jueves, 7 de febrero de 2019

El tebeo del arrope nos sobrevivirá


Otro ejemplar encontrado a base de rastrillo y de sacarle pelo y pelusas a los más marchitos ejemplares de las montoneras del arrope comiquero, se trata esta vez de un elegantísimo tebeo publicitario que viene con dibujos de... ¡una de las estrellas de la Escola Joso!


Nada menos que Jordi Lafebre
 
Aquel joven exempleado de Mister K con tan buena planta al que no volveríamos a ver reintegrado al mercado historietístico hasta mucho después del cierre de la revista infantil de Ediciones el Jueves, convertido ya en fenómeno moderno de la bande dessinée tras su ingreso en la pajarera del guionista belga "radicalizado" en Málaga Zidrou. Antes, dentro de aquella revista infantil tristemente cancelada, se había encargado de una de sus series fijas: El mundo de Judy (publicada en Mister K bajo guión de Toni Font). Que si bien no fue de las mejores, sí nos dejó un buen montón de entregas y la seguridad de que allí se desempeñaba un dibujante que muy bien podría llegar a ganarse el sustento con la cosa esta de dibujarse sus propios tebeos algún día, o, por lo menos, otras historietas... lejos de España, como siempre sucede. Pero es que encima acabó siendo dentro de la revista Spirou. A la que increíblemente le siguieron un álbum tras otro con distintas editoriales, como Dupuis o Dargaud, obras siempre exitosas.
Hoy, como un talento reconocido hasta en países en los que la historieta francobelga suele ser más añorada por los aficionados que provechosa para sus editores, tal como ocurre en Brasil, es hora de revindicar entre nuestros vendedores de tebeos del arrope comiquero y sitios webs del tebeo de ocasión y segunda mano una subida de precios generalizada de aquellas publicaciones en las que el nombre de Jordi Lafebre haya llegado asomar con anterioridad a éxitos como Lydie, La Mondaine y Les Beaux  étés. Por varias razones, si se quiere no siempre fabulosas ni extravagantes:

Un mercado de escasez dependiente en gran medida del saldo como es el de la segunda mano en España debe adelantarse a los cambios que en muy poco tiempo se producirán dentro del ámbito del coleccionismo. Esto pasa por afrontar la desaparición de sus más pertinaces clientes (hasta el mejor de los coleccionistas debe acabar en el hoyo tarde o temprano) y la falta de un relevo generacional capaz de acudir como aquel a rascar las vetas historierísticas en busca del oro pasado. No únicamente por el escaso interés que hoy despierta toda publicación o autor anteriores a 1980, sino también por el molinete de la reedición en que se eternizan como buenamente pueden el clan de nuestros históricos editores. Que cada vez hará más difícil poner precio a cualquier tebeo. Pues los altos precios que de esta fantástica alianza de gruesas recopilaciones y reediciones se derivan a partir de este sistema de edición no tienden precisamente a prolongar la vida de estas publicaciones dándoles así una segunda oportunidad en nuestros mercadillos. Pocos son los aficionados que tras haber pagado treinta o cuarenta euros por uno de sus tebeos se decidirán a desprenderse de ellos.
Otro aviso del posible colapso de nuestro mercadillo y de la extinción de un público ya habituado a sus usos, que quizás tardará todavía algo más de tiempo en mostrarse en toda su crudeza, nos lo ofrece la salida de más gruesos y caros tebeos dedicados a recuperar (así dicen) de forma antológica personajes clásicos de la tebeografía española. Aunque en este caso todavía está por probarse su viabilidad comercial. O si realmente estas ediciones redundarán en un mayor interés por la búsqueda de publicaciones añejas y en una renovación de la insana clientela del tebeo del arrope y sus humores.
Acostumbrados siempre a esperar lo peor del aficionado español, al que creemos prácticamente a punto de extinguirse dando paso a ese otro hipocondríaco consumidor ocasional tan alérgico al azufre de nuestro consumible que siempre acaba preguntando por el servicio sin llevarse nada, como todos esos condenados turistas ingleses, fijamos nuestro nuevo interés en los coleccionistas extranjeros. Que internet mediante sabrán pagar en lo que vale todo cuanto de un Carlos Pacheco o un Jordi Lafebre no exista en inglés o en francés.
Eso o la quema sistemática de existencias que lleven a los coleccionistas de aquí a pegarse por un tebeo publicitario del que desconocemos hasta su origen.
¿A alguien aquí le importa dónde se produjo?
Como tampoco si llegó a existir una segunda entrega de una colección John Smith... Ni que lo vendiésemos como una obra transmedia íbamos a encontrar a un español capaz de pagarse más de dos euros por este tebeo titulado El barrio es nuestro. Su único atractivo sería llevarlo a una sesión oficial del Salón de Barcelona para provocar al editor o a los organizadores y que le acabasen echando a uno de la cola para tener algo interesante que contar en Fasteburro o en Buittrer. No queda otra manera de rentabilizar la visita al festival a día de hoy.   
Además, un lector francés podría llegar a interesarse en coleccionar hasta mechones de vello púbico de casi cualquier dibujante español. Incluso de entre los más feos como Sergio Bleda o David Rubín, a decir de los más optimistas.
Al menos esa es nuestra suposición.
También que Jordi Lafebre se dibujó a sí mismo en esta historieta. O así se lo vamos a vender a franceses, suizos y belgas; con mucho mayor entusiamo entre las aficionadas que allí lo sean a la bande dessinée, haciendo mitología de este gusto por autorretratarse del autor en sus historias cuando coloquemos todos los tebeos porno en los que participó a nueve euros el ejemplar. —Admírese la foto del dibujante (o cualquier otra a imaginar) que adjuntamos más arriba para creer que lo conseguiremos.
A lo peor, si el cliente es de gafa gruesa y de los que abren los tebeos antes de decidirse a comprar, contaremos que durante una de las épocas en la que el autor pasaba hambre de verdad hubo de resignarse a alquilar su arte dibujando esta fábula aleccionadora; en la que se cuenta como un antiguo deportista de élite les suelta una mentira a unos chavales dirigida a aumentar su autoestima durante la preparación de una competición extrema, que una vez desvelada arroja la seguridad de que de todos modos la marca John Smith aumenta el rendimiento deportivo de cualquiera. Si esto no bastase bajaremos el tebeo de diez a ocho euros al grito de que el dibujante sobrevivía a las consecuencias de la Guerra civil española mientras estaba trabajando en este tebeo, justo antes de decidir emigrar a Francia para escapar de los condes de Fenosa o de las coces de Iberdrola y de Telefónica.