Mancharse uno y a la vez manchar todo un país sólo para poder seguir marchando debería de ser tenido por una proeza. El mero hecho de ser capaz de marchar todavía a esta hora en orden y al compás de la mancha, o de unos hilillos negros, qué más dará el diámetro de la cagada, es una hazaña digna de respeto que los cicateros y envidiosos no saben ni quieren reconocerle hoy a Mariano Rajoy, nuestro largo presidente en defunción para la gobernación española en Europa y en la OTAN. El más fascinante de entre los políticos desarmados que un país ha dado en dejar caminar a su aire por el mundo.
Porque, quede esto claro de una vez para siempre, no es lo mismo pasearse por la calle bajo palio acompañado de una arboleda de fusileros moros que andar a ritmo de ganso con un palomino que asoma del calzoncillo al cogote como nuestro Mariano mientras se sortean jubilados alemanes o saluda a algún espontáneo compañero de marcha. Un compañero que, además, como quien no quiere la cosa, parecerá entonces marchar en sentido contrario al nuestro, el de Mariano, se entiende, en una imagen no sólo cargada de negatividad sino también estomagada de lo otro. Eso otro que pudiera provocar que el corredor que no tome su misma dirección a lo peor quedase postrado de un resbalón sucio en mitad del paseo. El escaño, el juzgado, o por donde quiera que a Mariano le dé por marchar o no marchar ese día.
Y si algo importa en la costumbrista filosofía de Mariano, que a cada día que pasa hacemos más y más nuestra los españoles, es que si algo marcha para qué limpiarlo. No hay necesidad de dar un paso atrás, ni un paso adelante o alrededor de la mancha. Cuando se camina lento pero constante no hay frenazo que valga, o, de haberlo, será inapreciable para los demás a simple vista por mucho que este asome ya casi hasta la coronilla. Por el contrario, y según el buen saber mariano, la marcha rápida a toda carrera —footing, según la RAE, o running, para los que todavía puedan permitirse comprar en El Corte Inglés— tiende por su misma velocidad terminal a acabar dejando según sale colgado lo uno de lo otro. La muestra (o ejemplar espécimen) no vendría a ser otro sino el mísmisimo José María Aznar, presidente también nuestro ahora rebajado a simple tarzanillo de su más lento pero más constante continuador en el cargo.
Luego y todo alguno será capaz todavía de fingirse sorprendido ante la nueva victoria del partido mariano. Tiempo para concienzudos análisis mentales a cargo del telespectador que encontrarán su reflejo en los periódicos con tal de restarle méritos a nuestro Mariano Rajoy presidente.
Nunca querrán decir la verdad como se hace en la revista el Jueves, tan remozada respecto a hace sólo dos años que hasta tienen señoras dibujantas en plantilla; siempre por delante del resto de la prensa, por no decir del mundo del cOmic, como tan lejos del esperanto y lejana de cualquier tipo de metafísica del humor.
Pero echar un vistazo a su número 2.039 y llorar sigue siendo todo lo mismo.
Más Mariano que Rajoy.
El huerto de Rajoy no es nada particular y es todo lo mismo en esta entrega de la revista, por lo demás, gruesa hasta llegar a las 92 páginas de tebeo por vender, con su ligerísimo aumento de precio, y contando las cubiertas en un lote todo él dedicado a su excrecencia popular: con ahínco en lo español y muy español que tal personaje arrastra, pero sin llegar a rozar lo que quiera que Mariano Rajoy sea. Si es que algo llegó a ser alguna vez en tal que ser humano. Pues su personalidad real en caso de existir ha sido postergada en favor de la patraña novelesca y morbosa de unas escasas pero míticas y hasta casi fabulosas intervenciones públicas conocidas sobre todo gracias a la televisión; de modo que el figurón político queda así más dispuesto para una muy satisfactoria chanza sobre sus aptitudes mentales que a la crítica indirecta o a la denuncia de las empresas organizadas bajo su mandato. La caricatura de este mecenas de la incultura resulta así afortunadamente grosera, mostrándose siempre feroces dibujantes y guionistas al duplicar insistentemente episodios brutales de un sadismo mariano que carcaterizaría al personaje como el más destacado de sus rasgos. Junto a su cretinismo físico-mental y a una sexualidad sin fe que es ya hoy materia de leyenda equiparable al mito arturiano o los aquellos gigantescos colmillos de San Cristobal.
Y, de hecho, la ilustración de portada que sirve de anuncio e invitación a la lectura de esta entrega tan singular viene a ser continuadora del mito evacuatorio de la derecha española. Una imagen que la revista ha querido perpetuar en este número con Mariano en sustitución de esa anciana figura arquetípica conocida todavía a veces como "Don Manuel el-que-ya-estaba-ahí":
Trueque que debería pertenecer también al inodoro colectivo de los españoles que compraron o leyeron el Jueves alguna vez.
El oficio se le supone a la Redacción, y a todo su cuerpo de colaboradores, la mancha artística es de Igor Fernández. Y si bien no está la portada como para hacerse un póster con ella por lo menos da una ligera idea de lo que uno se va a encontrar al retorcer la revista: marianos y marianos, y, como en el circo, ¡más marianos todavía!
Que alguna viñetita sobró para alguna que otra noticia. Pero realmente muy poco, apenas por aquellas secciones eminentemente textuales (la de Edgar Cantero, por ejemplo). O como se acostumbra hacer en la colección de viñetas con que se inicia cada número, que antes fue simple muestrario de portadas alternativas, ilustrando sobre otros asuntos u hechos informativamente destacados.
Igor Fernández firma también en este número su habitual doble página bajo el título "El mundo ideal de Rajoy", en el que no deja de ser su habitual traslado de usanzas, modas o manías de la sociedad actual, trocadas aquí por los dichos de Mariano. Sus frases tontas más célebres. Eficaz equipamiento cómico pero no muy sofisticado (y no solo gráficamente) que vendría a resumirse en una solución fácil de ilustrar, Rajoy es tonto pero que muuuy tonto.
Menos garboso y superficial a la hora de reflejar la acinesia política de Mariano se muestra Eneko en una de las dos muestras con las que participa: "26 - J", viñeta a página llena en la que se muestra a Mariano Rajoy acuclillado sobre la nieve abrazando sus rodillas mientras una nevada de sobres blancos parecen ir cubriéndole poco a poco. Rajoy y la corrupción política. Puede que resulte más enigmática ahora que sabemos que Rajoy sobrevivió con desahogo al holocausto electoral que cuando se publicó por estar a tan pocos días de la repetición de unas elecciones en las que se había dado por segura la derrota del Partido Popular. Ahora resulta difícil tratar de rimar acuclillado y aculillado.
Eneko, por cierto, viene aportando desde hace tiempo un contrapunto de humorismo muy distinto respecto al tono chocarrero y brutal de el Jueves. Capaz por ejemplo de acomodar la caricatura del político a partir de las hojas, los bastagos y los ojos, de unas simples tijeras que se van retorciendo por cuatro viñetas hasta formar el perfil de Mariano Rajoy. Cuyo apellido además preside la composición humorística por si a alguno le cupieran dudas sobre la identidad del instrumento, y simple instrumento, que muy bien pudiera ser un político como Mariano Rajoy.
De igual forma que el verdadero mortero de esta entrega especial dedicada al muñeco electoral de Mariano es lo que de él se dice, aunque tampoco es que sepamos gracias a el Jueves que haya más de él que lo que se cuenta o se ha podido ver en televisión, los votantes del Partido Popular acaban por ser objeto también de los malevolentes autores de la revista. Para Joan Ferrús (guionista) e Ivanper (dibujante) la alienación humana toma forma en una galería de tipos que traspasan modas, franjas etárias y hasta ideológicas, presentándose bajo el nombre de un "Rajoy Fans Club". ¿Dos paginas enteras para esto? Poca cosa si finalmente no hubiera resultado ser hasta una suerte de anticipo de otra polémica portada a la que se daría ignición con el siguiente número 2.040 gracias a esta caracterización de los votantes populares:
Ha pasado el tiempo y puede que en alguna parte del mundo alguien se haya dado cuenta de la cantidad de nuevos dibujantes que han pasado a colaborar en este nuevo el Jueves. Cuentan estas filas enemigas con Carles Ponti entre sus autores digamos que más 'modernos'. Aunque solo sea por aquello de elaborar sus dibujos sobre los retruécanos de una modernidad que se reconoce caducada de segundo en segundo por la velocidad del tocino a la que hoy nos hacen avanzar internet y sus redes sociales. Marcando unas obligaciones hacia la actualidad no muy distintas a las que acarretaron muchos de los dibujantes de la revista a finales de los años ochenta y noventa del siglo del abuelísimo por la importancia concedida a la televisión. Parece que al igual que a aquellos otros dibujantes víctimas de un pasado televisivo a Carles Ponti le tocará doblar el lomo repartiéndose entre las más variadas tareas de número a número antes de poder echar su colchón en la redacción. En este le asignaron la zanja internacional:
Trasladémonos al año 2007 cuando los dibujos de Carlos Areces se nos hacían una cosa muy rara de ver pasar por la revista. Casi una revolución. Pues si serán gordos los cambios producidos tanto este último año, y durante todo lo que duró el pasado 2015, que lo de Carles Ponsi parece ahora más normal. Más normal que la cantidad de trabajos que, ya se trate de historietas como ilustraciones cómicas, o composiciones humorísticas de cualquier tipo, aparecen acreditados (o firmados) conjuntamente por un dibujante y un escritor. Probablemente con Xavi Morato como el guionista/argumentista más prolífico junto a Escuin. Hasta dar ambos hombro con hombro en los guiones de una serie que parece orientarse hacia algún tipo de emplazamiento cómico más moderno, aunque sea definido así de momento únicamente debido a su grafismo, no soy yo, eres tú que. Serie dibujada Andrea Torrejón, bajo la firma de "andre!", con la que en el Jueves se está intentado destorcer su bien conocida singladura en el afloramiento de lo femenino (coños y tetas por doquier, como fue siempre) a través de una protagonista menuda y sensual capaz de follarse lo que le venga en gana. Que de cualquier forma poco no nos traslada la clase de cavilaciones que propiciaban la lectura de cualquier historieta de la Mamen o Las tres amigas en cualquier mente masculina.
Por supuesto, hay muchísimo para rascar y seguir rascándose al acabar de leer este número. Bastante más variado que hace cuatro años en tanto que alberga en sus páginas una cantidad de autores como nunca se ha visto. Con más señoras dibujantes, y alguna presencia increíble, por lo excepcional que resulta la entrada de una guionista a la publicación, So Blonde en colaboración con la dibujante Marta Masana. Además, la política ha regresado a el Jueves y pareciera que por fin con la intención de pintarle algo más que la cara al político de turno. Todavía puede uno seguir leyendo a Judas, claro, y buscar de primeras la historieta de Ventura, pero sin dejar de comprobar un interés creciente por incluir más material. Y hasta secciones enteras dependientes de algún texto que suman tanto sonados fracasos, a ejemplo de la sección conducida durante 2015 por Especialistas secundarios, famosos de algún otro medio (a saber si radio, televisión, o la ruina de YouTube) responsables de uno efímero apartado de entrevistas que quizás fuera ofrecido a la revista gratuitamente (?), como celebrados reencuentros con algún antiguo y mítico colaborador como el que ha devuelto a Paco Mir a las filas de el Jueves. El otro pozo de la atención que nos regaló el nuevo siglo por la moda y hacia lo friki, con Rubén Fernández como el más encendido tizón intelectual para la cosa, continúa ahora ya en condición de mechero para iluminar esta dirección de infinitas humoradas en forma de chanza y avispado comentario social que amenazan con constituir el único fin social de el Jueves. Que alguien diga algo contra ello si se atreve. ¿El futuro? Un futuro con bandera friki acomodada al tipo de autosugestión individualista que tan buen servicio ofrece para el traslado y confirmación de las selectas contorsiones sociales que nos puedan hacer llegar desde la democracia estadounidense. Sin duda, un futuro promisor para alguien en alguna isla privada. Aquí la goma se estirará en lo político a poco más que unas páginas como la firmada por Ana Belén Rivero a cuenta de las muchas lenguas de Mariano Rajoy.
AVISO:
No quise robar el 13, Rue de Génova que Igor e IvanPer se marcaron en las páginas centrales de esta entrega sólo por ser malo. Pero apuntadlo en vuestras agendas como otro cicatrizante homenaje brugueresco. Y con bastante buen sentido.
"¡El Jueves vale todavía la pena!" (Pero la pena, ¿en pesetas, o en euros? Yo digo que solo en pesetas.)