. Pues cuentan con títulos ya comercializados o de próxima aparición en el mercado gallego.

























ANTONIO M. FRAGA / VÍCTOR RIVAS: la labor de esta pareja de guionista y dibujante ha fructificado (a razón de tres páginas por entrega) en una creación espléndida titulada Ratas do peirao. Que seguro encandilará a quienes gustan navegar por historietas futuristas capaces de inspirarnos a reconocer como incluso el futuro puede cambiar a peor. La acción tiene lugar en un cierto retrato de época inspirado en los años del ascenso nazi en Alemania que los autores trasladan aquí al espacio de la ciencia ficción, dando así cabida a una rápida identificación de la función y personalidad de los personajes. El diseño y caracterización visual de protagonistas y antagonistas es un ejemplo de la versatilidad de Víctor Rivas, autor con un extenso currículum (y canas) al que debe considerarse como uno de los caciques de la historieta gallega pese a que hoy su obra se nos presente dispersa, o, en parte, también, oculta para quienes no pudieron seguirla por edad y falta de fortuna, con un diseño limpio de líneas claras y expresivas características del narrador experimentado. Capaz por igual de manejar una composición sencilla junto a algunas cuantas angulaciones sorprendentes. Las justas para que el desarrollo de la acción y la planificación de las escenas no resulten atropellados ni malogren la expresión de los personajes. La combinación de habilidad y sabiduría que podría haber convertido Ratas do peirao en un clásico gallego de la historieta de aventuras de haber llegado a publicarse hace quince o cinco minutos antes. Aunque todavía estemos a tiempo de reconsiderar que ya lo sea, pues han pasado cerca de once días desde que se estableció el último canon.
Más sorprendente ha sido ver enrolado en A viñeta de Schrödinger a Antonio M. Fraga, por más que no constituya una novedad que escritores gallegos elaboren guiones y participen en la creación de series de historietas, una estrategia también habitual en Xabiroi, pero existe la posibilidad de que las barbas de este escritor y las del ilustrador de Ratas do peirao se hubiesen enredado tras la realización conjunta de una u otra novela juvenil. Y ahora nadie más que ellos podría encontrar una forma de soltarlas. Otra teoría más descabellada, pero que no necesita pensar en afeitarle las ideas a nadie, podría haber querido relacionar la inflación actual de historias oscuras y fantásticas surgidas dentro de la literatura gallega con la lealtad y protección de algunos pocos admiradores que se pudiera haber granjeado este escritor entre los miembros o colaboradores de Schrödinger después de haber escrito relatos como Querido H. P. Lovecraft [6].



ALDARA PRADO / JOAN CASARAMONA: tras una primera entrega no muy sobresaliente, con dibujos elementales y una narración algo tosca y fría que no hacían presagiar que esta serie llegase a poder conquistar grandes congregaciones de incondicionales, Demos de area sorprendió en la segunda de sus historias mejorando de manera notable al conseguir dibujante y guionista embastar las grietas que la presentación de los personajes había mostrado con su frustrante inicio. Por fin los fondos tenían profundidad y el cromatismo algo más intenso reservado a los personajes funcionaba, mientras que la breve historia de dos páginas se valía esta vez por sí misma gracias a textos breves, elocuentes, y que desenmascaraban a los protagonistas con gracia pero sin exageraciones.
Demos de area es una historieta de fantasía y aventuras protagonizada por un grupo de muchachas en navegación a través del desierto que tendrá fácil perpetuarse dentro de la revista a poco que Joan Casaramona (el guionista) y Aldara Prado (la dibujante) acierten a encontrar suficientes excusas y más extraños personajes que tal vez puedan volverse recurrentes o no. Todo indica que dispondrán de dos páginas por entrega. A su favor, un dibujo libre, que se resuelve incluso más suelto sobre el contorno de las protagonistas que con el resto de figuras que entran en la composición de las viñetas, y probablemente sea capaz de captar la atención de los más jóvenes como del resto de los lectores gracias también al contraste que el color otorga a la serie respecto al resto de secciones de Schrödinger.
¿Que quiénes son Joan Casaramona y Aldara Prado? Muy buena pregunta, pasemos a hablar de fútbol...

AÚN HAY MÁS: no son esas las únicas series y autores que alberga A viñeta de Schrödinger entre sus páginas. Además de la premisa autoficcional y la inversión irónica que caracterizan las dos historietas de Miguelanxo Prado tal vez publicadas con anterioridad o no... puede que traducidas aquí al gallego por primera vez, o eso tampoco... Precisamente el escaso valor que hoy se le concede a este tipo de información sería un buen motivo para evitar puntualizar de una u otra manera.— publicadas por estos dos números, el guionista Fernando Llor y las dibujantes Zaida Novoa y Miriam Iglesias garantizan el tratamiento paródico de dos temas universales, como son los superhéroes y la fantasía, mientras Miguel Porto proyecta una serie de ciencia ficción procedimental muy alejada de los inspirados personajes juveniles que ideó para la revista Oink! y su serie Mouchos, Catuxa, sapos e bruxas. Como quiera que el papel es escaso, y, con la actual subida del precio de las gasolinas, podrían aparecer el espectro de Toutain o el fantasma de Rafael Martínez para obligarnos a subirle el precio al fanzine, no nombraremos los títulos de estas series. Tampoco aludiremos a sus autores más allá de esta breve mención. Ni siquiera al portadista, integrado en el proyecto gráfico de esta revista gallega de un modo especial, aportando ilustraciones a doble cubierta que no han pasado desapercibidas. Y podrían formar parte de algún proyecto expositivo o ajustarse narrativamente en forma de libro ilustrado.

Vale la pena detenerse en las páginas centrales de Schrödinger, un espacio dedicado a presentar a distintos autores desde donde se nos ofrece un retazo del escenario actual de la historieta: BDentrevistas es una sección fija que invita a no apresurarse en la lectura de las series e historietas. A lo largo de sus tres páginas de extensión Roberto M. Lamosa acerca a los lectores una figura de interés, Sarah Andersen, Albert Monteys, mediante una breve entrevista que se complementa con fotografías y unas cuantas muestras de su trabajo; sorprendentemente, traducidas y rotuladas en gallego. Como en tantas otras publicaciones, esta clase de sección evita que A viñeta de Schrödinger pueda ser consumida sin el recato o la consideración apropiados. Ante cuya falta se puede acabar pasando por alto el sentido del compromiso que se adquiere al coordinar una revista de historietas, bajo la exigencia de no resultar en una simple reunión de historias y de atraer a un amplio público gracias a apartados tan estimulantes como puedan serlo el resto de contenidos principales.
Si bien todo eso es cierto, no puede olvidarse que las historietas son el elemento que llevará a leer o no la revista. Y a escoger esta entre otras muchas publicaciones y tebeos. Lanzamientos muchas veces únicos que acapararán una atención más inmediata. De modo que incluso contando con la adhesión que pueda despertar la fórmula de la revista con personajes fijos, y el interés siempre creciente en el seguimiento de sus aventuras, es posible que sea necesario introducir una cierta variabilidad de un número a otro reduciendo o ampliando la extensión de determinadas series para mantener una atención y seguimiento aún mayores. Por ahora, como se vio al comentar la serie Distopías, reducida desde sus cuatro páginas iniciales a solo dos en su segunda entrega, se ha logrado con ello introducir a un nuevo autor (Fernando Ruibal) con la publicación de una historieta conclusiva de dos páginas que hace presagiar que desde Schrödinger no se van a conformar con una estructura demasiado rígida. Como es lógico, está lejos de poder apreciarse si series como Estrela nai o Ratas do peirao acabarán siendo recopiladas en forma de álbumes a similitud de algunas de las obras serializadas en la revista Xabiroi. El no haber conseguido regularizar la periodicidad de Schrödinger con la salida de un tercer número no hace del todo creíble por ahora que los autores y editores puedan siquiera haber pensado en un modo distinto de rentabilizar esta abundancia de personajes y producciones propias. Que seguro llegará en algún momento a concretarse. Después de dos números sabemos que el público objetivo de A viñeta de Schrödinger serán niños y adolescentes gallegos a los que deberían sumarse adultos simplemente interesados en la historieta. Quienes quizás acudan a ella estimulados por el reclamo de uno u otro autor, seguramente, la inclusión de Miguelanxo Prado responda tanto al propio interés de este historietista por apoyar toda nueva iniciativa en pro de la historieta gallega como al rédito que cualquier publicación pueda obtener de una de sus obras, sin necesidad tal vez de adoptar por ello una actitud proselitista (o voluntarista) acorde con algunos de los fines que acertadamente persiguen los editores de la revista. No es exagerado decir que el único medio que ha acertado a informar con verdadero interés y no de forma puntual sobre A viñeta de Schrödinger ha sido un sitio web en español como Zona negativa, de preferencia dedicado al mundo de los superhéroes y la historieta estadounidense. Lo que podría dar idea de una cierta ventaja de partida para la publicación gallega respecto a las revistas editadas en euskera, catalán o valenciano, con que ganarse el afecto y, quizás, acabar despertando el interés de un pequeño sector de consumidores que ni siquiera vivan en Galicia. Aunque no acaben de ser brasileños ni portugueses. Una audiencia a la que difícilmente lograría dirigirse la revista comandada por Kiko da Silva, como casi cualquier otra iniciativa editorial de las que actualmente surgen desde este territorio, al volver a excluir una opción tan real como práctica. Con un lugar en el mundo pero casi ningún espacio dentro del sistema editorial gallego.
¿De qué no serían capaces los autores y editores vascos de llegar a tener a su alcance una oportunidad parecida?
Con toda seguridad podría imaginarse con encontrar una entrevista a Andre Diniz, Danilo Beyruth, o Lelis, en cualquier número de Xabiroi. Pero no existen factores que ayuden a creer en esa posibilidad dentro de A viñeta de Schrödinger, muy al contrario, la pobre acogida de la publicación en gallego de una obra brasileña como O demo & eu (2017, Novo vinilo edicións) no arroja dudas al respecto. 

Como una nota optimista siempre nos quedará un tercer número de Schrödinger por comprar. Este saldrá, no puede ser de otro modo. Y comprar ya no en apoyo de una idea, sino quizás tal vez por costumbre. Ya que el consumo de tebeos no deja de ser un hábito todavía poco usual entre una población lectora tampoco muy numerosa. O, más apropiadamente, un vicio inveterado. Casi un acto arcaico. Por ello, pesar de que nadie vaya a contar con nosotros, los engendros siempre estaremos ahí... porque no sabríamos hacer otra cosa.



[1] En referencia a: "Antes de empezar a laiarnos do pouco que apoiamos os galegos a cultura de noso cómpre erguer a vista e ollar ao noso redor. Se excluímos os fanzines (e cada vez é máis difícil diferenciar fanzines de revistas), a día de hoxe só existe en España unha revista de cómic en curso, La Resistencia (reparen no nome, por certo)." Eduardo Maroño, en Biosbardia (7-II-2019): ‘A viñeta de Schrödinger’, a épica da supervivencia.
[1.1] "O editorial do número inaugural da Viñeta de Schrödinger recolle unha invocación á militancia que se expresa ademais mediante un argumento emocional: “como o futuro da nosa lingua, a bd galega precísate, ti decides se queres que Schrödinger viva ou morra”. Malia o que acabamos de dicir, non deixa de sorprender que se interpele tan directamente ao lector e que a supervivencia da revista se vincule explicitamente ao ecosistema cultural galego e á normalización do noso idioma. Cómpre lembrar que os editores son a Mesa Pola Normalización Lingüística e a AS-PG e que o xeito de adquisición preferente, a subscrición, denota que, alén de particulares interesados e proxenitores comprometidos, o produto vai dirixido tamén a centros de ensino e bibliotecas."
[1.2] " De feito, coñecendo a historia recente das revistas de BD en galego até poderiamos pensar que asignarlle á Viñeta de Schrödinger un 50% de posibilidades de supervivencia a medio prazo é pecar de optimista.".
[2] Y todos los lectores del país conocemos esa Biblia.
[3] Rollo macabeo... la misma Biblia.
[4] Descubrir la identidad de esta persona no costaría ni veinte euros. Un precio que sin embargo no todo el mundo está dispuesto a pagar.
[5] Interferencia subliminal impostada, de la marca DesAcme.
[6] Relato de horror de fatal éxito publicado por Urco editora en Galicia que toma como protagonista a Robert E. Howard y vendría a sumar otro título al fenómeno (lo es por accionarse sin la mediación de las grandes editoriales del país) promovido por la liga de escritores fantásticos Contos extraños.
Información adicional: el creador de Conan, según dejó escrito "a título de información erudita" el crítico J. A. Xesteira (A Nosa Terra  núm. 1.390 (21-I-2010)), también habría escrito una historia de Solomon Kane para la editorial Marvel en 1920. (Si este fanzine no consigue apagar unos cuantos marcapasos jamás será de utilidad.) Una afirmación que nos acerca a las tinieblas y las simas de la divulgación en Galicia para todo lo que es inauténtico e impopular, como lo serán siempre la fantasía y la aventura para cualquier gallego que aspire a alcanzar un status superior al del resto de aficionados, lectores o civiles consumidores de cualquier cosa.