lunes, 3 de marzo de 2025

El tebeo sauróctono de Danilo Beyruth.

 


Para que meus inimigosTenham mãos e não me toquemPara que meus inimigosTenham pés e não me alcancem
 
Para que meus inimigosTenham olhos e não me vejamE nem mesmo pensamentoEles possam ter para me fazerem mal

Jorge da Capadócia, Jorge Ben Jor.

Más allá del mundo conocido, lejos de la tierra de la revolución apalabrada donde los riñosos divulgadores barceloneses, madrileños y valencianos, cumplen su misión glorifica como omóforos portadores del dispositivo revelador (o cOmic esencial) que purificará de todos sus errores a los editores y aficionados españoles a la historieta hasta disparar sus cuerpos devastados hacia un paraíso de simplezas sin causa material, existe la República Federativa de Brasil. Un lugar en el que no se conoce la paz y el silencio y todo parece fundirse infatigablemente en una mezcla cada vez más generosa, inteligente y divertida, muy capaz de perpetuar esperanzas que se mostraban domesticadas, como quien dice, en su última hora, hasta que contra todas aquellas previsibles precauciones comunmente impuestas por grandes y pequeñas editoriales a algún inquieto historietista brasileño se le ocurrió salir en su rescate. En más de una ocasión, y no pocas veces también con cierta previsibilidad, esta liberación expresada en la monstruosidad del poder creativo temporalizado en forma de una historieta será chanchulleramente exhibida por divulgadores petardistas como un esfuerzo digestivo arquetípico del pueblo brasileño. Casi un empacho presentado por el artificiero como alguna especie de apropiación preconsciente de disciplinas y tradiciones culturales ajenas que resultaría en una transformación supuestamente distinta y novedosa de las mismas. Planteamiento intelectual entre delirante y desvergonzado que se suele desentender de motivaciones mucho más obvias, si bien menos favorecidas por la admiración pública hacia cualquier apariencia de complejidad, como la que ilustraría esa querencia casi olfativa ampliamente animal por volver a contar lo que ya ha sido contado de forma fructuosa por distintas épocas desde ángulos y rincones ni siempre próximos unos de otros. Una conquista de las barreras socio-culturales que puede realizarse incluso personalmente sobre el tiempo a través de las fórmulas de ese dulce contraveneno compartido de los mitos a los cuentos populares. Que si no dirigen los asuntos del mundo acaban por favorecer formas de expresión aclaratorias de unas pautas algo más que eventuales o simplemente fortuitas. Y sin sufrir por ello la necesidad de echar a andar a sus protagonistas hacia nuevos escenarios. Suplantar la altura intelectual de la época en que se originaron ni oponerse a la incertidumbre de su realidad histórica. Mediante una conducción concreta, localizada en el espacio y el tiempo, incluso de leyendas y tradiciones como aquellas en las que todavía se ocupan algunos editores y autores francobelgas indiferentes a la sobreexplotación de modernos seudomitos ahorquillados en la actualidad de los dispares frutos de la fantasía bajo una u otra denominación, por ejemplo, en el estilo de los sempiternos Conan y Elric de Melniboné. O a través de otros reforzados estereotipos transformados en productos editoriales para todo público, y a prueba de gastralgias, como la serie de historieta Les 5 Terres. Así se entiende que un editor francés (?) por ahora desconocido se disponga a traducir un tebeo tan especial como São Jorge, del historietista Danilo Beyruth, estruendoso dibujante conocido por lo menos de los aficionados españoles gracias a su paso por la factoría Marvel. Al que los más memoriosos también recordarán por aquella truncada edición de la serie Astronauta (personaje de Maurício de Sousa Produções modernamente recuperado en su línea Graphic MSP) con la que la más mimada filial del grupo italiano Panini nos dejó colgados tras traducir al español apenas un primer álbum, sin demasiada convicción ni expectativas sobre su posible resonancia entre ese público cautivo dependiente del pasto superheroico que ha encontrado su fiel reflejo en la mentalidad agringada e imaginativamente tosca de una mayoría de los redactores, traductores y técnicos editoriales, del equipo de numerarios de la filial española. Así se curen unos con otros tan provectos especímenes en un ciclo de agusanamiento que lleve a su extinción. Mientras tanto dispongámonos a apreciar la manera en que el recebo mítico de este tebeo sobre el santo cristiano combatiente aporta solidez a un firme histórico muy del gusto del lector europeo, como es el péplum. 

"Solo el Brasil es capaz de salvar al lector agringado. ¡Viva el péplum brasileño!"

La rica producción historietística brasileña participa de casi cualquier tema y orientación que uno pueda imaginarse. El mismo Danilo Beyruth ha cultivado por igual la ciencia ficción como la aventura histórica. También el horror, el suspense urbano, la historieta de más pura acción, e, incluso, los superhéroes, con la creación del Necronauta y el proyecto colectivo Dias de Horror. De modo nada anecdótico, sus mejores trabajos deben buscarse entre aquellos títulos producidos directamente para el público brasileño, como ocurre con las dos antologías protagonizadas por el Necronauta (siempre pendientes de una muy demandada reedición), el exitoso tebeo de cagançeiros Bando de dois, los no menos populares seis álbumes de la serie Astronauta, y los violentos y oscuros Love Kills y Samurai Shirô. También con su última y más reciente creación, Corso, aventura espacial con personajes zooantropomórficos editada por Comix Zone! durante 2022. Tebeos de no poca extensión que junto a otras colaboraciones menores completan una tebeografía incomunmente amplia para un autor que debutó con más de treinta años de edad, y no hace mucho tiempo, apenas en 2007. Un esfuerzo que algunos editores extranjeros han sabido aprovechar con bastante buen tino a la hora de disponer la obra de Beyruth al juicio del público europeo. Sin más querellas que el agrado, asombro o admiración, como era esperable ante cualquiera de sus historietas. Pero quizás pueda tenerse a este São Jorge, que hoy proponemos como remedio universal a esas antojeras mediante las que el contrahecho editor español guía al público aficionado a la historieta por los despeñaderos siempre bárbaros donde celebran la hartura de premios y coronamientos triunfales, como la más singular de todas las obras producidas por este dibujante paulista para el mercado de su propio país. Ya que todavía hoy el santo guerrero sigue siendo objeto de una devoción especial entre no pocos de sus habitantes, bajo matices sociales y una profundidad del sentido del ser capaz de desbordar el discreto servicio de cultos que pueden resultar en potencias transformadoras a nivel colectivo como ocurre con las religiones afrobrasileñas, abriendo así camino a la historieta en la cultura popular de un modo igual de fulgurante a la imagen consagrada a San Jorge dentro de la tradición cristiana. Mejor conocida de todos modos por la simple razón de la facilidad de transmisión que el catolicismo conquistó a base de violencia y abusos como una fuerza conformante de la cultura y la vida social en los países occidentales. Y que, en parte, explicaría el interesantísimo abordaje histórico que se desarrolla en esta historieta creada por Danilo Beyruth. Tanto en su apelación de la coherencia dramática del relato propia de cualquier ficción histórica como por el perfecto arreglo de los anhelos de superación de las injusticias y la transformación del mundo que nos trasladan al seno de una estructura legendaria. A través de motivos que desde la ciega y envolvente demencia europeísta uno tiende a suponer plenamente integrados dentro de aquel imaginado folclore nacional brasileño que los lectores de quadrinhos debieran reconocer en alguna medida. 

La edición de 2014.


Aun así, a pesar de constatarse el éxito de esa especie de ecumenismo tebeístico capaz de conciliar la visión del santo entre seguidores de distintas creencias y religiones, el propio dibujante declaró sentirse sorprendido de no haber suscitado alguna clase de polémica entre uno u otro sector de fieles. Ni siquiera una mínima controversia como la que habitualmente surge al apurarse la adecuación histórica de cualquier figura perteneciente al mito cristiano en su trasvase a un medio tan falto de protección y legitimidad ante los poderes y estamentos públicos como la historieta. Muy al contrario, lejos de dar inicio a cualquier persecución contra el autor o los editores que propiciaron este lanzamiento, Danilo Beyruth se ha cobrado solo elogios y felicitaciones por su proceder en el tratamiento de la leyenda del santo guerrero. São Jorge conoce gracias a ello dos ediciones bien diferenciadas, la primera de ellas, a cargo de Panini Comics Brasil, fue lanzada en 2014, y, la segunda, por la editorial Comix Zone! en 2023. Ediciones distantes en el tiempo una de la otra, fruto además de un tratamiento editorial casi antagónico, que valdría la pena contraponer incluso en cuanto a su mera presentación. Al menos como ejemplo de las distintas filosofías editoriales que han dado lugar a una transformación acelerada del mercado de los quadrinhos en relación a sus más activos y prestigiosos agentes a lo largo de la última década. Un deseo apenas sugerido que quedará sin cumplir para los plumillas que arriman letras junto a hipótesis fabulosas desde esta redacción. Puesto que tal cotejo resulta imposible para quienes observamos esa transformación del mercado brasileño de la historieta solo gracias a la falsa cercanía que promueve internet sin siquiera haber sido bendecidos con el mínimo e imprescindible bagaje histórico que podemos presumirle a cualquier fogueado aficionado brasileño. Y, no obstante, con el paso del tiempo nosotros también hemos acabado encaprichándonos de esa imagen quimérica, no del todo innocua pero encantadora, que los fieles pagadores [1] suscritos a esta gacetilla se han acabado formando de alguno de nuestros redactores más bajito y siniestro bajo la vaga idea de que se trataría de un señor con una barba cubierta de migas de pan experto en no sé qué misterios y cobranzas de los saberes tebeísticos, tanto internacionales como de los de andar por casa. Un salvaje guía del desfiladero que hubiera decidido dedicar parte de su miserable vida a armar y desarmar los mitos comiqueros capitales por puro espectáculo. Como un vulgar monetizador de almas cuyos sermones circulasen de mano en mano en forma de cintas de vídeo VHS por los aparcamientos de supermercados y gasolineras. Qué estampa desgraciada esa... Pero, ¿cómo puede imaginarse nadie a nuestros redactores cubiertos por migas de pan? Es algo realmente inaudito. Acaso no resulta suficientemente elocuente la manera en que las palomas rehuyen congregarse frente a las ventanas de esta oficina junto al radiante solar de escombros y el semisotano de nuestro taller de imprenta. "Si los desclasados y políticamente impotentes editores españoles realmente conocieran de primera mano la hambrienta situación a la que nos han abocado nuestros socios es seguro que dejarían de inundar esta redacción con sus condenatorias copias de prensa. ¡Maldita newsletter! ¡Maldita la ociosidad de la crítica, y esta puerca dieta de marginales! (¡Puagh!) Menudo castigo el que nos proponen al acorralarnos entre tantísimos y embellecidos tebeos. A cada cual más caro, todos iguales o parecidos, y para cuyas duras encuadernaciones ya ni tenemos dientes. Por no hablar de esa lustrosa moda del papel couché que ahora lacera nuestras retraídas encías de manera en verdad insoportable." Puedo asegurar que a la altura de mes en que nos encontramos la mayoría de nuestros plumillas creerán haber dado con una gigantesca y suculenta loncha de mortadela grisácea cada vez que sus ojos tropiecen con un felpudo. Para nuestra suerte, como para la del resto de la humanidad, una especie de espectral koala gigante escuchimizado con pantalones raídos es el animal prototipo de una alucinación colectiva que las asociaciones vecinales trasladan en forma de alarmantes llamadas al ayuntamiento hacia esta época del año. Explicación a la profesión del mordisqueo y de otros de los muchos mitos que ayudan a encubrir las famélicas actividades a las que nos vemos reducidos, tales como la desaparición de las cintas y cuerdas de los parantes a la entrada de hoteles y salas de cine o el desvanecimiento de los tendales en comunidades de vecinos, peligrosas acciones llevadas con la mayor presteza posible mediante las que sencillamente tratamos de descolgar el hambre durante las solitarias madrugadas. Lentas y anchas noches propias de unas apreturas que luego se extienden del verano al otoño con el paso tardígrado peculiar y único de las leyendas suburbiales. Incluso nuestro señor amo se pasaría las pocas horas del día que no dedica al desmenuzado de las cubiertas de las copias de prensa de Astiberri, alimentosa pulpa para catatónicos becarios y seminaristas, rasguñando las distintas capas del barniz tras esa puerta gorda en su presidencial despacho de no tener la oportunidad increíble y maravillosa de enjuagarse el gaznate con las botellitas de cloro que va escaqueando a lo largo de unas charlas concertadas a través de hospicios y zoológicos municipales en previsión de estos meses de holganza editorial previos al Saló Interactivo del cÒmic de Cavernola. Más o menos a imitación de las actividades también sonoras de la Sectorial del cOmic, y de otros organismos fantasmagóricos avecindados en la concentración cultural tebeística, los miembros de Historietas a pedales siempre tratamos de apiñarnos en torno a aquellas iniciativas educativas capaces por lo menos de concretarse en esa fantasía de la caridad que constituyen las regaladas formas de una botella de cola-loca pagada a escote. Tal es la apremiante sed de conocimiento que nos es característica como escultórico grupo de estudio para el aporreamiento y vareado de historietas.
Sin embargo,
sumergidos de nuevo en la crisis perpetua del cOmic español tras otra vuelta de la noria, nuestro inconformismo nos hace pensar que no estamos tan rematadamente mal. O al menos no tanto como nos quisieran hacer creer todos esos espiritualistas sindicados dentro del ramo del claque, a los que el Libro de blancos y dianas del cOmic Español cifra en unas cuatrocientas cincuenta y siete almas a repartir entre sumilleres del comic book superheroico y vendimiadores de «artefactos» (en humana lengua: fanzines), grupo de secuaces de élite que simplemente desempeñarían una labor adversativa y contraargumentativa como conectores discursivos para la semántica reaccionaria del multiculturalismo estadounidense. "¡Collaborationnisme!" Protegidos por el carácter ambivalente de nuestra misión liberadora en el aporreamiento y vareado de historietas nos sabemos libres de su influencia. Es fácil de entender. Del mismo modo que nunca leímos de niños con agrado al cebado crítico y santo divulgador liberal-progresista Javier Coma, hoy tampoco rezaremos beatamente para unirnos a los aullidos de esa jauría de amanecidos tragasantos y participar de la voluble grandeza de editores y autores en sus paradas comerciales. Los ocho a doce a segundos que se tardan en leer los comentarios de todo un semestre en el chiringuito de Zona Negativa valen como muestra de las actividades moribundas de quienes profesaron la Teología del Autor buscando su salvación eterna arrimados al cazo mitopoeico de editores profesionales hechos a la costumbre de justificar sus fracasos en la existencia de un círculo fabuloso de consumidores dividido en piaras de orcos cojos en llamas y greyes de atormentadores elfos gafos. Y doce segundos es decir mucho hasta para un trol con almorranas. Después de todo, incluso en estas malas horas de frívolos ayunos nos hacemos una idea de lo que era el sabor de unas buenas miguitas de pan junto al adoratorio portátil de los Testigos de Jorová en la entrada del Saló Interactivo del cÒmic de Cavernola. Tamborileos de una memoria sápida que, aun descalzos como andamos, nos llevan ahora a redoblar nuestra propuesta informativa. Sin apenas mirar a esos felpudos y bayetas por los que hasta hace solo unos pocos instantes suspirábamos glotonamente. Acompañados de un elocuente suspiro y la seguridad de que jamás nos verán nuestros suscriptores anunciando un Back to Basic al estilo del fanático responsable de la manteca Marvel en España, ese crepitante Peláez Clemente de tan nutritivos saberes, por un convencimiento consustancial a la apariencia y el físico privilegiados de los enflaquecidos redactores que integran esta gacetilla para negarse a pasar la vergüenza de vestir solo con lo básico: camiseta interior de tirantes y calzoncillos blancos ajustados a las ingles. El conocido y degradante uniforme que deberán lucir por toda esta temporada tebeística la plantilla de asalariados del sello Panini cOmic ante la ingratitud e incompresión de los consumidores de historieta españoles, amarillentas figuras representadas visualmente dentro del bestiario editorial español como mantecones salvajes de apariencia vagamente caucásica. En un sofisticado remedo de esos soldados norcoreanos que, según el Telediario y el resto de la prensa libre en los países más atrevidos, ahora mismo avanzarían a paso ligero de pato mandarín hacia el pueblecito de Baunés arrasando por el camino los campos de boniatos alemanes tras dejar un rastro milenario de colillas de Ducados a todo lo largo de Polonia. Unos desagradecidos esos lectores de historieta, sin duda. Verdaderos responsables por este crepúsculo del cOmic que amenaza con extinguir a la inocente secta de capataces y empresarios tañedores del emporio tebeístico nacional, llamados también a veces de mesnaderos o fuerzas asimilacionistas del liberal-progresismo. 
En fin, mejor ellos que nosotros sabrán elegir la indumentaria más adecuada para salir a dar el golpe a los propietarios y dependientes de colmados y ultramarinos comiqueros. En estas roñerías del comercio colonial la esplendidez intelectiva del sustancioso Peláez Clemente y los achuchados numerarios paniniescos resulta incuestionable. Pero tampoco nosotros nos haremos a un lado en un tema de tan enorme importancia para el progreso de la consideración social del cOmic. Y aun a riesgo y ventura de una flojeritis mortal, en cuanto abramos de tres a seis nuevos agujeros en nuestros cinturones sacaremos adelante este servicio comparativo totalmente materialista entre las dos ediciones brasileñas del São Jorge de Danilo Beyruth. ¡Y por el gran Demente que lo lograremos! ¡Va por ti, Leláez!

IN LOVING MEMORY OF 


LELÁEZ DEMENTE 51 stater

Gran Canciller, Contador, y primer Escribano de Vieja España 51st, entre 1807 a 2025, en el Federalísimo y Supremo Consejo del Alpechín Marvel.

"HABLEMOS DEL MATERIALISMO, ¡COJONES YA! ESTAMOS HABLANDO DE PANINI Y AQUÍ HABLAMOS DEL MATERIALISMO. EL MATERIALISMO VA A LLEGARRR... ¡DEJAD HABLAR A LAS MINORÍAS PERTURBADAS!"

Prestigiador y prestidigitador MSP.

El contrapeso de una memoria libre de sabores, sin miguitas de pan ni restos de palomas, traslada el recuerdo insípido de aquellos significativos momentos en que los tebeos brasileños dispararon su valor de edición (¡y su precio!) para ir invadiendo de a poquito el interior de las librerías y galerías culturales. Dando inicio tal vez a la retirada de los quioscos, las tradicionales bancas. Estos conjurados y exorcitantes tebeos contaban con muchas más páginas a la vez que veían mejorada la calidad de su papel, y, en general, su provecho como fetiche con consoladores poderes para el aprecio de coleccionistas, al añadir encuadernaciones más consistentes junto a cubiertas barnizadas y otros artificios dispuestos por el editor para volver más atractivas sus publicaciones y facilitar su manejo y distribución en un nuevo ámbito comercial. Nada especialmente incomprensible para un aficionado español a la historieta. En cuanto a lo que de verdad importa basta por ahora con señalar la eclosión de una nueva serie dentro del universo de personajes propiedad de Maurício de Sousa que a partir de 2008 lanzaría Panini Comics Brasil con el título de Turma da Mônica Jovem. Serie surgida bajo una elemental fórmula de adaptación y renovación de su emblemática protagonista y su troupe de amigos que acabaría propiciando una línea de lanzamientos especiales con similar orientación editorial apenas unos años después. Antologías como Msp 50 - Mauricio de Sousa por 50 Artistas, primero de los cuatro tebeos de este tipo que envolvieron en la realización de breves historietas a una cincuentena de autores distintos desde 2009 a 2012, y la colección aún activa de álbumes monográficos agrupados bajo la denominación Graphic MSP. A día de hoy emblema y signo de modernidad para los Estúdios Maurício de Sousa, en cuyo inicio encontramos a Danilo Beyruth como uno de los primeros autores enrolados en esta empresa de reformulación gráfica y editorial de un largo listado de personajes por entonces bajo la amenaza creciente de una más que probable suspensión del vínculo emocional con sus lectores tradicionales, ese público infantil siempre sujeto a renovación periódica. Truncada por unos u otros factores no solo en Brasil. Si bien la mayor dificultad para el universo de series interrelacionadas de Maurício de Sousa consistía en el freno creativo de unas coordenadas sociales demasiado conservadoras, poco esperanzadoras y convenientes a la hora suscitar la adhesión de un nuevo público consumidor, y, mucho menos, para la ampliación de su esfera de influencia en otros países. Metas ambas que finalmente conquistaría a través de esas nuevas líneas de edición antes mencionadas, relanzando nuevamente gracias a ello el gran emporio comercial construido alrededor de la figura de Maurício de Sousa a través de su explotación publicitaria, cinematográfica y mercadológica, planteamiento empresarial a partir del cual lleva ejerciendo una muy particular primacía dentro del escenario brasileño desde hace décadas; incluso por medio de una vigilancia ciertamente autoritaria y represiva respecto al uso de sus marcas por otros autores en forma de simples parodias o sátiras. Pero los efectos de la restauración de este imperio comercial y el peso e importancia de la colección Graphic MSP en la evolución del mercado brasileño parecen difícilmente evaluables debido a su omnipresencia y los resolutivos resortes promocionales de los que se sirve para conmocionar periódicamente el panorama quadrinistico a través de eventos y festivales. Si bien es de esperar que algún día no demasiado lejano recaiga en los propios lectores aficionados la cruel pero metódica tarea de poner en duda cierto consenso actual acerca de la existencia de un flujo constante de prestigio emanado de la línea Graphic MSP hacia todos los autores inmiscuidos en la creación de sus álbumes. Una idea tan ingenua como conveniente para los editores de la colección. Quizás el importante volumen de la línea gerenciada por los Estúdios Maurício de Sousa todavía actúe como un factor detonante y multiplicador de transformaciones aquí solo apuntadas, tales como la generalización de formatos o el impulso de la autoría nacional, así al menos lo dan a entender algunos aficionados y comentaristas con una fuerte inclinación a la actualidad informativa. El plumilla bajito y siniestro estrangulador de cochinos pajarillos al que le corren las hormigas de arriba a abajo de la barba no tiene ni pajolera idea acerca de la consistencia de tales opiniones; ya su nombre, Ismail Gandul Algarete, propio de un ignorante tonto capaz de escribir un inexistente tocho superventas titulado El Ignoranticomicon, lo dice todo. No le hagamos demasiado caso. Desde esta redacción, como tutores legales encargados de engrasar la herrumbe de sus cadenas, tampoco nos hacemos responsables de lo que quiera que les dé por creer a partir de hoy a sus miles de amiradores, responsables últimos por el éxito o el fracaso en la monetización de esta gacetilla. El mundo real está en otra parte. Tal vez entre otros lectores brasileños igual de fieles en su seguimiento de la actualidad del mercado de los quadrinhos con una percepción muy diferente sobre este mismo asunto. Por lo menos, igual o más interesante. Ya que sugieren que la chispa incombustible de las adocenadas criaturas de Maurício de Sousa en su actualizada versión no habrían significado apenas nada más que un impedimento para la consideración de obras y proyectos mucho más significativos. Emprendidos incluso con anterioridad. Y de los que serían responsables otras pequeñas editoriales y sellos ante cuya eclosión los Estúdios Maurício de Sousa junto a Panini Comic Brasil solo habrían respondido mediante un principio de simple emulación. Provechosamente amplificado por la mayor capacidad de difusión que posibilita su superioridad empresarial y posición de preponderancia dentro del sector de los quadrinhos frente a otros grandes grupos editoriales implicados en la edición de tebeos solo de forma secundaria.
 

Danilo Beyruth, ¿autor marca Graphic MSP?
 

El autor o sus tebeos, ¿qué fue antes? Yema o clara, ¿con cuál de las dos se queda el editor? La única certeza que la distancia respecto al mercado brasileño de la historieta nos permite atornillar a las cornamentas de nuestros socios amigos es esta:  

Danilo Beyruth guionizó y dibujó, junto a distintos coloristas, seis álbumes de la serie Astronauta entre los años 2012 a 2022 dentro de la línea Graphic MSP publicada por la filial brasileña de Panini Comics, a los que habría que sumar otra historia inédita del personaje realizada con motivo de la primera de las ediciones recopilatorias de estos álbumes y su colaboración en los lanzamientos antológicos Memórias do Mauricio (2016) y Msp + 50 (2010). Siendo además uno de los autores más celebrados por los seguidores de estas colecciones. Una relación iniciada hace ya más de diez años durante la cual en algún momento pudo temerse que buena parte del público brasileño acabaría relacionando la firma de este artista únicamente con el éxito de un personaje sobre cuya recién establecida reformulación nunca dejará de sobrevolar la posibilidad de su trasvase al medio televisivo y a los videojuegos. Sin embargo durante la mayor parte de ese tiempo el barbado dibujante continuó trabajando para los Estados Unidos a través de Marvel Comics, y, más esporádicamente, también compaginó estos trabajos con breves aportes en proyectos independientes gestionados por diferentes artistas y colectivos brasileños y extranjeros. Además de exorcizar cualquier posible encasillamiento como autor de la línea Graphic MSP al ir añadiendo su firma a los catálogos de otras editoriales nacionales. Así lo hizo en el sello especializada en literatura de horror Darkside Books, con el que publicó, en 2018 y 2019, respectivamente, Samurai Shirô y Love Kills, y de las que resultaría adaptada al cine la primera de estas obras con el título de Yakuza Princess/La princesa Yakuza en coproducción nipo-brasileña para la plataforma Netflix. Pero tampoco abandonó por ello la editorial que lo catapultara a la fama en 2010 gracias a la publicación de Bando de dois (Prêmio Angelo Agostini y Prêmio HQ Mix), tebeo relanzado tras su traducción francesa en una nueva edición en color durante 2020, pues un poco antes, en 2015, recuperaría para Zarabatana Books al personaje con el que se inició en la historieta realizando una nueva aventura para el recopilatorio Necronauta. O soldado assombrado e outros histórias. Y por fin bajo el escudo de armas de la pujante Comix Zone!, editora responsable por la reedición de São Jorge cuyo catálogo se distingue por haber traducido obras de autores como Alberto Breccia, Eduardo Mazzitelli y Quique Alcatena, Ersin Karabulut, los españoles Carlos Giménez y Martí, Michel Rabagliati, Guido Buzzelli, o los franceses Chantal Montellier y François Boucq, lanzaría el tebeo Corso en el año 2022.
Todo ese sacrificio de años en papel y tinta tejió también los luengos pelos que ocultan hoy las mejillas del dibujante. Evitando de paso que nos preguntemos por su verdadera edad, como siempre ha ocurrido con emperadores, reyes, músicos de folk rock, y asesinos interestelares de masas. De todos modos nunca tan difícil como averiguar si ha sido la firma del autor la que habría llevado a los lectores de historieta brasileños a seguir con fruición las modernas aventuras del personaje Astronauta, creado originalmente por Maurício de Sousa, o, en verdad, deberíamos limitarnos a creer que fue este éxito inesperado de los álbumes de la colección Graphic MSP los que lanzaron el alma expedicionaria de los lectores aficionados en un audaz y perseverante vuelo de una a otra 'mansión editorial' allá donde quiera que Danilo «o Turcomeno» Beyruth publicase sus tebeos. 
Tal vez el cuco pardo hijo de comadreja, el favorito de nuestros lectores, aquel de arcaico paladar que ha de permanecer por siempre encadenado al tope de las cajas de composición en los sótanos de este invento que tenemos por una gacetilla informativa de probada eficiencia contra la retención de líquidos, se equivoque cada vez que recita uno de sus doce mil rollos macabeos entre las dos o las tres de la madrugada. Tras aquel pequeño descuido de siempre, no por repetido menos espectacular, que lleva a nuestro oficial fundidor a dejar escurrir un delgadísimo chorro de metal líquido en el ombliguito de nuestro santito del costillar azulado, el puto enano cejudo. Dando comienzo a ese recital de coros y voces mefistofélicas que, luego en unas pocas horas, los suscriptores de Historietas a pedales podrán leer impreso en sus casas con toda la comodidad que la moderna calcografía posibilita incluso en estos tiempos de incertidumbre futbolística. Pues el eterno retorno de la competición profesional y sus insustanciales triunfos tienen para nosotros la misma validez que las complicadas y trabajosas maniobras mentales de nuestro loco. El pavor de la opinión. La ingravidez del misterio. La demencia, en fin, disparando a gol especulaciones que jamás llegarán al fondo de ninguna portería. Ni a romper una ventana en los almos pozos infernales de nuestras pobres oficinas. [2] "A pícaro, pícaro y medio." 
Ante todo habría que aplaudir a Danilo Beyruth por el increíble logro de encajar un proyecto personal dentro del catálogo de Panini Comics, nada menos que la publicación serializada en forma de dos entregas de su historieta São Jorge. Tebeos lanzados durante el año 2014 con apenas tres meses de diferencia entre su primer y su segundo número, con fecha de publicación de mayo y agosto, respectivamente, marcando con ello una periodicidad trimestral que aproximaba esta producción brasileña a tiempos de edición y cadencia de salida más propios de algunos de los tebeos japoneses traducidos en Brasil que de cualquiera de los lanzamientos brasileños denominados autorales o independientes. Y, también, sorprendentemente, de forma similar a la que eran comercializadas otras colecciones nacionales de periodicidad mensual, como Chico Bento Moço y Turma da Mônica Jovem, producidas por los equipos creativos pertenecientes a los Estúdios Mauricio de Sousa. Publicaciones cuya realización entre dos o más autores supondrían una inversión de tiempo menor de la que debió emplear Beyruth al tener que compaginar varios de sus encargos con esta obra. Por lo demás, la edición de São Jorge publicada por Panini Comics todavía debía de resultar relativamente asequible para el bolsillo de los aficionados si tenemos en cuenta otros de los quadrinhos que la misma editorial ponía en circulación en torno a los quioscos brasileños, por ejemplo, One Piece y Turma da Mônica Jovem, libros de historieta encuadernados en rústica e impresos en blanco y negro, para el caso del primero, o, para el segundo, en color, que contaban con más de las ciento veinte páginas de cualquiera de las dos entregas en las que Panini decidió presentar la obra de Danilo Beyruth ante el público lector de historieta, costaban 7,9 y 11,5 reais frente a los 19,9 de cada uno de los dos números de São Jorge. Un precio nada exorbitante cuya diferencia puede entenderse por la seguridad y amortización siempre a largo plazo de colecciones caracterizadas por una amplitud incomparablemente superior en cuanto a su número de entregas y presencia continuada en los puntos de venta, con la certeza de su reposición. Ya en el circuito de librerías, incluso dentro de esa competición informal que acaba siempre por organizarse alrededor de las paradas en todas las ferias y festivales de historieta, el formato escogido para dar salida a esta obra seguramente no le brindaría la visibilidad de un tebeo de mayores dimensiones, además impreso en color, como Astronauta. Singularidade. De hecho no es raro que tanto por sus flexibles cubiertas como por sus reducidas dimensiones (21 x 16) algunos coleccionistas adjudiquen la condición de formato paraguaio a esta edición original del tebeo sauróctono de Danilo Beyruth. Solo un poco inferior en precio a la edición en cartoné del segundo álbum de ochenta páginas de la serie Astronauta, 29,9 reais, e igualado por los 19,9 de su edición en rústica. En una forma u otra, el pesaje de los tebeos en la balanza del coleccionismo sirve para que cada lanzamiento sea tenido como una manifestación del mercado. Emanaciones que podemos pesar indivualmente para después asociarlas entre sí con el fin de considerar si es posible o no establecer una imagen de la continuidad de estas oleadas y su origen y orientación exactos; cada nuevo lanzamiento puede ser así consecuencia de un producto editorial anterior. Y no es por capricho que vayamos a destacar ahora otros quadrinhos despedidos casi que a la velocidad de la luz durante un mismo y corto período tebeístico como el correspondiente al año del lanzamiento de São Jorge
También de 2014 es el álbum Bear que la Editora Nemo (sello perteneciente al Grupo Editorial Autêntica) lanzó a la usanza de algunos álbumes infantiles europeos para acabar rebasando todas las expectativas de sus editores hasta proyectar el nombre de la autora del mismo, Bianca Pinheiro, entre un público ajeno al circuito de los tebeos. Un álbum con más de sesenta páginas impresas en color, encuadernación rústica y 33 x 21 centímetros, que costaba 34 reais. Algo mayor era el precio de otro álbum infantojuvenil de cuarenta y ocho páginas lanzado por el historietista Flávio Luiz, Aú, O Capoeirista e O Fantasma do Farol, impreso totalmente en color y con una magnífica presentación en cartoné y 29,5 x 21 centímetros, que se ofreció por el ajustado precio de 55 reais también por el mismo año. Misma época hacia la que podemos encontrar, dentro del catálogo de la editorial Mino, un álbum (29,5 x 21) del dibujante e ilustrador Luciano Salles para un público adulto, impreso en color con encuadernación rústica y más de setenta páginas, que llevó por título L’amour: 12 Oz y fue lanzado a un precio de portada de 37 reais. Otro útil tebeo a la hora de colmar las aspiraciones de cualquier público presumiblemente adulto fue Cumbe, exito internacional de Marcelo D´Salete editado por la editorial Veneta, que entregaba ciento setenta y seis páginas en la forma de uno de esos gruesos libros de impresión interior en blanco y negro etiquetados como graphic novel (24,5 x 17) al precio de 29,9. No obstante, para esa epopeya que puede constituir la historia del tebeo popular brasileño, 2014 quedará en el recuerdo como el año del estreno de la serie Mayara & Annabelle, lanzada gracias a su financiación colectiva por Pablo Casado y Talles Rodriguez a la manera de un desenfadado manga juvenil de aventuras, y para cuyo primer libro (26 x 17) de ochenta páginas en blanco y negro se dispuso un precio de 25 reais. Todas estas publicaciones gozaron de una buena recepción crítica, además de la estima de uno u otro sector entre los aficionados brasileños, y, al lector español, pueden proporcionarle una cierta idea acerca del tipo de quadrinhos nacionais que se comercializaban en el mercado brasileño de la historieta por la misma época en que Danilo Beyruth lanzó su São Jorge de la mano de Panini Comics. Desafortunadamente, según comentarios de algunas de las voces más comprometidas con la actualidad del mercado brasileño, mediante una edición que no ayudó a que la obra conquistase toda la popularidad (y ventas, suponemos) que merecía. Voces por ejemplo tan relevantes y conocidas entre los aficionados como las de los artífices del podcast Confins do Universo, instrumento de socialización sonora anexo al sitio web informativo Universo HQ."El pasto del vecino siempre se ve más verde."
En sus despegues del alma, de siesta en siesta, pocas veces dejará de imaginar y discurrir así el consumidor de historieta que la disposición a publicar tebeos de producción propia no suele tenerse por una prioridad entre aquellos grandes editores capaces de baratear con los infinitos títulos desplegados por ese inconmensurable catálogo en oferta continua que hoy se ha constituido alrededor del mercado del comic book estadounidense y de ese otro significativo parapeto industrial del tebeo japonés (en imperial lengua: «manga») a través de su inabarcable panorama de series y autores. Tan evidente es que podemos dar por seguro que ninguno de los diestros y talentudos empresarios editoriales con capacidad para comercializar este alpechín de la molienda de historietas estadounidenses o japonesas, en España como en cualquier otro depauperado rincón del mundo, destinará grandes esfuerzos de promoción a lanzamientos de tal naturaleza; Vigilia (2015, ECC) y Phylax. El incidente Martinhenbrón (2019, Evolution) son dos muy buenos tebeos de producción española ejemplo de estas desesperanzadoras prácticas, ¿acaso la edición original de São Jorge corrió la misma suerte? 
La idea de desentrañar ese misterio a través de las tertulias de internet, ya sea mediante la escucha de algún desenfadado podcast o con la masoquista contemplación de una grabación de dos horas en el más jaranero y concurrido canal de YouTube, nos parece tan aventurada como la de que cualquiera de los santos limosneros acogidos al sacerdocio de la colaboración público-privada dentro de la Sectorial del cOmic lograse sobrevivir a un pequeño paseo de trescientos kilómetros por las frías tierras del Yukón a base de pegarle sorbitos al barrilillo de rescate colmado de brandy que la policía montada del Canadá suele colgar del cuello a sus... "¡¿Yorkshire terriers?!" Por si alguien dudaba que la cordial asistencia del liberal-progresismo en la ocultación de la estructura de clases, y ese particular patrocinio de las razas caninas burguesas por parte de gobiernos socialdemócratas como el español, no eran del todo independientes del poderío de las ligas profesionales deportivas rusas; como es sabido gracias a la siempre sútil y atlética asistencia de la prensa libre más atrevida, auténtico germen de toda desigualdad social en cualquiera de los países de marca comercial UE que han sido bendecidos por la estancia turística permanente de los amigos soldados yanquis. Pero para algo han de servirnos la cola-loca con anises estrellados y estramonio y este fabuloso punzón eléctrico desentumidor de córneas que acabamos de adquirir en unos saldos veterinarios. Ahora sí, ¡sujetad al enano cejudo!

PANINI UNA, GRANDE Y MÔNICA

En una esquina del tiempo, no demasiado lejos, alguien en Panini Comics encuentra unas perrillas en el bolsillo de otro alguien (un tal Marco Lupoi, casi español de tan calvo pero sádico brutamontes europeo al fin y al cabo) como para tirar del tajo a la editorial Abril y acabar con el sublicenciamiento de las series Marvel en tierras brasileñas. Cuatro cromos y un cadáver editorial más después, en 2002, la marca Marvel queda al completo cuidado de la marca Panini Brasil. Acuerdos de colaboración con otros editores, cambios en la distribución, nuevos formatos y estrategias promocionales. Tinglado ese inflado por temores y esperanzas reconocible para todos los aficionados que acompañan este vocinglero podcast de galpón en una desigual lucha a piedra, papel o tijera con los esbirros garganteadores de novedades desplegados por la oligarquía tebeística española en sus apañadas de lectores sin marcar a lo largo de las serranías especializadas y los montes generalistas. Pues al igual que sucede con el lector aficionado a la historieta también el fabuloso y casi onírico lector ocasional no sería más que ganado para el oligarca editorial y sus aliados en la Sectorial del cOmic. ¿Queréis saber más? Acompañadnos hasta la carrera de sacos de Venarium, donde nuestros redactores reparten mantecados y peladillas en jornadas de dieciocho horas gracias al consumo inmoderado de anises estrellados y altas dosis de cola-loca sabor guirlache. A ver si os creéis que un podcast para sordos como el nuestro se iba a financiar con las suscripciones de los cuatro socios (¡celebrados sean!) que aún no han decidido matarnos de hambre.— Pero no debe ser ajena la filial brasileña al peso que los quadrinhos nacionales van ganando por lo menos en cuanto a su consideración entre los aficionados, y, sobre todo, al tumulto y la alegría de premios y celebraciones que acaban concitando casi siempre el interés de los medios informativos. Bien por aquellos jóvenes artistas que velan sus primeras armas dentro de la profesión bien por los más bregados dibujantes y guionistas cuya obra pudiera ser objeto del ánimo recuperador de alguna pequeña editorial justo en este momento. Situación que seguramente viene a anunciar el acercamiento entre Panini Comics y Maurício de Sousa Produções por el que se resolverá la incorporación del universo de la Turma da Mônica a la división brasileña de Panini en 2007. Bajo un acuerdo de exclusividad que puede convertir a Panini Comics en la editorial brasileña con mayor número de lanzamientos nacionales gracias a los tebeos protagonizados por las inocentes criaturas mortales de Maurício de Sousa; aliens, ewoks, o mônicas, el copyright no deja de atemorizarnos cuando se traspasa su idea original de protección, derivando así en proyectos de dominación mundial que apenas tienen otra utilidad que la de amasar grandes fortunas. Algo insólito para quienes observamos la mala crianza de ese anémico subsello que la división española de Panini bautizó como eVolution Cómics. Todavía más asombroso si se piensa que no por ello Panini Brasil está dejando de lado sus más corrientes labores de traducción hasta conformar un enorme catálogo en el que, como era de esperar, destacan las series estadounidenses de los universos Marvel y DC. Pero también poderosas franquicias como Star Wars, Conan, The Walking Dead y Spawn, junto a las distintas cabeceras que aún protagonizan los personajes clásicos de Disney y algunas de las más famosas líneas de Bonelli, a ejemplo de esos cruces y lanzamientos especiales organizados a partir de series como las de Nathan Never, Dylan Dog, o Tex. Sin desatender esa otra parte del pastel que corresponde a éxitos japoneses de la importancia de Dragon Ball, One Piece, Berserk, Chainsaw Man, o Naruto, cuya enorme comercialidad e implantación entre el público consumidor de historieta convierten a la filial brasileña en el mayor editor de tebeos en su país por porcentaje de títulos publicados, según la Quadrinhopédia.

Conserva toda su dentadura, y tiene incluso más abogados que dientes.
 

En efecto, la producción nacional de Panini Comics Brasil está subordinada a la maquinaria historietística de los Estúdios Maurício de Sousa. Una menudencia para el intendente brutamontes allá lejos en la lejana bota europea. Sin embargo esta exuberancia poco menos que circunstancial para el oligarca italiano fomentará que el mismísimo patriarca y dibujante-empresario brasileño acabe por ser objeto él también de una recuperación casi memorialística, audaz a la vez que un tanto irreflexiva, mediante el lanzamiento de una suntuosa colección titulada Biblioteca Maurício de Sousa. Dando salida así a un conjunto de voluminosos tebeos recopiladores con las historietas inaugurales de Mônica, y después también del personaje Cebolinha, que se irán reuniendo de forma cronológica junto a todo tipo de anotaciones y otros complementos pretendidamente idóneos para la consideración del contexto de publicación original de tan añejas aventuras. Historia del tebeo brasileño, no obstante, que se suma a un cruce inédito (¡impensable!) entre la Turma da Mônica y los mayores exponentes superheroicos de DC Comics, Superman, Batman, Wonder Woman y el resto de personajes que el cinematógrafo hollywoodiano confirma como miembros principales de la Liga de la Justicia. También Astroboy, el heroico robotito de Osamu Tezuka, visitará el bairro do Limoeiro en varias ocasiones durante este moderno período de reactualización del universo de la Turma da Mônica. Pero tal vez haya que hacer a un lado este interminable listado de hitos de la famosa turminha, gestados en su mayor parte a la cabalgadura de la filial italiana, para presentar al periodista, divulgador y editor responsable por las modernas publicaciones de Maurício de Sousa Produções: Sidney Gusman, "Editor-chefe" del sitio web Universo HQ y el tipo alto de la foto (cuarenta párrafos cielo arriba de nuestra... ¡ejem!, reseña). Mantenedor del "fuego espiritual" en todo este entramado para la ampliación del prestigio e influencia de las criaturas del dios-hombre Maurício de Sousa, al que consagró una informativa a la par de pulcra biografía titulada Mauricio quadrinho a quadrinho (2006, Editora Globo), y encargado además del reclutamiento de guionistas, dibujantes y coloristas, mediante los que luego se ha logrado trasladar una percepción acerca de la línea de álbumes Graphic MSP como productos intrínsecamente ligados a la historieta de autor brasileña. Complaciente y dúctil categorización que el mercado y los lectores brasileños de tebeos han parecido asumir/digerir sin mayor problema. O así nos lo parece a la casta de desaseados enanos barbados cuyos apetitos intelectuales tantos simiescos príncipes atlantistas quisieran poder limitar mediante gruesas cadenas oxidadas. 

"¡Maniáticos, habéis destruido la historieta! 
¡Yo os maldigo a todos... maldigo el mercado... 
¡Os maldigo!"  

Este vano y algo insulso germen autoral surgido al amparo del editor y periodista especializado Sidney Gusman en su desempeño como reclutador de talentos ha acabado por encajar producciones nacionales dentro de la editorial Panini Comics que no parecerían directamente atribuibles a la maquinaria historietística de Maurício de Sousa Produções. Y no solo São Jorge. Dentro de la historia de este club de prestigio hoy reconocido por la denominación oficiosa de "Autores MSP" cabe comparar la trayectoria de Danilo Beyruth en el mismo con la del también famoso mediapunta goleador Vitor Cafaggi, sobre todo, a partir del ejemplo de su serie Valente: tira de historieta creada en su inicio para el periódico O Globo que después el propio autor se animaría a autoeditar en forma de libro, lo hizo en 2011 por primera vez, y repitió en 2012, también con éxito, presumimos, pues serían estos dos mismos tebeos los que Panini Comics Brasil acabaría relanzando en noviembre de 2013 una vez pasase a editar la serie desde su tercera entrega en adelante. Precisamente con el lanzamiento simultáneo de este tercer número y la reedición de los otros dos anteriores, que previamente autopublicara el historietista belorizontino, extendiéndose luego la colección por otros tres números más hasta su conclusión en 2020. También la publicación en internet de las tiras humorísticas protagonizadas por O Pequeno Parker (un pequeñuelo e inocente Peter Parker que seguro muchos internautas españoles conocieron como Puny Parker) puede explicar la entrada de Vitor Cafaggi en la línea Graphic MSP. Así como Danilo Beyruth despuntó por su envolvente desarrollo de las secuencias y figuras de acción en su trayectoria previa a la realización de la serie Astronauta, el amable humorismo y la capacidad de desarrollar la humanidad y personalidad de sus personajes pudo ser decisiva para la entrada de Vitor Cafaggi al universo creado por Maurício de Sousa. En su función de principal idealizador de esta colección de álbumes, reflejo de una tradición francobelga de aquilatado prestigio, Sidney Gusman escogió a Vitor Cafaggi para asentar comercialmente A Turma de Mônica dentro de esta nueva línea de edición. Adaptándola a los cambios que el mercado de los quadrinhos venía experimentando desde comienzos del nuevo siglo a la par que se lograba adecuar la imagen de sus personajes y el enfoque de sus historias a las expectativas de un nuevo público. Su valía había sido probada, como antes hemos contado de Danilo Beyruth, en una antología colmada por artistas pertenecientes a distintas generaciones que llevó por título Msp 50. Allí, en 2009, dio vida a una breve historia de Chico Bento, siendo responsable tanto del guion como del dibujo de la misma, para después, junto a su hermana Lu Cafaggi, encargarse de la traslación dentro de la línea de álbums Graphic MSP de la que siempre será considerada serie insignia de la empresa Maurício de Sousa Produções, A Turma da Mônica. Con tres álbumes (en una edición doble, rústica y cartoné, de salida simultánea, tal cual es usual en estos títulos unitarios de la colección Graphic MSP) a los que hay que añadir el dedicado a otro de los primeros personajes creados por Maurício de Sousa, Franjinha.  
Aquel primer álbum de A Turma da Mônica titulado Laçõs (2013) y su continuador dentro de la misma serie, el titulado Lições (2015), serían motivo de sendas adaptaciones cinematográficas que llegarían a las pantallas de los cines brasileños en 2019 y 2021. Como en todo torneo caballeresco por la expansión económica de nuestros señores empresarios y oligarcas comiqueros, los Estudios Maurício de Sousa sabrían aprovechar el trabajo de sus artistas colmando con ello una finalidad fundamental en la batalla por la dignificación del cOmic y su proceso normalizador: amasar más y más dinero.[3] Y así el feliz año de 2022, bajo la misma línea de modernidad transgresora dispuesta a engordar los bolsillos de los amos del copyright, asistimos al estreno de una nueva serie televisiva de ocho episodios directamente continuadora de las historias narradas en los álbumes de la colección Graphic MSP. Por su parte, Vitor Cafaggi lograría financiar junto al estudio de juegos de mesa 
Geeks N’ Orcs una colección de cartas basada en su serie Valente, acerca de la cual, y como si se tratase de alguna clase de primicia para nuestros suscriptores, hemos conseguido confirmar que resultó en un ingenioso entretenimiento para toda la familia enfocado en la creación por parte de los jugadores de una narrativa en forma de historieta que condujese a su protagonista hacia alguna feliz conclusión amorosa. Aunque quizás este ínfimo dato resulte del único interés de nuestro equipo de revisores, formado por Romualda y Ursicio, operarios irrepetibles capaces de carburar al cien por mil bajo la simple amenaza del látigo durante dieciséis horas seguidas apenas por un currusco de pan y manguerazo diarios. Pero bien sabemos que ningún suscriptor se sorprende ya al saber de estos matrimonios dulzones como telarañas derretidas que corrientemente se oficiliazan en manera y cantidad semejante a las puestas del mosquito malario tras las sombras convalecientes de cualquier modesta alambrera, adornada o no con las letales púas electrificadas de Cúpido, un recurso entre poético y metálico propio de ámbitos laborales inmejorables para la expansión de esas fiebres románticas. Benéficos sudores vitalicios en mitad de los cuales solo una impaciente angustia por la vida alcanza a explicar el arrejuntamiento escalofriante de dos personas ateridas de un amor programado entre estrechos catres de cobre y vigorizantes electric shocks que les hagan gritar al unísono aquel esperanzado gemido proletario canto de vivas al amor y al trabajo durante su feliz despertar, a eso de las 04:25 a. m., cada madrugada y hasta el día de su muerte por agotamiento o reemplazo capital.

[¿Ves demasiadas series de televisión? ¿Tienes hambre y ya no encuentras respuesta en el realismo gobelino de Ayn Rand? En la Patronal del cOmic siempre andamos a la rebusca de cuerpecillos más o menos sanos dispuestos a todo para prosperar en el regocijante negocio de la creación de historietas, amasado de tebeos, recogida de cartones y robo de cobre, que puedan representarnos visiblemente ante cualquier público obnubilado. Ya se trate de aquel pedestre y desmirriado lector de toda la vida como de los más altos funcionarios y otros faranduleros políticos y bufones gobernativos encargados de extender la plancha elástica en el galeón de la democracia armonizadora de la pobreza. Si puedes caminar o arrastrarte, no te hará falta vehículo propio; y tampoco es que necesitemos tu huella axilar ni un currículo con fotografía de cuerpo entero, solo asegúrate de trasladar las medidas exactas de tus muñecas y talones antes de presentarte en nuestras oficinas mediante un correo electrónico al servicio especial de subcontratación: casasolayvaliente@mail.fr]   

Logoformas, logotipos, códigos QR.


Ahora nuestros socios amigos podrán comprender porqué no fue del todo malo para el mercado de los quadrinhos este proceso de adaptación ambiental de la maquinaria tebeística de los Estúdios Maurício de Sousa al nuevo milenio. Pues al hecho quizás anecdótico de que la voraz filial brasileña de Panini tuviese que cargar con la edición de algunos pocos títulos de producción nacional debidos a dos historietistas con ambiciones similares a las de cualquier otro quadrinista independente, gracias a tebeos como Valente y São Jorge, se sumó un acontecimiento tan significativo como que los Estúdios Maurício de Sousa se viesen abocados a acreditar la labor de sus equipos creativos (integrados por guionistas, dibujantes, entintadores, coloristas y rotulistas) en las páginas interiores de todas sus publicaciones infantiles desde el año 2015. Sin duda la responsabilidad editorial en esta segregación entre una pretendida historieta de autor y el modelo de la producción en línea, sometido a un estilo necesariamente estereotipado y a una distinta correlación de fuerzas laborales, había servido hasta entonces para formalizar una desigual valoración entre el trabajo realizado por los autores de proyectos especiales como la línea Graphic MSP y la labor de los equipos creativos responsables por las tradicionales cabeceras infantiles de aparición más constante y periodicidad muchas veces mensual que hicieran la fortuna del dibujante-empresario. Consideración si no del todo premeditada cuando menos irreflexiva que luego simplemente se iría desmoronando a lo largo de una campaña publicitaria y comercial encabezada por el máximo artífice y gerente de la nueva línea de tebeos bajo esa absurda propuesta de sedimentación jerárquica que necesariamente acarrea una categoria como lo autoral. Coartada de una supuesta libertad creativa concedida a la efusión artística de los creadores bajo contrato durante el proceso de producción de los álbumes y antologías pertenecientes a la colección Graphic MSP que los editores buscaban adherir con total exclusividad a esta nueva marca surgida de la alianza entre Maurício de Sousa y Panini Comics. Y ello a pesar de que la opinión de la masa de coleccionistas brasileños, cuando no la de los propios divulgadores inmersos en el circuito del comentario y la información comiquera más complaciente con las directrices editoriales, ya revelaba una cierta necesidad cada vez más urgente por reivindicar la labor de aquel numeroso grupo de profesionales que desde hacía décadas venían poniendo sus artes al servicio de los Estúdios Maurício de Sousa. Y no solo para aquellos pocos artistas que, como un Nicolosi o una Emy Acosta, consiguieran fijar una suerte de sello personal ahora fácilmente reconocible para un público más o menos experto. También para los otros muchos que todavía no habían conseguido librar la demoledora realidad del anonimato, quedando rebajados así al nivel de unos simples técnicos editoriales, de manera tan arbitraria como utilísima para asentar después entre el común de los brasileños una consideración tan particular y mítica de la figura del dibujante-empresario. De algún modo similar a la imagen mundialmente contratada por San Walt Disney, responsable absoluto de cada personaje o historia surgida con  su marca, como bien sabemos, o a la del mismísimo dios-creador Stan Lee, maestro de ceremonias y oficios en la tasca Marvel, quien al parecer habría regurgitado un universo superheroico libre de inspiración o influencia previas en seis días y medio con la única ayuda de algún que otro fiel operario.
A este lado del inmenso charco, no puede ignorarse lo fortuito de que tales cambios en la rígida administración de Maurício de Sousa Produções coincidiesen con el ochenta aniversario de su patriarca. (¡Ejem!) Y aún hay más. Otra de esas meras coincidencias, tal vez salvaguarda de un pasado que no convenga esclarecer para el mantenimiento del mito fundacional del dibujante-empresario a razón de la expropiación de la autoría sobre uno u otro personaje, llevó a que también hacia la misma época se decidiese renumerar las colecciones periódicas de la compañía. Colecciones y series todas de larga trayectoria que podemos tener por una suerte de acumulación originaria de Maurício de Sousa Produções poco podemos hacer para evitar estas bromas de nuestros redactores, al parecer no del todo injustificables, pues precisamente existiría una antología para esparcimiento de algunos de los artistas implicados en la línea de producción tradicional de la empresa titulada Ouro da casa (2012, Panini)sin la cual el modernizador proyecto Graphic MSP no habría sido posible. Lejos de entenderse como una experiencia de resistencia editorial frente a sus posibles competidores, si es que existe alguno todavía capaz de disputarle su primacia en el ámbito de la historieta infantojuvenil a los Estúdios Maurício de Sousa, este ejercicio de renumeración tal vez apenas complementaría un juego de precautorias estrategias legales para el saneamiento y ocultación de un todavía insuficientemente estudiado proceso sociológico de represión creativa a partir del cual se afianzó la fama de tantos de los personajes que luego han servido de sostén para más de esos tres mil productos licenciados en torno a Mônica y sus amigos que hoy se contabilizan en todo el mundo. Ayudando a consolidar de paso la eterna sonrisa y esa imagen vitalista del autor Maurício de Sousa a la que ahora también acompaña la espectacularidad explosiva de una muy conveniente modernidad, enfoque capital de cualquier publicación lanzada bajo el logotipo Graphic MSP.

EL ESCÁNDALO COMIXZONE!

Hemos comprobado hasta aquí, a base de freirle las pestañas al enano cejudo, pobre criatura alimentada a base de copias de prensa imaginarias que él cree estar leyendo ahora mismo mientras aprovechamos para realizar la muda bimestral de sus enormes pañales de seis capas, la varonil tenacidad de las grandes editoriales por mantener su cuota de mercado a toda costa. Editores que todavía no practican el sacrificio humano, limitándose de momento a asimilar en su provecho perfeccionamientos y novedades no siempre del todo innovadores que otros agentes con cierta capacidad de intervención dentro del mercado, como algunas asociaciones e instituciones emisoras de tebeos, muchas pequeñas editoriales, o, más comunmente los propios artistas, pueden ir desarrollando con éxito. Y muchas veces, por pura necesidad. Mejoras generalmente luego exhibidas por el devorador gran editor como resoluciones empresariales de su exclusiva inventiva. ¿Cómo es esto posible? Sucede que, al igual que en cualquier otro período apocalíptico anterior, el dominio ambiental sobre el medio de la historieta se dispone a partir del aprecio de aquella alineación de hitos que en una u otra forma se presenten como de imprescindible conocimiento. Un sacramental espanto al que nuestros oyentes/lectores amigos pueden asistir por mediación de la aplastadora plataforma YouTube a través de una simple búsqueda y la siguiente fórmula mágica: LOUCOS MSP. 
Para la imaginación de nuestros redactores, la crónica más o menos testimonial de la comercialización de la colección original de São Jorge editada por la filial brasileña de Panini no discurre por otras veredas que las del aprovechamiento: amoldar las obras según las conductas propias y el troquel editorial más provechoso por lo acostumbrado de su uso. Una explotación muy conveniente para el gran editor. Tan distinta de su posterior edición a cargo de la editorial Comix Zone! en 2023. Esta última de dimensiones mayores (26 x 17) reune en un único libro las dos entregas en que fue presentada la obra de Danilo Beyruth a los lectores en su estreno nueve años antes. Un lanzamiento unitario. Una monografía. Un tebeo que, por tanto, difícilmente vaya a ser equiparado ahora a cualquiera de los mangas junto a los que fueron distribuidos los dos pequeños libros mediante los que Panini dio salida a esta obra en quioscos y librerías. Probablemente, también el público lector al que la editorial Comix Zone! orienta sus publicaciones, tanto por vocación como por tratarse de la mejor oportunidad de optimizar sus recursos, sea algo distinto a ese otro más amplio con el que siempre ha de contar la filial brasileña a la hora de contemplar las expectativas de sus numerosos lanzamientos. Ya solo el precio de 94,9 reais que alcanza este libro de historieta de doscientas cuarenta páginas impresas en blanco y negro, encuadernado en cartoné y con guardas ilustradas, lo situaría en el punto de mira que suele dilucidar las decisiones de compra entre los coleccionistas de quadrinhos justo dentro de un segmento tan específico como el de la graphic novel. Y tal vez no podría ocurrir de otra manera. Pues aun sin ser adoptada según aquella inútil concepción evolucionista de la historieta como un medio sui géneris, o un arte indefinible forjado a base de mágicos progresos y aportes individuales, que todavía asumen en sus proclamas maravillosas editores y divulgadores españoles inevitablemente agringados, esta etiqueta comercial también ha acabado encontrando una total aceptación entre la mayoría de editores y aficionados brasileños a la hora de referirse a todo aquel tebeo emanado en la forma de un lanzamiento único con presentación y factura admirables. Que ni necesariamente alcance por ello el colosalismo de otros libros de historieta tampoco más singulares pero sí casi siempre mucho más gruesos a los cuales, también muy beatamente, y sin más orientación que prestigiar el consumo de gibis (los condenables tebeos de siempre), el propio mercado designa ahora con la voz de integral. U otras lindezas varias del estilo de omnibus con las que evitarse decir recopilación (o mamotreto) fácilmente rentabilizable por unos editores de cobardes a menesterosos. "¡Rendíos, débiles humanos!"

Flow & Flow Editores

Comix Zone! es una joven y flamante empresa tebeística surgida al arrimo del potencial comunicador de la internet brasileña hacia 2019. Reflejo gravitacional de la ascensión del gibituber (tebeotuber) Thiago Ferreira desde su canal especializado en el comentario y divulgación sobre quadrinhos Comix Zone! al ámbito celestial de los editores de historieta junto al escritor y promotor cultural paulistano Ferréz. Con más de setenta publicaciones en su catálogo tras cinco años escasos de vida, esta editorial se ha convertido en un amigable referente de calidad para el lector especializado. Tanto por su siempre pertinente selección de obras y autores, muchos de ellos traducidos por primera vez en el mercado brasileño, como por acertar a acoplar su producción a un sistema de preventa a través de la plataforma Amazon con un descuento del 30 % (restringido al período de lanzamiento) sobre el precio de portada. Elección controvertida a la vez que comprensible desde el ámbito de la edición y comercialización ante el número poco menos que infinito de dificultades que tornan toda posible conexión y vínculo con el público consumidor en una relación intermitente, no únicamente en cuanto a la difusión del propio medio y de la labor individual de editores y artistas, como puede suceder dentro de ese circo de enanos saltimbanquis y ancianas barbudas que un tanto en exceso sofisticadamente por acá se ha acordado llamar mercado español del cOmic, sino de la distribución misma de cualquier producto editorial. Por factores tan simples como la multiplicación de costes en el almacenamiento, ofrecimiento a librerías, reposición y recepción de devoluciones, o, incluso, las habituales discrepancias acerca del inventariado entre distribuidor y editor, debidos en su mayor parte a la concentración editorial en unas pocas regiones y los desafíos logísticos que impone la enorme extensión territorial de Brasil y su insuficiente red de librerías y escaso apoyo institucional. Un abandono que refuerza la venta directa en eventos esporádicos, siempre sujetos a relaciones igual de fortuitas, como son las ferias y festivales de quadrinhos, y, con ello, la importancia de los descuentos. Punto fundamental del coste de los tebeos brasileños en su venta directa a través de internet para pequeños y medianos editores por las expectativas que este cálculo tan azaroso luego después va a generar entre los propios aficionados. Difícilmente conciliable con los limitados recursos de las librerías especializadas, todavía a día de hoy uno de los pocos espacios de eficiencia probada a la hora de regularizar procesos de intervención y mediación cultural entre artistas, lectores y editores, como es siempre obligado destacar, más amenazadas de lo que ya estaban tras el surgimiento de Amazon. Cuya intrigante intervención en el mercado de los quadrinhos está comenzando a resultar incómoda hasta para los propios editores ante la amenaza de una política de liberación de existencias bajo descuentos muy superiores al usual en los métodos de preventa. Aun así son muchas y variadas las editoriales brasileñas que hallan un desahogo a sus catálogos mediante la exposición de títulos a través de esta plataforma comercial. Ampliándose a su vez el número de lectores aficionados que, bien por la disponibilidad inmediata del producto bien por su menor precio, encuentran en la multinacional estadounidense un método de adquisición preferente. Situación que viene a constituir un auténtico desafío para público y productores, de cualquier forma, al enfrentar la existencia de una empresa extranjera de ilimitada capacidad que pareciera actuar en Brasil como no ha logrado en casi ningún otro país del mundo. Y, de hecho, el sector editorial brasileño ya lucha por afianzar una ley del libro similar a las europeas contra las desigualdades más que aparentes levantadas por la intervención de tan despiadado adversario.
Otra experiencia análoga a la del sello Comix Zone! respecto a la confluencia de las redes sociales y los canales de información sobre historieta es la de los editores de Pipoca & Nanquim (Pipoca e Nanquim Ltd.), Alexandre Callari, Bruno Zago y Daniel Lopes, hábiles comentaristas y divulgadores de quadrinhos mucho antes de llegar a merecer el Troféu HQ Mix a la mejor editorial por varios años consecutivos, desde que a partir de 2017 se constituyesen como empresa emisora de tebeos gracias al empuje inicial que les supuso la propuesta de incorporación de enlaces de compra a los vídeos de su canal en YouTube por parte de la plataforma Amazon. Proyectándoles hacia una alocada carrera de lanzamientos de muy diversa índole, y, por ello mismo, a no mantener una clara orientación dentro de su catálogo, jalonado sin embargo por unas cuantas producciones propias con las que algunos de sus editores han pasado a engrosar las filas de los creadores de historieta y literatura fantástica. Incluso a financiar la adaptación cinematográfica de uno de sus tebeos, Ogiva, que la editorial Ponent Mon tradujo para el mercado español en 2023. ¿Se tendrá su éxito por un vil revés entre los genuinos oligarcas de la edición en Brasil? Mucho peor vista estaría allí la fusión ósea (en grado teratológico) entre los costillares osteoporosos de los teístas whakoomitas de la ACDCómic y los cuadriles de editores como Astiberri, ECC Ediciones y Spaceman Project, la famosa tríada de empresarios compadres de sumilleres y vendimiadores de la crítica colaboracionista. "¡Esa es buena!" La verdadera dimensión del fenómeno gibituber (tebeotuber) brasileño escapa al conocimiento de los redactores de esta gacetilla, por otro lado, nunca del todo honesta en cuanto a sus preferencias entre unos u otros editores, si bien esta no tiene parangón con esa otra mucho más burda tarea divulgadora destinada a la ejecución de prólogos y artículos instantáneos a pedido de una u otra editorial española que fertilizan nuestros tebeos bajo la ternurista justificación de la fama lograda por cualquiera de las abominables criaturillas gazmoñeras así aferradas al comentario de actualidad más servil y deprimente. Reflejo de una estrategia de mera salvaguarda a una más honesta y espontánea crítica por la labor editorial. Pero no nos recreemos en la descripción del siempre desmoralizador panorama intestinal español y sus lombrices sin pelo. Las dos personalidades que han dado forma al proyecto editorial de Comix Zone! no pueden ser tratadas de capitanes influencers, o dos simples aficionados inmiscuidos en la edición de quadrinhos por puro azar, y así ha de ser reconocido entre nuestros suscriptores: Ferréz, es decir, Reginaldo Ferreira da Silva, cuenta con una dilatada trayectoria en el ámbito del activismo cultural además de una bien afirmada carrera como escritor de ficción, mientras que Thiago Ferreira es un diseñador gráfico por largo tiempo interesado en el campo de la edición, formado en gestión y producción editoriales, además de un fluyente comunicador capaz de establecer una relación de confianza a través del inglés, o el francés, con editores y autores extranjeros. 
Ahora nuestros socios amigos estarán preguntándose si estos dos editores permanecen solteros, y por cuánto tiempo continuarán así, pues uno u otro serían un buen partido para cualquiera de esos familiares lejanísimos aquejados de sindactilia que tan filantrópicamente ocultáis en sotanos y buhardillas entregándolos al pasatiempo del descascarillado de toneladas de sacos de almendras y avellanas que luego se comercializarán con un bajo coste sanitario para la humanidad a través de todos los orificios de Mercadona de aquí a Valladolid. Y no os olvidéis de aquellos octogenarios padres y madres recién enviudados, de escasa rentabilidad y tufo zopilotero, tan inútiles para la monda de frutos secos como difíciles de mantener a distancia. ¡Probad suerte enviando unas picantonas fotografías de tan formidables pretendientes!
Esta proyección a través de internet, que lejos de ser abandonada tras el salto al mundo de la edición tiende a intensificarse a través de las comunicaciones, campañas de preventa y anuncios de lanzamientos y futuras licencias de publicación, favorece la guía pastoril de los aficionados. Lo que sin duda ayuda a salvar esos abismos impuestos por las correlaciones jerarquizadas entre productores y público consumidor. Una intervención feliz que aporta a estos editores indicaciones válidas sobre la relación que acaban por establecer los aficionados con sus actuales o futuras publicaciones. El peligro del caudillismo, la caída en una especie de culto al editor-hermano que muy fácilmente podría convertirse en odio a poco que el lector se sintiera traicionado por una u otra razón, parece solucionarse entre editores como Comix Zone! y Pipoca & Nanquim mediante una corriente y muy habitual labor de comentario a las muchas noticias, lanzamientos de otras editoriales y polémicas de todo tipo, que discurren parejas a su propia actividad y a la vida de sus lectores. Un gozoso espectáculo para el lector extranjero que los redactores de Historietas a pedales invitamos a seguir con jubilo a todos nuestros suscriptores. Pues su sola contemplación acelerará la toma de conciencia con la que nuestra gacetilla se ha comprometido a costa de mucho dolor y muchas más risas. Así como de una actividad masturbatoria casi temeraria que solo los socios con una suscripción premium podrán acompañar a través de nuestro canal privado en la plataforma OnlyFans. Desde donde revelamos con acelerada desnudez los mecanismos panceteros enmascaradores de la grasienta realidad del mercado español de la historieta y sus inflamados agentes. Seguramente nuestros socios más tímidos se cuestionarán el valor de tales revelaciones, y su acelerada y desnuda inmediatez, mostrándose reacios a pagar por ver un cuerpecito que no conocen del todo. De una atractiva delgadez, rosadas cicatrices, y azulados costados. Así como de una arrebatadora y sensual disposición a emprenderla a insultos con cualquier coleccionista depravado hasta hacer que también él repudie la desidia de los editores españoles a la hora de proyectarse públicamente a través de internet. Al haber abandonado en manos de unos ángeles monstruosos incapacitados para cualquier clase de vuelo tan inmejorable oportunidad de comunicación con los aficionados a la historieta. Público por supuesto mucho más amplio, no necesariamente preso por las mismas manías que acogotan a las inhóspitas y sufrientes criaturillas caídas en un consumismo ya ni siquiera promisor para los pequeños editores, y más bien reacio a los usos conventuales de esos círculos espiritistas del frikismo. Unos lectores cuasinmaculados libres de pulgas y demonios que estos incompetentes empresarios editoriales ni se esfuerzan en imaginar mientras pierden el equilibrio frente a la webcam entregando sus cuerpos a los usos extáticos del movimiento espírita. Como demuestra su incapacidad para trascender esos corrillos de frikis, cuya característica principal es una falta de recursos expresivos que conducen la historieta hacia las formas más vulgares de mercantilización siempre tendentes a expandir los cautivantes esfuerzos de mediumnidad con los que el movimiento espírita dispone edades mágicas, jerarquías y categorías artísticas, de manera inexacta y anacrónica. "¡Gorgoteros, dóciles bufones, llevaos vuestro caldero y sus sopas de mazmorra a los infiernos!" Así funcionan esos ateneos satanistas con cómodos asientos para unas desmayadas sesiones espiritistas de dos o más horas de duración en mitad de las cuales la poco sustanciosa aparición del editor, «un admirador, un esclavo, un amigo, un siervo» y, a veces, incluso empresario, acabará siempre por asumir el delirio de una naturaleza fantasmática (casi hiriente de tan especial) muy apropiada para el censo de pecados y la exposición mediática eventual y errática de cualquier producto destinado al olvido. Espectáculos siempre infumables que acaban por entregar el alma del editor a las apetencias y saberes febriles de uno o cuatro visionarios, como ocurre en todas estas relaciones incestuosas, en compañía de otro racimo de ocultistas que seguirían con fervor estos oficios sin esquivar del todo la maldición. Los unos con los otros unidos en el vínculo de consanguineidad feral que mejor reproduce el frikismo son todos candidatos al oficio del baldeado de opiniones. Una crueldad gratuita en estos purgatorios para el caos y el bostezo que, días o semanas más tarde, posiblemente llevará a repetir la misma aburrida entrevista desde el fondo de su propia celda a todas esas ancestrales fieras diluviales. Y a sumar así otra nueva parafonía maldita. O quizás una ectoplásmica aparición más que poder añadir al currículo del incauto o comodón editor. 
Aquí sobre este asunto de la sobrenaturalidad editorial en la internet española no tenemos más que recordar aquello que suele decirnos nuestro director entre cola-loca y cola-loca cuando se asoma a la única ventana sin tapiar en esta misma sede para darse el gusto de lanzar uno de esos eructos a 175 dB capaces de desmoralizar a nuestros competidores, adversarios degenerados complacientes con ese enemigo eterno al que la naturaleza de las cosas ha venido en llamar editor empresario a falta de algún insulto mejor:  

"Quien tiene bueyes, ara cuando quiere."  

¿EL FINAL? ¡EL FINAL DE LA RESEÑA!

"In the end? Nothing ends, Adrian. Nothing ever ends.", según nuestro vigilante director, cita tomada de Rocky V (!) que el puto enano cejudo pronuncia cada vez que lo desacaloramos mediante algún guantazo.    

 

La calidad del recebo mítico, acerca del que comenzábamos a hablar hace apenas treinta y ocho minutos [4], es muy notable en la ilustración de portada de este tebeo. Puede suponerse una roca de veneración para el animoso lector en busca de reveladoras aventuras. Una advertencia de las dificultades refugiadas en este espacio por la voluntad de Danilo Beyruth, con las mil novecientas escamas del demonio omniforme a las que el guerrero debe imponerse en una escalada portentosa y única. Casi circular y, sin duda, compleja, como creemos nos propone el cuerpo todavía a medio descubrir de ese gigantesco reptil asobinado en la forma de una montaña al que parece haberse encaramado San Jorge tras muchos y difíciles trabajos. El mismo soldado romano y paladín europeo protagonista de otra suerte de jeroglífico, tal vez menos espectacular al no retener la idea del monstruo y la lucha portentosa, elevado al diseño de portada para la anterior edición de São Jorge sobre el eje simbólico de la cruz cristiana. Donde se toma la variación de la posición horizontal y vertical de la lanza sostenida de esta diferente manera por el personaje de una a otra de las portadas de los dos tebeos en que Panini dividió la obra detonando ese carácter centrípeto de la comunicación entre el mundo histórico y el mundo de lo transcendente. Un diseño de innegable significación teológica redentorista. Detalle no menor encarpetado en alguno de sus elementos simbólicos por esta historieta, si bien ni una sola de las piezas de tal imaginario constituya el fundamento mismo del firme histórico que más interesa al autor. Aunque no por ello deje de remitir a un mismo esquema de carácter cósmico y mítico de inspiración solar que, con algunas pocas modificiaciones, podría reconvertir la portada escogida para la actual edición de este tebeo sauróctono editado por Comix Zone! en una igual de excelente invitación a las aventuras de ese alienígena desesperantemente estadounidense que la Marvel hace pasar por Thor. O tantísimos otros héroes matadores de monstruos de Fereydún y Perseo a Sigfrido.
Nuestro director, así nos lo ha indicado muy animadamente mientras ordenaba su colección de latigos, bastones y fustas, prefiere con mucho la actual y más gargantuesca portada del tebeo unitario lanzado en 2023. Nosotros dudamos de que San Jorge sea considerado patrón de los jugadores de rol por ninguna religión en el mundo, como él asegura. O que siquiera este improductivo estremecimiento de unos pocos cientos de cenobíticos apasionados adeptos del rol realmente haya alcanzado una consideración similar a la de las antiguas órdenes de caballería. Pero nuestro veterano director... ¡Uy! ¡Ay, ay, ay!
La portada favorita del sabio director de esta gacetilla valdría por sí misma para que también los forofos del superheroísmo reconocieran en el santo cristiano esa apostura ejemplar y emblemática compartida por muchos de sus personajes predilectos. Titánica, poderosa, y, en su sentido más profundo, epifánica. Pues no dudamos de la lealtad que despiertan las representaciones actuales de los príncipes y caballeros legendarios en el historietista brasileño. Ejecutor de no pocos comic books de superhéroes. Cuya predilección por la temática aventurera y el género de acción es además motivo de una satisfacción más sincera a la de aquel oficio en el que se comprometen otros profesionales durante la búsqueda de una ocupación laboral desde cualquier lugar del mundo. Y, como dice nuestro inteligentísimo y culto director, cada vez más peligrosamente unido al puto enano cejudo en todos estos debates para nosotros absurdos, la portada es el centro. Siempre foco de la atención de los buenos creadores y editores. El punto en que el lectoespectador comienza a unir su destino al del protagonista de esta historieta, el tribuno Jorge, cimentando el reconocimiento del plano legendario e histórico. A la vuelta de cuya lectura los emblemas, figuras historietísticas de mayor o menor complejidad, habrán de reconocerse finalmente como símbolos que traspasan la mera alegoría histórica a la que tan fácilmente se encaminan hacia su conclusión no pocas historietas europeas. ¡Viva nuestro director! ¡Viva! ¡Vi... ¡Uy! ¡Ay, ay, ay!
El método de orientación propuesto al lector por Danilo Beyruth es el propio de la historieta histórica, tomando una sucesión de acontecimientos que no ofrecen conjeturas arriesgadas sobre las circunstancias que atraviesan los personajes y las localizaciones en las que se desenvuelve el relato. Una historieta apegada pues a un escalonamiento paulatino de episodios que llevarán al protagonista a su suplicio y ejecución bajo ese marchamo de la aventura propicio a desenvolver con una fluidez alejada del didactismo, y cualquier afán divulgador, uno u otro aspecto de la biografía del protagonista de la obra como de algunos de sus principales antagonistas. Todos personajes históricos de mayor o menor importancia. O cuando menos dotados de una historicidad mucho más clara de la que se le supone a San Jorge, cuya naturaleza ejemplar para la condición humana seguramente sea mejor conocida del lector que una dimensión histórica hilvanada con fineza en aquellos pocos frunces presumiblemente definitorios de su personalidad seleccionados por Danilo Beyruth para privilegiar una disposición realista del relato. Con toda evidencia, muy anterior a la codificación doctrinal y teológica que acabaría convirtiendo a un soldado romano en mártir del cristianismo; posible razón para haber desechado el anterior diseño de portada, y sus exigentes referencias religiosas, en favor de esta otra provisión de lo fabuloso más útil para proyectar a su protagonista hacia la épica y la leyenda. Punto que nuestro maravilloso director estima de especial atractivo para sectores de población socialmente segregados, sumidos por voluntad de otros en la pobreza y la marginalidad, sin apenas posibilidad de elegir entre libertad y subsistencia. Situación que aún hoy motiva y clarifica la identificación con esta condición de protector de los oprimidos alcanzada por el santo sauróctono especialmente entre los afrodescendientes brasileños a través de sus propias figuras de veneración. A los que ha podido atrapar la lectura de esta historieta introduciéndoles en el régimen existencial de un personaje sentido y representado a semejanza de la vida de uno de sus antepasados. Cuyas existencias, tanto para el devoto moralista cristiano (blanco o negro) como para el más discreto adepto de las religiones afrobrasileñas, todavía han de hacerse presentes a fin de provocar el reconocimiento de un origen portentoso tras la injusta situación actual del mundo. Una perspectiva difícil de comprender para quienes no participamos de tal actitud psíquica, aunque jamás pensemos renunciar por ello a imaginarnos cuán grande no resultará su soberanía entre los individuos de unos y otros grupos humanos. "¡Más daño hace el Warhammer!" Pero quizás sea precisamente por el carácter popular con que profesan los fieles brasileños su religión que nuestro tebeíto adorado ha terminado alcanzando una condición tan seductora como reflejo del realismo sensorial por el que se orientan incluso los más intolerantes cultos neopentecostalistas y el siempre invasivo cristianismo evangelista. Únicamente así logramos explicar tan significativa ausencia de rogativas para la destrucción de la obra, u otros intentos de censura más vulgares, con los que en verdad esperábamos deleitarnos durante el visionado de esa la larga conversación mantenida entre Danilo Beyruth y el editor Thiago Ferreira en el canal Comix Zone!. E ahí el mérito de un abordaje histórico que el historietista brasileño prefirió no desbordar a partir de una insistencia mayor en un transfondo místico de alienación, pobreza y sufrimiento colectivo. Sin duda altamente eficaz para dirigir la identificación popular con la leyenda del santo, como demuestra la película de Glauber Rocha O dragão da maldade contra o santo guerreiro, y aun así un enfoque innecesario en relación a esta historieta por la mejor y más encendida oposición que se plantea entre los avatares históricos y el comportamiento y la experiencia moral del tribuno Jorge. Similares a los asumidos por el himno de Jorge Ben Jor que emperifolla esta majísima reseña entregada hoy al mundo para delirio de nuestros socios amigos.
Ya suenan los tambores, y ahora algunos de esos pocos suscriptores temerariamente capaces de retrasarse en el pago de su cuota de socio hasta en dos mensualidades se estarán preguntando, "¿De qué diantres hablan estos podcasteros del carajo?"
Pensemos en la alineación de cojinetes bordados en oro y los cientos y miles de joyas y rubíes de los espejos que engalanan los salones de nuestros señores empresarios en este primer mundo editorial. "Los salones enjoyados en sangre del eurocentrismo, entre lo retro y lo vintage, una deprimente moda por la que no parecen pasar los años." Acaso no resultaría más atractiva una leyenda de San Jorge desalojada de sus escenarios históricos tradicionales, pongamos que a ejemplo de alguna clase de fórmula genérica que aprovechase todas aquellas imágenes, junto a su estructura mítica paticular o parte de ese acervo de esquemas culturales, interpuestos por el mayor exotismo atribuido a los mitos, héroes y seres legendarios más representativos de la Amazonia. Esa Amazonia fundada sobre el órgano misterioso de cierta mentalidad colonialista. "El órgano, dice, yo veo dos... ¡Y así de grandes!" Elemento aglutinador de una provisión de temas y asuntos para no pocos de los tebeos de aventura histórica contra los que se habrán dado de bruces muchos de nuestros socios a lo largo de su vida como lectores aficionados. Para los que ahora nos proponemos redoblar nuestra ya bastante burda propuesta inicial mediante alguna otra modernizadora invención mucho más insultante, al menos tanto como para asegurar su comercialidad dentro de este oprobioso y diminuto mercado, una innovación tal que casi pudiéramos adjudicarle la inmediatez de unos valores cinematográficos hollywoodienses, y, por tanto, según se entiende a día de hoy en el Occidente libre, tan universales como pueda serlo para la mayoría de nosotros (representantes del pueblo de financieros asesinos) la historia de un San Jorge favelado. Una serie en la que el protagonista entregara su cuerpo al suplicio de hordas demoníacas policiales cual un violento mártir, dispuesto así a poner en juego su vida a cambio de la salvación futura del buen montón de almas atrapadas en mitad de una lucha entre los corruptos agentes del poder de cualquier pagana megalópolis brasileña y los habitantes de una ciudad de Dios bien reconcocible en su extrema pobreza como el estereotipo de esa favela conocida por todos. Esta versión modernizada de la leyenda del santo sería sin duda una alternativa con un mayor alcance entre ciertos editores españoles abismados en la misma alucinada superioridad cultural con la que también comulgan los estómagos nunca del todo inocentes de no pocos lectores aficionados a la historieta por estos lares. Razón suficiente para que no encontremos dentro de los catálogos de nuestras grandes y medianas editoriales sino aquellas pocas traducciones de quadrinhos brasileiros previamente validados a través de mercados considerablemente superiores como el estadounidense o el francobelga. Todo un embudo gordiano que nos lleva al vómito de premios y otros mecanismos legitimadores igual de lucrativos. Arrastrándonos también al riego de la indigencia editorial en el que hoy en día se empapan los apetitos y saberes del cultivado público español consumidor de historieta, el más selecto de todos los públicos en el mundo, según fijó la leyenda desde tiempos anteriores al desmayo consumista del liberal-progresismo, anclado desde décadas a un mismo estadio de madurez y natural monotonia que mejor explica el rutinario avance de editores siempre a remolque de otros mercados. Razón de que Danilo Beyruth y tantísimos autores brasileños antes que él jamás a lo largo de sus carreras profesionales tuvieran en cuenta los gustos de nuestros achaquientos hidalgos de la edición y sus críticos fanáticos (aspirantes a angloparlantes) del movimiento cismático unicitario del Best Spanish Comics. Pues infalibles abordajes estereotipados como los que aquí maliciosamente hemos propuesto solo contribuyen a una consideración torticera acerca de las peculiaridades y la complejidad de la historieta brasileña. Y precisamente, por su profesionalidad y bagaje como narrador, Danilo Beyruth abraza también cierto distanciamiento respecto a ese oportunismo que surge de las producciones autoexotizadas y todas esas búsquedas esencialistas tan del gusto de españoles y europeos. Gusto bien aprovechado por empresarios editoriales que tratarán de imponernos un comercio de historietas creadas bajo referenciales geográficos aparentemente únicos, blanca espuma para ficciones tan limitantes y artificiales como resulta la serie Rio. Colección esta de álbumes producidos originalmente por la casa francesa Glénat que fueron regurgitados después en forma de un grueso y tosco libro traducido al español por Norma editorial, se supone que para el disfrute de las incultas cucarachas por las que este editor suele tener a sus clientes, y, con el auxilio de Edições Asa, también en Portugal mediante una de las más pintorescas traducciones jamás conocidas en su sonrojante desprecio por cualquier modismo perteneciente a la variedad brasileña del portugués. Una exótica crueldad por la que todos ellos esperan ya su castigo en... Bueno, en alguna esfera sensible, o plano astral, por ahora desconocido donde quiera que aún se realice el dividendo pasivo de tales retribuciones. Tanta secrección moral no puede ser fortuita. De ahí quizás esa promoción enloquecida por el voto a la Europa 51st state de nuestros políticamente bien informados autores de historieta y buena parte de sus seguidores en esta potencia llamada Españichiquirritistán durante cualquiera de las últimas elecciones democráticas hacia la nada. De todos modos qué más dará semejante abandono de las realidades materiales si a cambio de camuflar su sumisión colectiva al capitalismo heroico armonizador de la pobreza estos héroes del meme han logrado abastecernos con mil solidarias estampitas de cerditos aviadores. Un operativo democrátrico contra el fascismo ciertamente barato, y con un bajo riesgo reputacional para sus promotores, sin embargo vueltos después al freno de una orientación ética propia del mercado de la historieta en los EE. UU. que les habría impedido lanzarse a la yugular de ese estado colonialista pantalla del imperialismo estadounidense llamado Israel mediante la creación de algún otro artístico meme comunitario. De cero a atrás llega la nada. Tampoco será casualidad que esos individuos impotentes pero de una laboriosa actividad en el descampado de las redes sociales emplearan la misma exacta cantidad de esfuerzos retuiteadores en apoyo a la resistencia de la población ucraniana antiatlantista contra el fetichismo demócrata del amigo fascista Volodymyr Zelensky y sus compis de farra armamentística. ¿Todo al rublo? "Todo al rublo."
Así de claro, amigos francobelgas y demás imperialistas [5], la soberanía de la historieta brasileña supera ya a veces el paradigma aristocrático que pretende hacer pasar por un modelo superior la bande dessinée histórica. Que alguien pruebe a preguntar a autores como Rafael Fonteriz por ese rigor legendario que supuestamente guiaría la producción de tal categoría de historietas y tebeos.— Y eso que todavía ni hemos empezado a reseñar tebeítos de André Toral. ¡Rendíos, mondos retoños de la Europa supremacista colonizadora de imaginarios! 

"¡QUÍTAME TUS SUCIAS ZARPAS DE ENCIMA, MALDITO EUROPEO APESTOSO!"

El guerrero cristiano y la libertad de espíritu.

Ese entusiasmo por la acción característico en Beyruth, que lima y corta al ras la planificación de las más fulgurantes secuencias por todos sus tebeos, se despliega en São Jorge por medio de la vasta multitud de los soldados en batalla y la bestia monstruosa que surge del agua. En ambos casos, la concatenación de acciones se servirá de variados montajes y los efectos expresivos logrados por la alternancia de planos que puedan mostrar mejor la auténtica dimensión del combate. La desmesura de la guerra en el campo de batalla, que conduce al lector por las apreturas de las conocidas formaciones romanas y los movimientos desesperados de sus soldados, dará paso al campo abierto y los parajes solitarios propios de la iconografia de las bestias y los obstaculizadores del camino responsables del mal. Pero el precipitado de lápiz, tinta y aguada, que Beyruth deposita en su apuesta siempre coherente por la aventura y la acción se integra esta vez con un esqueleto histórico erigido sobre esa imagen nefasta y finalmente esperanzadora del mundo que se supone acompañó al tribuno Jorge por toda su corta vida. De un modo inclementemente verosímil, hasta componer así una ficción histórica de interés para el esclarecimiento de esa familiaridad con la que todavía se venera a un personaje legendario y mítico como San Jorge. Sin dejar de ser además una excelente historieta histórica y, por ello, un título incomún a destacar en la tebeografía de un autor brasileño al que los cagones editores españoles jamás os aproximarán con sus catálogos de calamidades estadounidenses. 
Danilo Beyruth comienza a solidificar su abordaje realista de la leyenda de San Jorge a partir del prólogo en el que se nos presenta aún con cierta reserva y de modo fugaz a la bestia modelada por las antiguas sociedades de hombres de armas. La bestia omniforme. El dragón. Aunque refinado según las intenciones y apariencia de verosimilitud de una aventura histórica que se inicia en el año 297 d. c. a las afueras de Cirene, en mitad de la noche, cuando una bestia cocodriliana destruye de parte a parte una granja tras arrollar su edificio principal. Una fulgurante invasión que servirá al dibujante para dar cuenta de la condición anómala pero natural de la bestia, reconocible por sus desproporcionadas fauces y cola, dejando tras de sí a una niñita llorosa necesitada de auxilio. A la que indudablemente volveremos a ver más adelante por varias ocasiones a lo largo de la obra. Incluso con una función fática para la transmisión de la leyenda como la que se le otorga en el epílogo. Presentificación también de la relación simbólica oculta tras la estructura capitular de esta historieta y la paginación del propio tebeo. Un catártico detalle que nos lleva a penetrar en el campo de las correspondencias entre un autor y su obra a partir de esa simple casualidad que constituye la fecha de nacimiento de Danilo Beyruth: 23 de abril de 1972. [6] 
La fuerza ajena del mal en la forma de las armas se impone a la juventud y la vida. Roma está otra vez en marcha. Sabemos que el dibujante brasileño es un historietista de pocas palabras, lo saben también nuestros suscriptores y no lo sabes tú que vives bailando el Chiki-chiki para el editor español y sus corruptas asociaciones, pero una vez inmerso en la realización de esta historieta tan excepcional dentro de su tebeografía no le quedó otra que tirar de unas cartelas para subrayar la perspectiva histórica que atraviesa la obra. Diligentes y concisos textos que nos introducen a las tablas del Imperio mediante los que Beyruth advierte al lector de la existencia de otros personajes que exigen nuestra atención. Año 298 d. c., con este primer capítulo queda establecida la tesis que justifica la redención en la sangre de nuestro santo guerrero aunque él mismo tarde todavía algo más en aparecer, lo hará unas páginas más adelante cuando comience la batalla por Alejandría que enfrenta al ejército del emperador Diocleciano dirigido por Galerio, su césar, con el rebelde, y autoproclamado augusto, Domiciano. Las cartelas trabajan así aspectos administrativos y cuestiones burocráticas que motivaron la revuelta en tierras egipcias, además de presentar el sistema de gobierno que los coemperadores de la nueva tetrarquia establecieron entre Oriente y Occidente con la garantía de una línea de sucesión a través de sus césares, de Maximino a Constancio y de Diocleciano a Galerio. Informaciones reveladoras, en gran parte, de los motivos pecuniarios y personales de los altos mandos del ejército romano tras su política de expansión y guerras continuas que Beyruth amplia todavía con mayor claridad durante la marcha de los soldados hacia el campo de batalla mediante una conversación entre el césar Galerio y uno de sus subordinados. Diálogo resuelto con la naturalidad y concisión a la que acostumbra este historietista:

"Realmente tenho que dar o braço a torcer, Galerius. Achei que, depois da derrota para os persas, as suas ambições estariam seriamente comprometidas. Sua habilidade tática vai muito além dos campos de batalha."

"Hah, os campos de batalha são apenas uma extensão menor do jogo político, meu caro. Um mero serviço braçal. / A verdadeira batalha não é aqui, e sim no campo da força de vontade e da determinação. Os verdadeiros vencedores são forjados muito antes de colocarem uma espada em punho."

El autor de São Jorge modula la progresión de este argumentario nefando por toda la obra a través de diálogos abiertos a escenificar rencillas y desavenencias varias entre los personajes en mitad de algún interludio que inteligentemente nos instroduzca en la rítmica del acontecer histórico. El tiempo, el destino y la caída en desgracia del tribuno Jorge se fraguan lejos de los campos de batalla, como comprobamos en el "Capítulo IV Galerius e Diocletianus", representación de la ceremonia de sacrificio y adivinación cuyo fracaso aurúspices y políticos trasladan a los cristianos. Utilizada aquí no tanto por introducir una intriga palaciega, sino más bien como un primer testimonio de los intereses que impulsarán el repertorio de humillaciones y vergüenzas por las que habrá de pasar el protagonista hasta su consagración como dios-hombre asesinado. Componente este del mito redentorista que podría despertar el interés de algunos lectores brasileños, los devotos y fieles de casi cualquier religión pero también los simples conocedores de la leyenda del santo, y que Beyruth logra eludir gracias a su abordaje realista del período histórico por el que pasa la aventura. En una apuesta por la verosimilitud que, al menos en parte, como tendrán ocasión de comprobar nuestros socios amigos, alcance incluso a recoger la iconografía y la plástica consagrada por el mito al santo sauróctono a mayor gloria de la viñeta y el gusto por las acciones espectaculares. De un modo no muy distinto al riguroso ordenamiento del choque entre los ejércitos romano y rebelde por el que el dibujante brasileño conduce a los lectores durante todo el "Capítulo II Batalha por Alexandria", páginas veintinueve a sesenta y cuatro del libro, iniciado con la presentación a doble página del campo de batalla en un frente amplio por el que se despliega la primera línea de infantería romana. A cuyos rostros después nos dirige Beyruth mediante las estrechas viñetas horizontales que presiden las dos siguientes páginas, ocupadas en la exposición del resto de unidades de este ejército junto a otro par de viñetas inferiores también horizontales y de mayor amplitud. Un engarce que pasa por ir mostrando el distinto armamento de cada unidad antes de que la música del cornicen imparta la orden de iniciar la batalla y las flechas vuelen hacia los escudos de los ciudadanos legionarios del emperador Diocleciano y del ejército rebelde de Domiciano. En tal escenografía, las onomatopeyas se consumen como un combustible inflamado que pronto surge y desaparece tras algún personaje con predominio sobre la viñeta. Y de las pocas que Beyruth se permite apenas una sola destaca por su desempeño en esa tarea ordinaria de capturar algún instante que nos obligue a demorarnos en la contemplación de una formidable y feroz maniobra, como ocurre por la doble página en la que los escudos chocan dentro de ese teatro de multitudes de la primera línea de batalla. Mucho más original es la figura que llega a componer una de estas pocas onomatopeyas al separar dos acciones acaso distintas en una viñeta secuencia donde se asimila el retumbar del trote de avance de los pies de los soldados con el grito de guerra salido de sus gargantas, con sonoridad cercana a un signo de movimiento al dividir enérgicamente en dos la viñeta mediante esta onomatopeya a la vez gutural y telúrica. La desmesura del combate se irá engrandecienco a medida que Beyruth multiplique la representación de los factores y el número de efectivos que intervienen en la batalla hasta condensar la marcha del combate en el tribuno Jorge. Un curso de acción caótico solicitado de esa energía que el historietista brasileño sabe imprimir entre la actividad y la intensidad a través de las más variadas composiciones de página, unas veces circundando el área operacional de espacios de batalla angostos donde se sucedan los actos más apurados a partir de primeros planos, prácticamente viñetas detalle radicalmente autónomas, con rostros lanceados, escudos hendidos y corazas abiertas al filo de una espada, en arreglo a disposiciones regulares como las de las páginas cuarenta a cuarenta y uno estructuradas cada una en dos columnas con tres viñetas cuadradas y de un mismo tamaño, que, sin embargo, al virar la página mudan hacia una nueva composición a partir de la que se nos revela el estatus de unas y otras fuerzas al abrir el escenario a un plano general del avance del ejército de Roma sobre las tropas rebeldes mediante una perspectiva cenital. De este modo la laboriosidad de un dibujo puesto al servicio de las atrocidades de la guerra no compromete el dinamismo y el nivel de actividad con el que la cinematografía nos ha acostumbrado a apreciar cualquier batalla tumultuosa a lanza y espada. Pero Danilo Beyruth es uno de esos artistas familiarizados con las oscilaciones de temperatura propias de la historieta que nos hacen alcanzar ángulos de observación diferentes a los de cualquier péplum cinematográfico. Y hasta trastocar en cierto grado el sentido de lectura desplazando la mirada de una a otra esquina por una viñeta cuadrilonga capaz de estancar así el curso de las acciones guerreras en un instante único. Muy brevemente. A efecto de mostrar la formación rectangular de las infanterias y a los oficiales que acaudillan el ataque con toda la profundidad de campo de este tipo de viñetas horizontales generadoras de atmósferas tensas próximas a momentos decisivos, que se extienden a todo lo largo de la franja superior de una a otra página, y luego van a facilitar el desglose acelerado de acciones por una sucesión de cuadros verticales con planos cercanos situados en la mitad inferior mediante los que se signifique el signo de la batalla en la lucha de uno o dos personajes. Es desde uno de estos montajes que se alzará por primera vez la figura del tribuno Jorge (pág. 49) para tomar el mando de la reacción contra la caballería enemiga. Y determinar con su actitud ejemplar el curso de la batalla en favor de los soldados del Imperio. Los movimientos de personajes y cambios de encuadre se suceden durante la secuencia bajo una bien ajustada imprecisión de los fondos, con soldados apelotonados entre nubes de polvo sobre las que se elevan puntas de lanzas y algún estandarte, lo que dota de mayor emoción y claridad narrativa a esta exhibición de las dotes guerreras del tribuno. Capaz de impedir la desbandada de los hombres bajo su mando tras el ataque por la retaguardia de la caballería de Domiciano. Jorge es el centro de la acción, de modo que, tras dejarse ver por primera vez descabalgando al decurión mediante un lanzazo, se prescinde de más puntos de vista del campo de batalla hasta el fin de la contienda. Las suyas son hazañas que revisten un carácter moral, el propio de la libertad de espíritu en un guerrero superior, y Beyruth no deja de apuntar en este sentido por algunas de las viñetas detalle independientes con las que queda demostrada la filiación cristiana del campeón mediante una pequeña cruz anudada a su muñeca. Solo hay que recordar que los caballeros de la Edad Media se armaban en nombre de San Jorge o de San Miguel. Con el fin de la brutal contienda otra cruz igual a la que porta Jorge entre las pertenencias de uno de los caídos llamará su atención y evidenciará esa inversión de las relaciones, interior y exterior/bien y mal, concerniente a la libertad de espíritu en la que acaban por manifiestarse las dudas de cariz incluso político que planteará el tribuno a uno de sus compañeros mientras los vencedores recojan el trofeo sagrado de las armas y rematen sin piedad a los heridos más graves:

"O Império foi construido por guerras. Esse é o jeito romano! / É assim que trazemos a civilização para um mundo bárbaro."

"A questão não é essa. / Às vezes tenho dúvidas sobre os nosos motivos. Se estamos escolhendo as batalhas certas, pelas razões certas."

Aunque bien que se cuida el historietista brasileño de representar ningún extásis temporal, o experiencias límites tan propicias de la aventura épica y la fantasía heroica, el breve diálogo que acompaña a la muestra de compasión de Jorge hacia el soldado caído ya se proyecta para el psiquismo de un creyente como el comienzo de esa transición del estado de naturaleza al estado de gracia con el que se reviven las situaciones más cotidianas. El lectoespectador trabaja por sí mismo sobre lo que el historietista dispuso sin llegar a saber del todo qué se haría de su obra una vez impresa y comercializada. Y hasta nuestros plumillas se sienten invadidos por ese no saber para quién viven, y comienzan a creer por lo menos en la leyenda de San Jorge. Algo entre terrible y maravilloso. De hecho uno casi siente pena por estos últimos ante la nueva oportunidad que me están brindando de probar una de mis mejores y más recientes adquisiciones en el género de rebenques. Vamos allá... ¡Uy! ¡Ay, ay, ay!
Aún en este Capítulo II, justo por sus tres últimas páginas, la trama nos enreda entre los refinamientos políticos que prepararán la caída en desgracia de Jorge precisamente durante la celebración de la victoria bajo la carpa del emperador Diocleciano. Los mandos reunidos en este banquete no pueden evitar elogiar la lucha ejemplar del tribuno contra el decurión que encabezaba las tropas auxiliares del ejército rebelde de Domiciano, una acción providencial por haber evitado la desbandada de los ciudadanos legionarios, provocando así una cierta preocupación en el césar Galerio. Receloso del clamor entre algunos de estos oficiales para que el emperador promueva a una posición más elevada dentro de la jerarquía militar al nuevo campeón. Lo que en cierta forma Diocleciano parece incluso considerar seriamente cuando tras manifestar que agasajará a Jorge con el caballo del decurión se refiera al tribuno como un verdadero Hércules (héroe subordinado a Júpiter, rol este último que se adjudicaba al emperador dentro de las representaciones jerárquicas de acompañamiento del poder político-administrativo imperial). 
La estructura capitular del relato seguirá abasteciendo episodios aparentemente desligados de la misión que emprenderá el tribuno Jorge a lomos del caballo blanco regalo de su emperador, algunos de los más relevantes aún recogerán hechos históricos como el del ya referido Capítulo IV, y, gracias a ellos, no dejarán de hacerse notar las connotaciones religiosas con las que se revistió la política de restauración llevada a cabo con la nueva tetrarquía para impulsar el culto tradicional al panteón romano que mejor justificaba su poder dentro y fuera del ámbito militar. Las discrepancias entre Diocleciano y Galerio sobre el distinto grado de peligro que uno y otro atribuyen a los cristianos servirán para que este último tome en sus manos el destino de Jorge. El cual se hará más evidente una vez cumpla con el cometido que Galerio idea para mantener alejado del palacio imperial al combatiente cristiano. Esta misión sobre la que mucho después acabaría por erigirse la leyenda del santo en su transformador paso de mártir a guerrero llevará al tribuno Jorge hasta la ciudad griega de Cirene. Colocándolo a las puertas de la muerte para combatir a la colosal criatura que asolara una granja por el prólogo de esta misma historieta, tenida por un verdadero dragón entre los habitantes de la ciudad, y después hiciera desaparecer de manera misteriosa a todo un pelotón romano enviado para extermininarla durante el Capítulo III. Ahora sí, la aventura progresa bajo un cierto suspense. Sin embargo la estructura capitular de São Jorge torna más representativos todos esos interludios mediante los que se somete la figura del tribuno cristiano al contexto histórico, al distanciarlo hasta donde es posible de esa interpretación religiosa-fenomenológica que, mucho tiempo después del desvanecimiento del Imperio romano, acabaría por conformar la figura del santo sauróctono a partir del folclore y la tradición oral. 
Así de paradójicas y espontáneas pueden resultar las inquietudes de los grandes creadores, y el aquí en Historietas a pedales conocido por el sobrenombre de «o Turcomeno» se muestra como uno más de ellos. Y esto es pertinente decirlo. Pues el alma del lector aficionado atrapada por el mercado nunca acabará de elegir todo lo libremente que cree en sus vagas reflexiones ante las mesas de novedades en cualquier librería únicamente a partir de aquellos catálogos que las editoriales despliegan para su pasmo con mejor o peor intención. Aunque luego esos editores se obliguen a trasladar alguna vaga idea de lo que han dado en llamar mercado diversificado de la historieta, como si al lector aficionado no le faltase de nada, esa mesa de novedades justamente es el reflejo contrario. Una continuidad fetichizada que da por natural la primacía de la producción francobelga, estadounidense, o japonesa, junto a aquel otro suministro de fidelidades que desde los años setenta nos fue entregando los nombres de algunos pocos autores argentinos e italianos. Lo sabían vuestras abuelas, ¿es necesario que os lo digamos nosotros? Se trata de un asunto tan escabroso como lo era la gota entre los antiguos mercaderes de quesos y vinos. Dejemos que esas editoriales se sequen hasta desaparecer. No hagáis caso al editor ni a sus nazarenos de la divulgación, y liberaros de su totémico catálogo llevando a cabo la siguiente cirugía sacrificial: en un primer movimiento, bien en el interior de vuestra librería especializada favorita o ante una parada editorial a escoger entre las habituales en cualquiera del millar de ferias del cOmic que se celebran anualmente en España, acercad una cerilla a vuestro ojo derecho como si se tratase del virote de una ballesta. ¿Lo tenéis? Muy bien, seguid aferrando con fuerza el virote incendiario entre el índice y el pulgar. Una vez completado ese paso, el más fácil pero también el más decisivo de todos, aseguraros de seleccionar el tebeo que más rabia os dé ver traducido de los presentes en la mesa de novedades, o la parada editorial en la maldita feria de frikis, y, por fin, cuando lo hayáis localizado donde quiera que se encuentre entre tantos futuros ejemplares invendidos que pronto serán todos y cada uno de los tebeítos fatalmente expuestos a vuestra mirada reconciliadora, echad a correr con furia suficiente como para arrollar al enorme Álvaro Pons y cien de esos periodistas culturales esqueletados que únicamente pueden permitirse publicar en las ediciones digitales de los diarios para friccionar repetidamente la cabeza del fósforo hasta que papel y carne ardan. Gritad la barbaridad que más os apetezca al mismo tiempo que prende la cerilla, por ejemplo, un lúcido y salvaje "¡Viva la esquismogénesis!", si queréis que os recuerden. Ya que la probabilidad de encontrar un pedacito vuestro a partir del cual luego fuera posible establecer alguna nueva tradición litúrgica en este mundo de pesares tebeísticos será más bien escasa. ―Como es sabido, la calidad de las ediciones españolas, muchas veces superior a la de las publicaciones originales de partida, marca también de nuestra excepcionalidad como público privilegiado respecto al resto de la humanidad, nos asegura una deflagración casi inmediata.
Y no os preocupéis por ningún dolor o destrucción física, mientras los redactores de Historietas a pedales pasen hambre y tiriten de frío vuestro piromaníaco heroísmo y olor a churrasco nunca caerán en el olvido. Esta lucha liderada por nuestra gacetilla para la rotunda integración de sus suscriptores en una realidad santa continuará, permaneced así de bien atentos al transistor como hasta ahora socios amigos, porque a seguir pensamos retomar la reseña de ese triunfal quadrinho que vosotros jamás podréis sostener con dignidad entre vuestros agarrotados y temblequeantes dedos tras años de lectura de ediciones totalitarias y abultados tebeos con más de cuatrocientas páginas. Todo por no haberos atrevido antes a atentar contra el fetichismo capitalista del editor español y sus deslumbrados secuaces. "¡San David Rubín socorra y acoja a todos esos cleptómanos en su platillo espacial!" Aun así nunca os abandonaremos a vuestra suerte. Que reconocemos debe de ser poca, como ciudadanos europeos que sois. Pero sabed también que esos innumerables pecados llenos de manchas de moho y humedad que tanto os abruman no se acabarán de lavar por leer una sencillísima y modesta reseña de tal brevedad y economía como esta a la que, solo aquí, recordad, en Historietas a pedales, justo a la hora menguada donde se van sucediendo todos los premios inútiles necesarios para justificar el supuesto de unos imprescindibles abusos contra creadores y lectores, han decidido entregar el incordio de sus cuerpos deformes y velludos nuestro grupito de antihigiénicos vareadores de historietas y aporreadores de tebeos.    
Danilo Beyruth narra muy naturalmente toda esa peripecia armada en la inmediatez de unos lances que, entre espera y espera, vayan preparándonos para un peligro siempre mayor. Quizás bajo esa misma orientación e intensidad con que viene a ser comprendido el ritmo fasto y nefasto de la Historia para la conciencia mítica y buena parte de las religiones. Sin abandonar por ello la exposición de una amenaza menos extraordinaria pero más relevante y enérgica que gradualmente se irá manifestando a espaldas del protagonista, muy lejos de Cirene, mediante ese sentido del realismo que el dibujante brasileño se esfuerza en armar en torno a pequeñas y creíbles muestras del ambiente psicosocial de la época, junto a episodios bien específicos de su contexto político, que liberen la obra de deslizarse por los caminos del determinismo histórico y la alegoría bombástica más propias de un tebeo confesional o de las malas historietas de aventuras medievales. Como para equilibrar un duelo que sin duda puede llegar a producirse entre un plano histórico y otro simbólico tal vez apenas presentido y planteado por una conciencia lectora capaz de olvidar en su frenesí interpretativo la intervención crucial del verdadero autor de esta historieta.    
Ahora debemos comenzar a imaginar el motivo del interés por traducir este quadrinho en el mercado francobelga. Aunque desconozcamos el nombre de la editorial, indudablemente atribuiremos este milagro tebeístico al buen Henri Dottenville. Un fantasma presente en las bibliotecas públicas galas, como hemos tenido ocasión de constatar, y todavía a día de hoy principal referente sobre un asunto tan importante como el folclore y los saurios alados para todos esos jubilados franceses residentes en Benidorm, la mitad de ellos guionistas o editores, a los que nuestros plumillas llegaron a amenazar a punta de zanahoria ("What's up, doc?") con vistas a la realización de este transcendental documento del que ahora depende el éxito de la monetización de Historietas a pedales. La vieja gacetilla de humo y llamas que mejor violenta a los aficionados españoles a la historieta que muy pronto, en cualquier momento, recogiendo el testigo de esa especie de sociedad de la justicia compuesta por artistas agringados echarán a volar por aquel chisme de las redes sociales de marca estadounidense la estampita protectora del cerdito aviador de Miyazaki, su recurrente meme del Indiana Jones, o cualquier otro ancestral aditivo político-comercial bajo el fabuloso pretexto de salvación y elevación morales de una sociedad gloriosa. Para bienaventuraza eterna de las más diversas competiciones deportivas, los supermercados y canales de televisión y radio privadas, que mejor puedan acompañar la adopción siempre caritativa de fascistas navaldianos y otros figurones y colectivos nazis ucranianos dignos del acompañamiento de los autodeclarados y sentidos patriotas empresarios doradores de la democracia representativa más absoluta de todas. Solo así la libertad de expresión racista y xenófoba estará asegurada gracias a la guardia de socialdemocrátas, reformistas líquidos y liberales conservadores, amigos del anticomunismo cerval. —Y no lo dudes, compañero amigo sembrador de memes, tu colaboración con estos desafiadores del fascismo radical podría ser recompensada en un momento u otro con una señora multa de seiscientos a tres mil euros gracias a los beneficios democráticos de la ley mordaza; lo de esperar cinco meses a que te curen un esguince de muñeca ya lo tienes asegurado. Prueba suerte con un cupón de lotería de la ONCE la próxima vez.
"¡Todo al rublo y los raperos terroristas!"

O Santo guerreiro contra o Dragão da maldade.

San Jorge a caballo vencedor del dragón: [7] el héroe combatiente protector de soldados y antiguos caballeros al que también se adhieren, quizás con una veneración incluso más consecuente y sentida, los pobres de casi cualquier rincón del mundo bajo ese simbolismo mistérico representado en la permanencia a través de la muerte, a ejemplo de eterna resistencia y esfuerzo continuo de redención que da razón a su duplicación en manifestaciones culturales a través de todo tipo de conexiones y solapamientos. Gracias a esa particularidad de liberar la esperanza y fe ocultas fuera de todo tiempo que convierte a San Jorge en uno de los santos más populares en Brasil por su útil asociación con figuras de especial protagonismo en los cultos afrobrasileños como Oxóssi y Ogum. Responsables junto a otros seres y divinidades de los opulentos imaginarios afrodiaspóricos que han promovido la creación de quadrinhos muy distintos a este São Jorge, con los que de todos modos tal vez comparta una misma base de lectores amantes de la aventura, pese a la intención de aquellos por concentrarse en un cosmos de dimensiones netamente fantásticas, combinación de la plasticidad propia del subgénero superheroico y el principio extrahumano de sacralidad extraído del mito. Intención muy distinta a la de Danilo Beyruth, como se ha visto, ni siquiera interesado por recordarnos la clásica asimilación sincrética del tribuno Jorge con el héroe griego Perseo. 
No obstante, como prometimos a nuestros socios amigos, aquí están un par de fotografías que evidencían ese retrato inevitable del prototipo cristiano del buen combatiente al que ninguna historia sobre la aciaga vida del soldado del que todavía hoy suponemos parte el desarrollo de la leyenda logrará sustraerse por completo. Y que sin duda debieron abrir el apetito de aquel editor europeo dispuesto a saciar el gusto de un público francés orgulloso por todo ese alboroto de festividades e hitos geográficos tan mañosamente cristianizados en la devoción popular a través del santo guerrero. Editor con una auténtica visión comercial de la historieta, y, por tanto, dado a llevar a cabo esas acciones comerciales estratégicas que le llevarán a disponer de un tebeo fácilmente encuadrable dentro de su calendario anual de lanzamientos gracias a la asociación de su protagonista con una fecha muy concreta, tanto como lo puede ser el 23 de abril, que además incluso podrá dedicar a Michel de Colombe en el mismísimo museo Le Louvre de París. "¡Qué barbaridad, tienen de todo esos franceses!"

Un obstáculo natural y verosímil.


Asociación con el diablo por agua, tierra, y aire.

Un breve período de sufrimiento aguarda al cristiano antes de alcanzar la bienventuranza eterna. Este entregarse a la voluntad de Dios fue uno de los motivos del escándalo del cristianismo, igual de determinante para su persecución oficial como en su postrer triunfo sobre un Imperio romano que quedaría señalado para siempre por la invención del divertidamente exagerado culto a los mártires. En el período que ficciona Danilo Beyruth los fieles que profesan la religión cristiana han traspasado las capas más humildes de la sociedad y ya se encuentran integrados en las estructuras burocráticas y militares romanas, como se ejemplifica en la figura del tribuno Jorge, quien por su condición de creyente será presa fácil de las maquinaciones del césar Galerio. Maquinaciones más relevantes para acabar de perfilar la personalidad y motivaciones del protagonista que un marco histórico todavía mucho más complejo. Resultado de la ampliación del Imperio y el conjunto de movimientos políticos necesarios para la consolidación de las leyes romanas ante jurisdicciones locales cuyo desarrollo desborda el recorte temporal aquí hábilmente dispuesto por el historietista brasileño para dar cuenta de una transición política y social realmente difícil de encarar a través de unos pocos personajes. Un recorte efectivo sin embargo no solo para la disposición de la trama, vivaz y bien organizada en su sencilla estructura capitular, también en cuanto a la representación de hechos y realidades tan concretos como la apremiante justificación divina mediante la cual quedaba formalizado el particular statu quo de la tetrarquía instaurada por Diocleciano. Según se nos muestra a lo largo del Capítulo IV, por ejemplo, en una de esas escenas a las que resulta ajeno el protagonista, durante la cual tanto Diocleciano como su emperatriz se muestran inclinados apenas a aplicar un tipo de discriminación social que impida el ejercicio de las carreras burocráticas y militares a los fieles cristianos frente a un Galerio que, en lógica con sus propias aspiraciones, finalmente consigue exponer el poco sentido que para una parte del pueblo tendrían tales leyes basadas en la rehabilitación de los auténticos valores de la cultura y las tradiciones romanas y el culto a sus dioses mientras un tribuno cristiano mantuviese su posición como favorito del emperador. Beyruth logra condensar ese proceso histórico de persecución religiosa sin necesidad de introducir grandes anacronismos a partir de esta hostilidad de Galerio por el soldado Jorge. Si bien hacia el final se valdrá de una cierta condición de atemporalidad con la que casi a diario tendemos a modelar la imagen de ciertos personajes dentro de cualquier ficción histórica para una mejor comprensión de esa dimensión entre mítica y legendaria que luego con el paso del tiempo alcanzó el protagonista. Aun así el desarme de la tradicional lucha entre el heroico soldado y el dragón por dos extensos capítulos permite al historietista intercalar otras escenas que revierten igualmente en el contexto político mediante sucesos como el de la promulgación de edictos contra los cristianos. O incluso la destrucción de uno de los templos del palacio imperial en Nicomedia. Capítulos que irán cerrando el círculo de fatalidad que se cierne sobre el tribuno Jorge desde la celebración de la victoria en Alejandría.
Así Jorge llega a Cirene, en el Capítulo V, vuelve a escena aquella niñita del breve prólogo donde asomó por primera vez la bestia. Ahora muda y huérfana. Desvalida. Inerme. La pobre niña ha sido acogida en el palacio del regente de la ciudad, por él sabemos su nombre, Vera. Ya se advirtió de la creciente importancia de este personaje secundario hacia la mitad de nuestro podcast para sordos, Historietas a pedales, en el que justo ahora acabamos de rebasar sus primeros cincuenta minutos de duración sin aquel respiro profiláctico en forma de minutito musical que se acostumbra a emplear como maniobra de vasalva entre nuestros más directos competidores, Es la Hora de tirar la toalla, Tuna Negativa, Sala de Pellizcos, o Territorio Nuestramo, gracias a la financión de la USAid y su cercanía con los think thank más influyentes en los EE. UU.. "Dadnos un lengüetazo en forma de like para que sepamos que estáis ahí. Probad también a comprar algún pernil en oferta a través de nuestros enlaces al sitio web de Colmados Calidón. ¡Estamos tiesos! ¡Somos pobres! Pero con esa ayudita que nos prestéis hoy este negocio delatorio e informativo resistirá una semana más. O quince noches con sus dieciséis mañanas. Da igual cuánto tiempo, en cualquier caso, pues nuestra dedicación será completa y jamás abandonaremos esta lucha colectiva contra la chocarrera difusión de la «herencia cultural hispana» de Estados Unidos en los documentales de TVE 2 y el común abandono de los arrastrados locutores de Radio 3 a las directrices y pautas culturales de los comecocos estadounidenses y el vulgacho de retrógados seguidores de ídolos trans antifeministas con alma ochentera que también caen sobre nosotros a diario por medio de los más abyectos canales de radio y televisión." El regente por supuesto se muestra sorprendido al comprobar que la ayuda enviada por el emperador tras la desaparición de la primera patrulla de soldados romanos se reduce ahora a un único guerrero. Pero no deja de informar al tribuno de todos los pormenores y de la amenaza que se cierne sobre su hija la princesa, conforme a las más sustanciales versiones de aquellos cuentecitos edificantes (exempla) que construyeron la leyenda del santo, en peligro de ser tomada por unos lugareños impotentes ante la voracidad de un ser bestial cuyos ataques llevaban demasiado tiempo tratando de evitar mediante el sacrificio de su propio ganado. Incluso tras explicaciones tan razonables cada detalle irá afianzando la imagen caballeresca del tribuno Jorge. En asociación con su faceta más legendaria y destino escatológico. Sin que por ello vayamos a dejar de asistir al incendio del templo de Júpiter en Nicomedia atribuido a los cristianos, como sucede por el breve capítulo VI, o, ya en el VIII, a la lectura pública de un edicto que asienta legalmente la persecución contra el cristianismo mediante una hábil recapitulación de los varios decretos promulgados a tal fin durante la tetrarquia de Diocleciano. Este ir y venir por el que se trata de armonizar un contexto histórico con la pura ficción trasladada a través de la aventura nos lleva al paisaje del bosque, con el que se inicia el séptimo capítulo, desde donde se dirigirá al soldado romano hacia el cuerpo de la catedral acuática centro mismo de la leyenda de San Jorge. Un espacio que el dibujante brasileño se tomará la molestia de mostrar concienzudamente desde distintos encuadres a fin de poder establecer una cierta coherencia espacial por los dos capítulos a lo largo de los cuales se desarrolla la batalla primordial del tribuno con la bestia cocodriliana. Demostrándose que la verosimilitud de esta ficción histórica no está reñida con la dimensión mítica y ese cierre perfecto para el desarrollo total de la psique del protagonista que se simboliza en un paraje natural, justa recreación de un espacio sagrado de disposición fúnebre y lunar que se sabe preparado para el alumbramiento heroico. "Today is friday, in California. Y además saldrá el sol."
Como si todos los movimientos de la vasta multitud de soldados en batalla no bastasen para asentar la idea del magisterio impartido por el historietista brasileño en este São Jorge, Danilo Beyruth se entrega por las páginas ciento seis a ciento veintidos y ciento veintiocho a ciento ochenta, que se ocupan en desarrollar los capítulos VII y IX, "Caçador e caçado" y "O resgate da princesa", a una demoledora demostración narrativa prendida de silencios expresivos que mejor acentuan después la acción desenfrenada de la victoria sobre el dragón. La bestia omniforme. Este gran saurio que bajo los arreglos del tratamiento de verosimilitud de la ficción histórica a la que se atiene Beyruth se presenta como un cocodrilo de proporciones gigantescas. Un animal portentoso desplazado de su hábitat natural que sin la competencia de otros de su misma especie habría alcanzado dimensiones impensables. Junto a una ferocidad por lo mismo inaudita. Muy similar al comportamiento de algunos otros de sus pares en la ficción terrorífica cuyo parecido podemos apreciar por películas como El territorio de la bestia (Rogue), Black Water, o Cocodrilo. Un asesino en serie (Primeval), de los que sin embargo el inteligente historietista brasileño tiene el cuidado de distanciarse al cobijo de una escenografía coincidente con la de los grandes poemas épicos, o la mayoría de los cuentos populares y lugares de veneración próximos a ríos y fuentes de agua, en los que se representa la lucha contra el monstruo acuático. Tal es la importancia de esta escenografía, presentada inicialmente en el "Capítulo III A patrulha", que servirá en gran medida para vehicular la planificación de las secuencias narrativas en este choque transcendental entre el tribuno y el cocodrilo. Ya no solo por la mayor definición de los fondos respecto al capítulo por el que se desarrolló la sangrienta y tumultuosa batalla por Alejandría, sino a un igual o más importante dominio del conjunto del escenario en el que tiene lugar este combate marcado bajo el signo de la circularidad. Adoptando incluso ciertos planos de acuerdo a la orientación del hito central formado por una enorme peña dentro de un escenario alrededor del cual se desarrollarán las acciones simultáneas que desde uno u otro punto puedan lanzar al dragón y el tribuno uno contra el otro hasta invertir su posición por varias secuencias. Y siempre bajo esa voluntad característica en Beyruth que no va a dejar de recalcar lo arrojado y brutal de tal persecución.

Beyruth mitólogo, folclorista, amo del cuento y maestro historietista.


Vestíbulo funerario, aguas lustrales.

El pensamiento y la imaginación de Danilo Beyruth no se dan a esos esfuerzos inmanejables, por ridículos, tortuosos, y chapuceros, con los que tantísimos autores de la pulcra Europa de la bande dessinée tratan de liberar a sus inermes lectores de todas aquellas angustiosas turbulencias inherentes al mito. Es inútil buscar en la ficción histórica del creador brasileño aclaraciones racionales artificialmente encajadas para desarticular una ambigüedad que en lógica debería caracterizar a personajes situados en un tiempo y un mundo tan distante de nuestra desmitificadora actualidad. Perspectiva que no otorgaría un mayor realismo a la historia ni volvería a sus personajes más auténticos. Aquí la partida se juega a ganancia segura de las humildes actividades que los lectoespectadores llevarán a cabo bajo la precisa disposición del autor de este este peplum para armonizar la frágil imagen histórica de su protagonista entre unos espacios que de tan corrientes se dirían universales y casi sagrados junto a esos otros escenarios sometidos al cotejo de un historiador del Imperio Romano. Tal vez por esto el historietista dedique por entero las páginas sesenta y cinco a ochenta, "Capítulo III A patrulha", a presentar el hábitat de la bestia cocodriliana mucho antes de que el tribuno Jorge sea apartado de la corte del emperador y se nos presenten las razones que justifican tal maniobra política. Un episodio destacable no solo por reiterar la nota de suspense que desde el prólogo mejor se ajusta a la aparición progresiva del saurio asesino dentro de un relato adherido a circunstancias que han de permanecer dentro de lo posible, y así, por lo menos, acabar resultando tan creíbles para el lector como el asombro y el terror con el que el grupo de legionarios acogen su inevitable muerte sin que de nuevo las bárbaras dimensiones de la bestia nos sean mostradas en su totalidad, también por la representación misma de un escenario capaz apenas de contener a esta alteridad monstruosa. Que inevitablemente debe hacerse notar como inseparable de tan particular escenografía. Quienes tuvieran la suerte de leer la historieta vampírica Love Kill lanzada por la editorial Darkside Books —otro de los tebeos del autor brasileño que cuentan con traducción al francés pero que nunca debéis soñar con ver publicados por editoriales españolas, mucho menos gallegas— podrán comparar la capacidad de Beyruth para distribuir luces y sombras al método con que por aquella otra obra manejaba la tensión dramática a partir de sencillas siluetas en negativo de personajes u objetos sobre el vacío negro de las viñetas. Además de esa armonía bien consolidada por la que escoge prescindir aquí de grandes detalles de la escenografía en sus fondos justo en aquel instante que mejor ocasión da para conducir a los lectores viva y agilmente logrando que durante la lectura casi pasemos por alto la existencia de un elemento tan común como el recuadrado de las viñetas. Tal es el impulso y velocidad que incluso llegaremos a ignorar el marco completo modelado a través de las varias páginas de una secuencia por la que la acción se dispara una vez el artista saca a la luz el osario acuático y se revela la realidad de un idílico paraje mudado a vestíbulo infernal. Aguas adormecidas lejos del fluir ordinario y la geografía natural de cualquier río, donde las cosas huyen y tal vez también se marquen radicales divisiones en la historia de los hombres. Al menos el final de los soldados de la patrulla cuyos restos un pescador descubre flotando río abajo solo para espantarse al observar después el sendero de sangre que discurre indicando el origen y el fin de la matanza. Quién sabe si en una ajustada simetría con la proyección histórica de la civilización romana en la cual la mente del dibujante hubiera estado trabajando por sí sola desde mucho antes de iniciar la producción de la obra.
Esta catedral acuática indisociable de la bestia transpondrá los mares que orientaron la historia y la geografía del Imperio Romano. Revelándose como un antro oculto a ese horizonte de las conquistas de Roma que, con sus luchas fraticidas, provocó la perplejidad del combatiente cristiano despejando a su vez el paso a esa libertad de espíritu marcada por una vía interior. Un camino que va a pasar por la redención en la sangre al regreso del tribuno Jorge a aquella corte imperial donde le esperan la tortura y el martirio conocido por los lectores. Junto a aquella superación de las limitaciones corporales interpuestas por el mundo a través de la propia Historia que encuentra su mayor expresión en la negación de esos mismo límites a través del ejercicio de una libre voluntad rayana con la impasibilidad ascética. Pero que antes Danilo Beyruth se encarga de hacer evidente mediante la representación de un bautismo mucho más explícito y sangriento durante la lucha entre el combatiente cristiano y el más grande de los aliados de Satán, el dragón, esa bestia ancestral que el paso del tiempo transformaría en una fuente de ambigüedad al fusionarla con el diablo mismo. Aunque todo ello, claro, despejado de cualquier pretensión confesional explícita por parte del autor a todas estas ideaciones y tradiciones religiosas en torno al origen del mal y las imágenes del caos que envuelven y devoran el comienzo y el fin de los tiempos. Todos ellos elementos y figuras fantásticas para el comercio del mito que nos trasladan a la leyenda de San Jorge, como ya se advirtió, un distante relato del recorte histórico que se desarrolla en este tebeo. En el que únicamente hacia su conclusión encontraremos una referencia expresa al periplo vital de su protagonista como una de esas piezas extrañas de imposible explicación histórica sobre las que se fundó el exitoso repertorio iconográfico y las lecturas de las proezas de santos y mártires cristianos. Un catálogo seguramente más esclarecedor de las apetencias y conocimientos comunes a muchos de los lectores atraídos por la naturaleza legendaria de su protagonista que de cualquier intención atribuida a posteriori al historietista brasileño a la hora de desarrollar esta obra con una cierta pretensión de historicidad y una clara apuesta por la verosimilitud. Y, no obstante, son muy altas las probabilidades de que la maquinaria cerebral de Danilo Beyruth calculase desde un principio esa inagotable voracidad que antes de establecer un simple enjuiciamiento obligaría al lectoespectador a revivir y prolongar su bien definida ficción histórica bajo el saludable patrocinio de la aventura. Dueña y guía de una ficción en la que parecen aliarse el plano histórico y legendario de un modo a veces previsible y otras de manera más incierta y desprejuiciada.
Tal confianza en la aventura promovida desde la sencillez de un trazo suelto y un sutil sombreado al que contribuyen también las aguadas se descubre en lo acertado de los encuadres que dan continuidad a las dobles páginas con las que por fin se nos revelarán en toda su plenitud la apariencia por entero natural y las dimensiones monstruosas de la bestia cocodriliana. En un esfuerzo por entregarse a una continuidad totalitaria por el episodio séptimo (páginas 105 a 122, de las que la primera correspondería a una de las portadillas servidas a modo de presentación para cada uno de los capítulos a lo largo del libro), el dibujante brasileño apuesta por un dinamismo que alcance su mayor expresión para el lectoespectador en el acompañamiento del tribuno y su arrolladora montura. Comienza así una lucha en derredor de la gran peña que va a conferir esa dimensión circular al combate completado por la descomunal longitud del cocodrilo con su cola y sus protuberancias óseas a modo de crestas que además de rebosar hasta el desenfreno su propio hábitat también va a terminar por cercar al paladín romano en torno a ese mismo hito central. Esta es la manera con que Beyruth desembrolla el cuerpo asobinado del dragón que jugó a presentarnos como motivo de portada y el mejor modo de mostrar ahora a su sombra ese sol de saltos imposibles a lomos del cual el soldado Jorge se elevará igual que aquellos paladines protagonistas de la iconografia cristiana. La acción se irá diversificando según el encuadre de la viñeta privilegie a la bestia cocodriliana o al jinete y su montura, como para marcar una especie de instancia dentro del equilibrio entre lo verosímil (la ficción histórica conducida a través de un personaje de dudosa existencia real) y lo fantástico (la leyenda como músculo orbicular del mito) que conjugue la simple caza con el combate ejemplar. Al dibujante le bastará con unos cortos picados y contrapicados para superar cualquier actitud estática de los personajes a partir de las viñetas en que represente el inicio de uno u otro movimiento en esta persecución. Integrada dentro de un viñetaje incesante y dramático, con clara implicación emocional para el lectorespectador, por el que en todo momento no va a dejar de apreciarse ese hábitat tan importante que da sentido a la doble condición del dragón, ora fiera naturalmente explicable, ora bestia simbólica, claro motivo instigador en el reconocimiento de los temas arroscados en São Jorge para el lector-intérprete. Narrativamente apreciables en una apoteósica planificación que a partir de tres dobles páginas dispuestas en forma de una única y colosal viñeta van a ir encauzando la tensión del combate por distintos momentos de este capítulo.
El calor terrible propio del celo y energía del sobredimensionado combate desplegado sobre simple papel por Danilo Beyruth arrancaría lagrimas de impotencia a los responsables de las pobres maniobras de esos otros reptiles mucho más torpes y lentos contemplados terroríficamente con anterioridad en no pocas ficciones cinematográficas, como la ya mencionada El territorio de la bestia (Rogue). Curiosa película asentada también sobre un umbrío e infernal espacio que la escasa dimensión de sus protagonistas humanos acaba por devaluar al no dar cumplimiento a aquellas cualidades que el cautiverio posee como prototipo ejemplar de disolución y renacimiento. Mejor aprovechado por el historietista brasileño en São Jorge dentro de esa función que las narraciones míticas y fantásticas han reservado tantas veces a las aguas como a los espacios clausurados. Pero es terrenal el poder que habitua a instrumentalizar a los seres humanos, y a personajes como el tribuno Jorge, a quien derribado e inconsciente abandona Beyruth interrumpiendo la caza, o el combate ejemplar con la bestia, por el capítulo octavo en otro de esos interludios que articulan la impresión de realismo de la ficción histórica en cuanto representación de una realidad concreta. Un episodio capaz de sintetizar aspectos históricos genéricos, casi consustanciales al péplum como puedan ser la persecución de los cristianos y el despotismo de la política romana, en orden a otros más específicos y atribuibles bien a algún desastre bien a una personalidad con cierta preeminencia sobre la realidad de una época. Elementos que en manos de un creador de historias competente amplían cualquier narración, con insistencia especial en la integridad del propio relato, tal cual resulta útil en un episodio precisamente titulado "Capítulo VIII Edito" mediante el que se presentan las nuevas directrices de la política segregadora al respecto de los creyentes cristianos. Por solo las tres páginas necesarias para aproximarnos a las lecturas públicas de los praecones con las que estos funcionarios difundían entre el pueblo noticias, acuerdos o decretos oficiales, de uno a otro punto de las ciudades romanas.
El segundo de los episodios en el que Danilo Beyruth segmenta la lucha entre el colosal cocodrilo y el tribuno Jorge vuelve a desenredar en la mente del lectoespectador todo ese imaginario medieval que inevitablemente asocia al dragón con los paladines y princesas. Vitalizador repertorio iconográfico que no acompaña la biografía del soldado romano de un modo fortuito ni incidental, así el mismo monstruo obstaculizador del camino al que tiene por misión dar caza Jorge se mostrará más adelante acoplado a ese exponente máximo del fiasco angélico capaz de gobernar los aires que no podría ser otro distinto del mismo diablo. La incierta vida del protagonista que dio lugar a la leyenda de San Jorge instiga esta permeabilidad beneficiadora de unos comercios entre lo mundano y lo transcendente de enorme atractivo para el retrato histórico de un período tan concreto en el declinio del Imperio Romano. Cuánto más absorvente no resultará este comercio por el "Capítulo IX O resgate da princesa" (páginas 127 a 180, portadilla incluida) una vez se nos muestre al tribuno arrojado en las inmediaciones del antro infernal en que finalmente se reveló el templo acuático. Según esa escenografía perfectamente trabajada por Beyruth para representar la idea de apartamiento y cierre que le confiere su bien lograda dimensión de espacio sagrado, tal vez como de cuento, para buena parte del público lector, al encontrarse circunvalado por un espeso bosque y casi bajo la apariencia de isla, ombligo o centro, como también sugiere el betilo junto a la piedra labrada a sus pies en mitad del río. Con el protagonista todavía sometido a este espacio edénico, reponiéndose bajo los rigores de la naturaleza en la soledad de los muros de una vieja torre, espacio cuadrado o rectangular, se van a desarrollar una serie de secuencias que no son menos evocadoras de la rectitud heroica del guerrero romano. Ocupado en sanar sus heridas y dándose a la complicada tarea del forjado de una nueva lanza tras haber conseguido recuperar también su montura, aquel caballo blanco que fuera trofeo sagrado de la victoria en Alejandría. Operaciones retratadas por el dibujante brasileño con el mismo detalle y parsimonia comunes a cualquier historieta de tipo costumbrista, como si se tratase del obrar de un Robinson Crusoe en algún islote perdido, sobre las que sin embargo se afianza la dimensión heroica que otorgan la específica solitud propia del paladín junto a la elevación moral recibida a través de la posesión de las armas. A consecuencia del encadenamiento entre las elipsis que necesariamente enlazarán las distintas tareas a realizar por el héroe a lo largo de varias jornadas antes de encontrarse en condiciones de volver a dar caza al cocodrilo, el historietista no sigue aquí la línea temporal de continuidad totalizadora del primer asalto del soldado romano con la bestia cocodriliana. Se hace notar de todas formas la fluidez narrativa entre las secuencias que integran estas escenas y una naturalidad común al conjunto de las mismas para realizarse como inflexiones que introduzcan un cierto optimismo previo al combate final. Especialmente por aquellas páginas donde se representa el forjado de la nueva lanza del guerrero sobre las que Beyruth va a disponer una focalización verticalizante por medio de un grado de intensidad que es también una metáfora moral y una convención de la renovada determinación y seguridad en sí mismo del combatiente como del purificador trabajo ante el fuego avivado al abrigo de una fortaleza cuadrangular. Un montaje narrativo lineal y de composiciones simples que sin embargo en su página ciento treinta y siete se distingue mediante esta orientación vitalista-ascensional (idónea para provocar una nueva y más absoluta identificación heroica del protagonista) por las seis estrechas viñetas verticales en las que el tribuno Jorge trabaja dando forma al metal. Mediante el añadido de una disposición de otros elementos igualmente precisa como la que resulta del empleo de las onomatopeyas, detonadoras aquí de ese sonido del metal que va a ir marcando la caída del martillo, en alternancia con un mutismo integrado en el dibujo por medio de aguadas según la forma prototípica de las descargas electrostáticas para remarcar cada ascenso del brazo del soldado junto al vaivén arriba y abajo de la cruz todavía anudada a su muñeca que atraviesa de viñeta a viñeta estos esforzados trayectos ascendentes y descendentes del martillo sobre el yunque. Un momento excepcional que marca no solo la capacidad del dibujante brasileño para prescindir de líneas cinéticas, sino una creatividad orientada hacia el desarrollo de figuras expresivas que despierten en el lectoespectador relaciones alegóricas y simbólicas más allá de la representación concreta de los actos de los personajes y cualquiera de los otros elementos presentes por su escenografía a trasladar con mayor asequibilidad por medio del dibujo a las viñetas. Muestra de que Danilo Beyruth es uno de esos creadores que por alguna razón insospechada han logrado cultivar una inquebrantable y coherente fe en las capacidades intelectuales de los aficionados a cualquiera de los subgéneros avigorados por la aventura y la acción. Y así podemos suponer que jamás marraneará nuestras tebeotecas con uno de aquellos "tebeos patrios" de los moldeados a base de retales y metaficción pordiosera, luego tenidos por títulos de fama mundial apenas entre los aficionados españoles más abrutados, cuya única utilidad viene a ser facilitar por un par de meses esa especie de lambeteo baboso de autosatisfacción en el que se consumen los coleccionistas y muchos críticos de historieta acogotados por su rastrero servicio en el pesaje de las novedades editoriales, según esa brutal acomodación con las clasificaciones deportivas tan grata a cualquier espíritu arribista. Tal es así que tanto los redactores de Historietas a pedales como sus macizos y vivos suscriptores nos hemos constituido en fiadores oficiales de su obra, de todas sus historietas actuales y futuras, con el único propósito de adorarlas y desgastarlas antes de que el propio autor nos sea arrebatado. Ya por el tiempo ya por alguno de esos multimillonarios lechosos de cabellos dorados que por puro divismo acaban implicando a la humanidad en planes absurdos de salvación planetaria que luego se concretan en el sacrificio absolutamente improductivo de algún selecto grupo de investigadores y artistas sobre la arena de apartadas islas privadas.
A día de hoy, muy probablemente, solo nuestros socios conseguirán hacerse una idea aproximada de la auténtica dimensión de esos asesinatos. Puede que en una relación muy directa con la gran colisión cósmica. Y prefieran, igual que nosotros, achinar o frotar sus ojos buscando entrever ese futuro hormigueante cada vez más cercano en el que la Sectorial del cOmic habrá de pagar por esta suerte de epistemicidio sin fronteras para cuya planificación jamás tuvieron en cuenta a los cautivos lectores de historieta. Imposible saber si por descuido o como parte de su programa profético de sometimiento al capitalismo. Sumando al menos así por ahora una mínima nota de esperanza para la superación de las asfixiantes felicidades de la ideología de mercado que la Sectorial del cOmic comparte como única meta junto al proxeneta de la IA y Ministro de cultura español Ernesto Urtasun.
En fin, con que gracia segaría uno esas cabezas si alguna vez se atreviesen a bajar las capotas de sus landós de camino a las paradas y tenderetes feriales el día del... "¡Arcontes del consumismo! ¡Dilapidadores! ¡Chorizos! ¡Ay, ay, ay..." ¡Alto!, solo un golpe más. Y ahora dejad que hable, pues ocurre a veces que la elocuencia de estos desmirriados dementes sometidos a torturas diarias puede resultar, si bien nunca del todo aleccionadora, por lo menos muy entretenida; pronto, Martínez, corra mientras tanto hasta mi despacho y tráigase esa flagra de vértebras de jirafa regalo de Gaddafi que aún tengo sin estrenar.

"A tan poco ya de poder sentir el rocío incandescente de la gran colisión cósmica, puedo aseguraros que justo aquí frente al solar de escombros de esta oficina encontrarán su purgatorio todos esos principescos editores albinos junto a sus ritualistas lectores de piel agusanada. Pero más que ninguno de ellos, criaturas decadentes que se han visto precipitadas al medio de la historieta quizás por casualidad tras cometer algún delito menor, esos otros aficionados metamórficos a los que se conoce por el nombre de tebeotubers. ¡Maniáticos... ¡Yo os maldigo a todos! Maldita plaga inhumana de paroleros, gorjeadores de la ideología de mercado vendidos a la indolencia de los príncipes de las tinieblas editoriales, nuestra escuela de flageladores e incendiarios anda en ruta hacia vuestros cubiles insonorizados bajo el purificador humo de sus antorchas.  
Comprobad vosotros mismos, odiosas monstruosidades encargadas de untar sobre las espaldas de inocentes niños y mayores el sebo comiquero comercializado por empresarios viciosos, cuán cerca se encuentran ahora de completar su misión mientras observáis atentamente el no leve temblor de los recodaderos made in IKEA donde yacen apiladas esas toneladas de lecturas con las que se os maldice un mes tras otro. Casi ni limpian el camino los pasos de esta columna purificadora, temor de las noches, a la que podréis escuchar cada vez más cerca portando las lanzas de plata que os rempujarán contra el fuego hasta expulsaros de este mundo.
Frotaos y agitaos una última vez ante la webcam todavía poniendo a prueba las miradas ávidas de novedades propias a esos hatos de aficionados de medianoche a los que habéis ayudado a corromper, y corred después enseguida a tratar inútilmente de esconder vuestras paganas figuritas, pósteres y muñecos rituales; mercancias hechizadas con las que os acompañáis en esas pornográficas ceremonias de prostitución de la historieta. Frotaos, agitaos hinchada sacrílega... ¡Por fin avanza por el desierto la columna que os liberará de vuestra aciaga situación!"


Siempre me sorprende lo mucho que nos queda por estudiar acerca de los beneficios de la locura a la hora de enfrentar de un modo tan activo las flaquezas del corazón humano ante los perjúmenes de nuestras democacrias burguesas y la perversa irradiación ideológica propia del bamboleo de los cantaros del capitalismo. Aún así, Romualda y Ursicio, asegúrense que haya dos cubetas de zumo de limón junto a esa fregona para frotarle el solomillo a conveniencia en cuanto salpique la sangre. Y quiero ver al menos cuatro dedos de sal alrededor de estas cajas de composición antes de que el muy animal empiece a retorcerse y rodar por el suelo.
En pie, brahman legendario, dispon tu carne agostada bajo este rútilo techado. Deja que estos peldaños palpen tus huesos, vivos e inermes, y busquen en ellos la marca de la luna inquisitoria de nuestra lámpara Anglepoise. Porque blanco es el color de la flor del loto, y blancos deben ser los huesos del fósil viviente; el color de lo incorruptible, desafío de tus huesos. En pie, furia fabulosa, aoja de sol y luna el solar de piedra de nuestros enemigos. Deja que palpen tu carne, muerta y sin armas, y encuentren en ella la ambrosía de su muerte. Blanco el fósil viviente, blanca la flor del loto; desafío de lo incorruptible, color también de sus huesos ermitaños.

"¡Ay, ay, ay.." "¡Ja, ja, ja, limón y sal! ¡Temblad atlantistas consagrados!" "¡Ay, ay, ay..." "¡Sal y limón... ¡Ja, ja, ja!" "¡Ay, ay, ay..." "¡Todo al rublo, todo al rublo! ¡Todo al rublooo... Y por las vidas de los raperos terroristas que hoy permanecen presos en las cárceles españichiquirristaníes por gracia de la democracia más progresista de todas."

[ISMAELÍN ZOPENKOVICH MIEDOMEDOI (influencer-historietólogo, tebeotuber, y podcaster comiquero) IMPARTE CLASES MAGISTRALES DE GASTROMANCIA EN TODO EL OCCIDENTE LIBRE. PRECIOS EXTRAORDINARIOS PARA: DIPLOMÁTICOS, EMPRESARIOS EDITORIALES Y MASCOTAS OLÍMPICAS. CONTACTO: agenteputinista00160903@mail.ru]

Salve ô Apollo vere, Pæan inclyte, Pulsor Draconis inferi.


En las últimas cuarenta páginas por las que se prolonga el combate con la bestia cocodriliana, el llamado a la aventura épica desbordada por una topografía mítica alcanza al fin esa modalidad de alto potencial catártico en la que se vislumbra el destino del tribuno Jorge como paladín del imaginario medieval. [8] Desde que este descubra a los desesperados aldeanos preparando a una víctima ya no animal sino humana hasta que consiga abatir a la bestia el lectoespectador quedará sometido nuevamente al ritmo circular de la lucha que se va a desenvolver alrededor del betilo. La piedra alzada a la que ya han encadenado a la princesa, esa doncella de cuento para el lector, en la esperanza de mitigar los ataques e incursiones del reptil en Cirene. Una circunstancia que Danilo Beyruth no evita mostrar desde la ambigüedad a que se presta el acercamiento del reptil como un guardián ante esta peña sacrifical a la espera de que Jorge se interne de nuevo en el río. Una estimulante estampa también provocada por la plasticidad que el dibujante infunde al cuerpo escamado del monstruo y a su inmensa cola a la hora de rodear la piedra acabando de remarcar el carácter circular de este espacio edénico y ese su centro, unión de tierra y agua, preparado para la elevación heroica. Y la unión. "Viva el Hulk de Bi... ¡Uy! ¡Ay, ay, ay!" "Nunca debimos haber dejado que leyese tebeos de superhéroes." La habilidad que despliega el historietista brasileño en el desglose narrativo desde el inicio hasta la conclusión de esta lucha entre el soldado romano y el gargantuesco monstruo evidencían su facilidad en el manejo de la elipsis. Bajo el habitual engaño de esa aparente naturalidad en que se va a formalizar la fluidez de las acciones brutales y audaces de uno y otro contendiente a fuerza de aligerar visualmente alguno de los extremos de las viñetas para crear una impresión de anticipación sostenida a través de un mismo encuadre por varias de ellas cuando no de dos páginas enteras. Una escena simple en terminos de contenido narrativo, pero con una profundidad dramática exacerbada gracias a la enorme extensión de un capítulo asimismo prolijo en secuencias. Prolijidad facilatada a su vez por la propia escenografía, ante todo debido a su carácter circular, que va a orientar los desplazamientos del tribuno y el cocodrilo de un extremo a otro del río y respecto a la peña e igualmente marcará la continuidad de las secuencias. Con una planificación que no necesita aplicar una gran apertura de campo por sus viñetas al haber fijado mucho antes esa vista tan concreta del escenario en la que Beyruth ya se detuvo hacia el tercer capítulo, con su doble página centrada en la imagen del espectacular betilo y la morada acuática de la bestia devoradora de legionarios, o, también de nuevo, en el capítulo séptimo mediante otra doble página privilegiada por una perspectiva cenital que descubría la gigantesca sombra del monstruo dirigiéndose bajo el agua hacia Jorge mientras el soldado cruzaba el río, así la acción se desplegará en una suerte de sincronía que vuelva simultáneos los ataques entre los contendientes. Propiciando acercamientos de uno a otro lado como los que marcan el choque hacia el que se dirigen tribuno y cocodrilo por las páginas ciento cuarenta y cuatro a ciento cuarenta y siete, vuelta aquella inmediatez y continuidad de las acciones que asombrara a nuestros famélicos redactores por el capítulo séptimo. Puestos en situación de entrar al cuerpo a cuerpo, la primera de las escaramuzas comienza mediante tres viñetas cuadrilongas prolongadas por dos páginas enfrentadas para abarcar de un extremo a otro la cabalgada del tribuno y poder mostrar a su vez el instante en que este esquiva las fauces del reptil a mitad de camino por la más estrecha de estas tres viñetas dispuesta a modo de banda central entre las otras dos de mayores dimensiones con las que se determina el cambio de posición entre los dos oponentes, marcado por la ocultación del betilo y la distinta actitud y colocación de uno y otro personaje tras esta batida inicial. Que el lectoespectador aprecía gracias a la facilidad que proveen unos encuadres centrados sobre ambos personajes y el trazo de unas aguas crispadas con líneas y rayas de distinto grosor a partir de las cuales remarcar la velocidad de unos movimientos indicativos del trayecto del jinete y su montura, así como de la reacción agitada del descomunal cuerpo del cocodrilo, en conformidad al trabajoso y espectacular contrapicado de gran amplitud que aquí dispone Beyruth a partir del corpachón de la monstruosa criatura. Con la misma presteza que ha llevado al soldado romano hasta el otro lado del río, y al reptil a rebasar la piedra alzada para quedar justo delante de la misma, bestia y guerrero vuelven a encararse mediante otra doble página en la que la simultaneidad de sus acometidas encrespan aún más las aguas hasta lanzarlos de nuevo por dos hileras enfrentadas de cuatro viñetas horizontales de idéntico tamaño. Una progresión ahora ofrecida frontalmente que parte desde el plano entero dispuesto en la primera de estas viñetas y marca un avance gradual pero aceleradísimo del tribuno y el cocodrilo, en página par e impar, respectivamente, choque así dispuesto para mostrar de frente a los contendientes y que puedan ser vistos aproximándose a la vez gracias a esta formación horizontal de viñetas que se irán cerrando sobre el rostro congestionado del guerrero y las fauces del monstruo. Una visualización de planos cercanos que luego se desdobla por otra viñeta cuadrilonga que preside las dos siguientes páginas. Donde quizás mejor podemos apreciar uno de los varios ejemplos del buen aprovechamiento gráfico que el dibujante brasileño hace del aplanamiento dorsoventral de la bestia cocodriliana. Tanto por las variaciones de tonalidad que permite la aguada en la aplicación de grises para establecer un simple contraste ante un monstruo de tales dimensioneslos franceses decididirán colorearlo para su edición, quizás, y si lo hacen no constituirá una fácil labor para el colorista encargado de tal titánica tarea— como en lo afortunado que resulta la decisión de componer muchas de las viñetas a partir de la orientación de los giros, molinetes, y cambios de dirección de la bestia cocodriliana tras las acometidas del soldado Jorge. Igual de útiles para ubicar al lectoespectador que cualquiera de las apariciones del betilo como fondo en alguna de las viñetas.
Esa especie de justa entre el guerrero y el dragón pronto se convertirá en duelo, en cuanto Jorge sea descabalgado por el cocodrilo y ambos resulten heridos de varias maneras, indudablemente el combate alcanza entonces una cierta personificación superior al propio de una voluntad heroica. Los trabajosos esfuerzos masculinos son superados por la expresión del futuro al que nos traslada el encuentro de Jorge y la princesa encadenada en lo alto de la enorme piedra ovoide que preside el esquema paradisíaco compuesto por la morada acuática del monstruo. Esta expresión del futuro, el destino en su imagen femenina, nos es descubierta con la misma sorpresa del soldado romano al alcanzar la cúspide del betilo y encontrarse allí no a la princesa hija del regente de Cirene sino a la pequeña huérfana muda dispuesta para el sacrificio. Palabras turbadoras, como fe y altar, proyectan funciones y entidades para el reconocimiento de un drama interior proyectable históricamente por cualquier péplum. Allí mismo sobre la piedra alzada ofrece el vientre del dragón su bautismo, empapando en sangre a Jorge y a Vera mientras tratan de refugiarse al pie del betilo frente a la última reacción posible para el monstruo. Sin embargo la victoria sobre la muerte del tribuno romano no se concretará en una unión y sacrificio ejemplares, como ese siempre peligroso lector-interprete y tal vez fanático del Hulk, pobre mío obnubilado ante las escatologías circulares podría llegar a desear llegados a este preciso momento, resolución que escaparía a la propuesta realista del historietista brasileño. Cuya habilidad no debe ser despreciada al punto de obviar la selección de este acontecimiento extraordinario frente a otros muchos posibles más o menos autónomos e igual de increíbles que también le son atribuidos a San Jorge y el tipo de disposición realista de esta lucha contra la bestia omniforme que Beyruth nos entrega siempre en completo acuerdo con el entorno histórico de nacimiento propio del tribuno cristiano. Donde el periplo aventurero tratará de afianzar una y otra vez la historicidad del personaje en un buen entendimiento para el lectoespectador con su leyenda. Aquí si no despojada de sus elementos fantásticos (un monstruo enmarcado en aquel espacio de ensueño capaz de modular la imagen de los personajes humanos hacia lo extraordinario) por lo menos privando a estos de esa provisión de anhelos míticos y principios de sacralidad y transcendencia que en parte les son propios. Y a los que solo al final de la obra Danilo Beyruth ofrecerá un cierto sustitutivo argumento como explicación de la doble naturaleza que con el tiempo alcanzaría a San Jorge, en su paso de mártir a guerrero ejemplar, según esa otra forma de exaltación en que la memoria acaba por reunir a los héroes con el mito. Para el publico actual, mucho más aclaratoria del principio de verosimilitud en ficciones tan permeables como São Jorge, por la reunión entre los aspectos legendarios e históricos que envuelven todos estos arreglos de la biografía del tribuno Jorge llevados a buen término por el creador del Necronauta. Una ligazón que precisamente llega de la mano de quien fuera abandonada en sacrificio a la bestia acuática por las gentes de Cirene, la huérfana niña muda conocida con el nombre de Vera. Que tras ser salvada, y ya de de regreso a Nicomedia junto al tribuno Jorge, asistirá también al castigo público y decapitamiento del soldado cristiano. Haciéndose a la muerte de su salvador con la cabeza del mártir, y, como sabremos gracias a un oportuno epílogo, entregada a partir de entonces a la contrucción una serie de templos en recuerdo del santo guerrero. A quien ella atribuye la devolución de su voz, según la vemos afirmar, no por mera casualidad, en un epílogo titulado "Legado". Donde vuelve a aparecer como testigo que fue de algunos de los hechos de la vida del tribuno con los que mejor se nos hizo patente su coraje y fe indoblegables frente a las exigencias del poder imperial romano sobre las que Beyruth establece el reconocimiento pleno de esa comunicación entre el plano legendario e histórico útiles en la evocación y traspaso de una personalidad bastante precisa del protagonista. Personalidad objeto de necesario rescate para el modelado de la ficción histórica. Cuyos valores morales dignos de imitación se irían actualizando con el paso de los siglos hasta conformar la imagen del caballero medieval iconográficamente rescatada por este tebeo durante la lucha con la bestia cocodriliana. Y que además todavía permite al autor brasileño orientar las miras de un lector ni siquiera necesariamente devoto en dirección hacia otros obsequiosos e interminables juegos de identificación entre el santo guerrero cristiano y otras figuras de veneración igualmente emblemáticas, para el caso, Al-Khidr, que aventuramos resultará en un ejercicio bien reconocible para todos aquellos buenos aficionados al subgénero superheroico y sus derivativos personajes.

Un Beyruth historiador asimilando lo extraordinario.
 

La lucha insidiosa y brutal que Danilo Beyruth, el historietista de la acción, se entrega a desembrollar a lo largo de páginas casi por entero mudas todavía es extensa, y, por dos veces más, dominada por esa claridad con que unas viñetas inmensas dispuestas a doble página singularizan algún instante de mayor gravedad en el desplazamiento del corcel y su jinete alrededor del descomunal cocodrilo. Composiciones pictóricas visualmente dinámicas que indiferentemente de cual sea su orientación, o principal punto de atención, parten siempre de la diferencia sustancial de tamaño entre los contendientes y el contraste de la saturada superficie de gruesas escamas y crestas de la piel del reptil. Ejerciendo como bornes entre las escaramuzas que se suceden siempre en detalle y con escandalosa celeridad. Además de dar lugar a auténticas lecciones de demarcación de las viñetas dentro de la página, como aquella por la que el tribuno casi sentado sobre su lanza consigue atravesar el cráneo de la bestia uraniana, en páginas ciento setenta y dos a ciento setenta y tres, composición oblicua sobre un troquel o marco cuadrado de cuatro viñetas en las que el legionario romano se precipita desde lo alto de su montura agarrado fervorosamente a su pilum hasta que este se clava profundamente sosteniendo a Jorge en el aire todavía muy por encima de la cabeza del cocodrilo. Páginas que a pesar de la clara urgencia narrativa marcada por una continuidad de las viñetas llevada al extremo se ve embellecida en la curiosa unidad lograda entre la orientación en diagonal y el descendimiento casi vuelo sufriente del tribuno; en acuerdo también a la conformidad de planos que el dibujante brasileño dispone entre las dos longilíneas viñetas centrales, de una mayor proximidad y vigoroso entintado, y las dos triangulares situadas en un extremo superior e inferior desenvueltas dentro de esta matriz según planos más amplios, con parte del escenario y más de un solo personaje. "Por favor, quiero más de esto. ¡Papel, papel, más papelitos... Ñam, ñam, ñam."
Como ya habrán adivinado los más espabilados oyentes y lectores de esta gacetilla sonora, aquellos que presumimos están al día en el pago de su cuota de socio, finalmente el tribuno Jorge ha conseguido dar matarile al dragón. "¿No os gustan los spoilers? Pues buscaros un tebeotuber de esos que fuman tabaco y beben de cartones de vino mientras nos muestran su bondad infinita y atosigan con cualquier abombado dilema moral a algún editor indigente a altas horas de la noche. Que de aquí al final de la reseña todavía os vamos a decir hasta quién ganará el próximo campeonato de liga de cualquier deporte que nos dé la gana." Y la lucha se transforma en otro tipo de duelo. Uno que el lector reconoce como esa misma tristeza que experimentó el tribuno al finalizar la batalla en Alejandría, una piedad sin más intención que sí misma, como corresponde a la libertad de espíritu, que acaba por obligar a Jorge a rematar al enorme cocodrilo. Ya indefenso y tendido sobre una lamina de agua. Abandonando así el frenesí guerrero por esa intención más directa y recta que apunta a lo increado, todo lo bueno o malo imposible de contener perfectamente por una criatura, mediante el gran ojo del animal. Inversión de su imagen primera como músculo orbicular recinto de horrores con que fuera privilegiado por dos de las viñetas de la página setenta y tres a esta especie de disco clarividente sobre el que Jorge hiende su espada en un último acto de justicia. Una ejecución esta llevada con parsimonia. Durante la cual el soldado romano se mueve además pesadamente, desaparecida la gestualidad apremiante y ardiente del combate, antes de asestar el golpe de gracia a la bestia cocodriliana que evitará su agonía. En un avance que el historietista despliega con un mayor peso por dos viñetas horizontales concentradas en mostrar una pausada alineación del gladio y la pequeña cruz que todavía pende en la muñeca del tribuno con el astro solar que va a ir asomándose por encima de la cabeza del protagonista hasta formar una aureola sobre la misma según este levante su espada mediante un leve contrapicado que el plano medio escogido acaba por concretar en toda su eficaz simetría. Una imagen concluyente de otro engarce simbólico preparado a la imaginación del lectorespectador de los varios rescatados por el autor a lo largo de esta historieta. LLevado a la página de un modo más natural que sofisticado, se diría, y con esa  misma facilidad con que Danilo Beyruth nos induce enseguida a ver este sol como juez y testigo clarividente al que no se le ocultan las injusticias de Roma replicado en el gran ojo cocodriliano por la siguiente página. Apagándonse así aún en un último fulgor blanco con la caída del gladio sobre el ojo animal la carga de sobrenaturalidad inherente a cualquier representación gráfica del combate entre hombre y bestia. Por más poético que resulte para el lectoespectador se trata antes que nada de una representación de la altitud moral alcanzada por el protagonista, y, a su vez, el anuncio de la nueva actitud denunciadora que adoptará el tribuno ante los acontecimientos que están por llegar en el "Capítulo X A acolhida ao herói". Un meticuloso ejercicio para desocupar el relato, y a sus protagonistas humanos, de cualquier ofuscada correlación entre simbólica y fabulosa que pudiera dar al traste con el carácter realista de esta historieta en su equilibrio siempre delicado por plasmar el tipo de personalidad definitoria más probable para un personaje histórico. Un personaje como Jorge que pueda responder por ese otro al que hoy solo conocemos diluido en la amplitud multiplicadora de su leyenda como San Jorge.
¿Quién fue ese soldado romano?, es la pregunta que parece plantear a la vez que responder esta historieta. Supuestamente, bajo la óptica de una esperanza de salvación eterna, alguien a quien los devotos cristianos todavía hoy deben imaginar en los cielos junto a su dios. Pero a ver quién les dice que solo era un hombre, o mucho peor, nada más que el permeable y sincrético modelo de un ser humano protagonista de mil y un episodios diferentes siempre extraordinarios separados entre sí por enormes distancias y un espacio de tiempo también considerable. "¡Menuda tarea la del dibujante brasileño!"
El escenario histórico reclama un mayor cuidado y ahínco para evitar caer en fragantes contradicciones al historietista por sus cuatro últimos capítulos en este tebeo, páginas ciento ochenta y uno a doscientos treinta y cuatro, más el pequeño epílogo ya mencionado, como pueda ser la tentación de darse a dibujar una figura metafórica unívoca del traspaso de la divinidad al protagonista. O hasta la representación de episodios histórico-salvíficos que solo resultarían aceptables en un tebeo de carácter abiertamente confesional. Alejados por lo demás de esta reserva de realismo y verosimilitud con que Danilo Beyruth ha tratado de plasmar un episodio tan crucial como el duelo con la bestia omniforme para el reconocimiento del carácter mítico de la epopeya del santo guerrero que pudiera ser reconducido históricamente en una apropiada valorización sobre todo de la personalidad del tribuno Jorge. Elementos que únicamente se manifestarían a lo largo de esta historieta como indicios necesarios para una detectivesca tarea de interpretación facilitada al lectoespectador en ese reconocimiento de la posterior disolución de la personalidad del tribuno romano que prefigurará la leyenda de San Jorge a la muerte del soldado. Cuando la historia de su vida quede sometida a los elementos propios de una fenomenología cristiana relativa a la situación del ser humano en el mundo frente a las luchas entre potencias angélicas y demoníacas. Es claro que la existencia histórica y temporal del soldado romano no puede abandonarse a tales manejos en torno a la conciencia del mal en una ficción histórica preparada ante todo para rescatar una personalidad sin mediación de la fantasía. O abandonada a la representación rehabilitadora de cualquier urgencia mítica. De los cuales precisamente libera Beyruth a São Jorge de un modo bastante original, y, sin duda, perfecto. Lo cual nos obliga ahora a nosotros descalabradores de tebeos a solicitar formalmente la rendición incondicional del jurado que decidirá la obra ganadora del Premio Nacional del cOmic en su edición de 2025 ante este magistral tebe... quadrinho nacional. "¿Qué más os dará, pringaos? Hacednos caso por una vez, panda de nazis, si habéis perdido la guerra dejando una saca de muertos que no hay presidente estadounidense que cargue con ella. Entregad el dinero de ese premio a un artista capaz de poner en duda la superioridad europea en todos esos asuntos de la historieta histórica que tradicionalmente atañen a las industrias francobelgas de la bande dessinée y sus sumisos imitadores españoles." La serenidad con que este guerrero excepcional, protector y guardia personal del emperador Diocleciano, se entrega ante la justicia romana a su regreso del combate con el dragón nos traslada a ese choque crucial entre el mundo histórico y el mundo transcendente señalado por el mito cristiano a través del martirio. De vivo gusto para el medio cinematográfico, e incluso adoptado como un elemento constitutivo del peplum por infinidad de películas ni siquiera muchas veces interesadas en alcanzar un mínimo rigor histórico. Condición que Beyruth nunca abandona en su intento de concretar una biografía plausible del soldado Jorge sometido a la crueldad de un despótico emperador, por supuesto, bajo el ofrecimiento de la corrupción política. Corrupción consustancial a los altos mandos del Imperio romano y esas luchas de poder que durante el desarrollo de la trama han ido anunciando la caída en desgracia del tribuno dispuesta ahora por fin a desplegarse con toda su provisión de ofensas y humillaciones ante el nuevo "aspirante" a mártir. Y que seguramente el aficionado a la historieta habrá visto representada a través de los intensos y primordiales anhelos de libertad comunes a los personajes cinematográficos en sus imputaciones contra las injusticias del mundo por adaptaciones como Ben-Hur, Espartaco, o La túnica sagrada.
Si efectivamente hay un interés por la verosimilitud que pueda tomarse como condición principal para esta suerte de recreación de la biografía del soldado romano Jorge, como Danilo Beyruth nos impulsa a creer, es claro que su vida y personalidad se cimentan sobre hechos dispuestos como extraordinarios durante su más indiscreta proyección dentro de la historia del cristianismo y el mundo occidental bajo el nombre de San Jorge. Episodios que también son acogidos en este último tramo de la obra bajo la misma forma de realismo que el historietista impuso a la lucha ejemplar contra el dragón. Aquí seleccionados por Beyruth de una u otra versión de la vida del santo guerrero a fin de adaptarlos de acuerdo a la trama planteada en su obra. Así, tras rehusar la realización de un sacrificio en el templo a Júpiter en su regreso a la capital, el tribuno se despojará de su armadura ante el césar Galerio en vez del prefecto Daciano a quien recoge la leyenda. Y, naturalmente, las nefastas consecuencias de las intrigas políticas iniciadas por el principal instigador de la caída de Jorge se van a ver puntualizadas por medio de un intento de chantaje ejemplificador de la corrupción en la antigua Roma. Para remarcar unos mismos altos valores morales impresos en su victoria sobre la bestia cocodriliana ahora trasladados a su suplicio y martirio, la conocida redención en la sangre. Son estos últimos matices representativos del mito redentorista que podrían malograr la propuesta de una historicidad del tribuno (su existencia temporal/terrenal/mundana) los que Beyruth evita trasladar de un modo eficiente, mistérico y doctrinal, por tanto, y para ello se asiste de un personaje sin historicidad alguna como es la pequeña Vera. Sustituta como vimos también de un personaje poco menos que fabuloso, la doncella o princesa, señalado por la leyenda y recompensado en el mito. El interés de esta sustitución se mostrará claramente ahora a poco de la finalización del drama. Cuando las apariciones de la niña muda se multipliquen y establezcan los términos del contraste entre el tribuno y sus verdugos a partir del momento mismo en que Jorge franquee la puerta de la capital dejando al cuidado de Vera su pequeña cruz, junto a una provisión de monedas. Ya dentro de la ciudad el lectoespectador acompañará a esta niña en su deambular por las calles, lo que da ocasión a una dramatización de diálogos y cruce de opiniones sostenidos por diversas gentes, de simples comerciantes a patricios y plebeyos tal vez de clase baja e intermedia, donde se jugará una suerte de discusión acerca de lo sucedido con el tribuno Jorge. Conversaciones muestra de la sorpresa del pueblo ante la actuación de las autoridades romanas que luego irán alcanzando un mayor interés según estas charlas de un carácter en general corriente, tal cual suele ocurrir a la espera de ser atendidos en una pescadería, descaminen hacia otro tipo de confidencias como son los cuchicheos y habladurías sobre las torturas a las que está siendo sometido Jorge y la profesión de fe que parece realizar el tribuno durante todo este proceso. Mediante una puesta en escena simple y ágil de secuencias hábilmente planteadas en coincidencia con la ronda de Vera alrededor del cuartel y sus visitas para asomarse al calabozo en el que permanece preso su salvador. Una expresión popular que dicta el fracaso de la victimización de Jorge a cargo del poder imperial, expuesto en toda su profundidad por un "Capítulo XIII Audiência" (págs. 218 a 226) donde el soldado cristiano nuevamente se negará a apostatar aherrojado a los pies del emperador Diocleciano. Enfrentamiento que da pie a una fecunda reflexión final del tribuno Jorge sobre la deriva política del Imperio y los verdaderos motivos que llevaron a la guerra en Alejandría contra una facción rebelde de descontentos romanos. Hechos y circunstancias que algo antes formaron parte asimismo del discurso tentador de las fuerzas de la locura y el caos surgidas en la mente de Jorge como delirantes manifestaciones al regreso en su calabozo tras cada sesión de tortura, en capítulos XI y XII. Espacio subterráneo ideal para esta visión inequívocamente demoníaca del dragón de Cirene, el enorme cocodrilo vuelto aquí imposiblemente en pie sobre sus patas traseras y significado además mediante unas diminutas alas angelicales, que no ha dejado de visitar al soldado cristiano de esta manera durante todo su cautiverio. Por esos dos capítulos, "Tentações" y "Ameaças", Beyruth entrega al lector-interprete una serie de imágenes de las alucinaciones del tribuno en las que se entrecruzan corrupción moral y corrupción física, parámetros tradicionales de los obstáculos que la libre voluntad del cristiano debe superar para alcanzar el Reino de Dios: primero la representación de una orgía oficiada bajo el estandarte de Roma (junto a su mástil coronado con la figura del aquila) en la que este dragón tentador se rodea de oro, vino y sexo, invitando a Jorge mediante sus palabras a aceptar la bolsa que de por vida le ofrece Galerio si cede a la realización del sacrificio ante los dioses romanos en un acto de renuncia al menos fingido de su fe, y después, en un arrebato de cruelísima sinceridad del acusador Satán cocodriliano, la imagen de la impermanencia y lo ilusorio de todo vertida en un torrente de insectos desde el vientre hendido del cocodrilo que se arremolinan alrededor de Jorge como la putrefacción devoraría la carne según una exposición de la intensidad del sufrimiento capaz de invalidar cualquier esfuerzo o decisión humana de superación de los límites de este mundo intermedio habitado por el hombre entre cielo e infierno. Pasajes que conjuntamente sitúan al protagonista en posición de ser salvado, caído como se encuentra en la negrura de un calabozo no muy diferente del antro funerario ante el que se desarrollara la lucha ejemplar contra el dragón en el lejano Cirene. Un combate ya no físico pero de igual relevancia. En el que Vera recoge el papel de salvadora para transponer las aguas levantadas otra vez contra Jorge mediante esta renovada imagen del antiguo obstaculizador del camino. Dragón de un valor iconográfico menos sugestivo para el campo del mito, dispuesto esta vez para el reconocimiento de aquellos valores que la historia del cristianismo trasladó al poder de Roma en su identificación con el mar, en una apropiada correspondencia con los más antiguos servidores del demonio surgidos de sus profundidades. Así pues, frente al debilitamiento del soldado cristiano, el asedio de Vera al cuartel donde Jorge se encuentra recluido se vuelve algo importante. Un callejeo circular durante el que por dos veces la niña muda consigue franquear a la guardia y asomarse así al calabozo a través de los barrotes de un ventanuco, recordando con ello los dos tiempos por los que Jorge cabalgó dando caza al cocodrilo alrededor del betilo, para justo en el último de estos asedios devolver a Jorge la pequeña cruz dejada a su cuidado ante las puertas de la ciudad. 

Intermediación angelical ante la Historia.


Tentaciones y amenazas son superadas gracias a una niña que camina descalza y sin sombra por las calles. Una niña que las habladurias convertirán en un ángel capaz de curar llagas y atravesar paredes. Una niña muda y contempladora, en cualquier caso, lo bastante valerosa como para colocar inmediatamente a los ojos de Jorge aquello que más necesitaba durante su momento de mayor debilidad, un poco de luz. El troquel de viñetas planteado por Beyruth en esa secuencia transcendental (que no transcendente) no difiere de las intenciones conferidas a otras composiciones utilizadas con anterioridad a partir de una sola viñeta cuadrilonga prolongada por dos páginas hasta conformar una banda superior en un desglose medido para la continuidad de otras diferentes viñetas dispuestas por páginas par e impar en su zona inferior. La gran viñeta que aquí de esta forma preside la composición parte desde un plano de gran proximidad al rostro y mano de Vera dejando caer la pequeña cruz bajo un enfoque difuminador del encuadre que acaba de conferir una sensación de claridad e intensidad por el que los barrotes se muestran de forma imprecisa y se prepara la escisión de dos espacios para la acción, dentro y fuera del calabozo, por los que se va a prolongar la secuencia a lo largo de las restantes viñetas bajo una angulación y perspectivas igualmente distintivas de la posición inferior y superior que ocupan los personajes. Episodio que luego las gentes de la capital recogerán en sus distendidas conversaciones como evidencia de una presencia divina en esa misión mediadora ligera y veloz representada por Vera y que ya durante el paleocristianismo ocupaba a los ángeles en todo suceso de salvación. Solo el lectoespectador sabe que esa presencia corresponde en realidad a la de una niña muda que recorre las calles evitando a los legionarios. Y de tener algún día la oportunidad impensable de tener este quadrinho nacional entre sus irresponsables y pecadoras manos, nuestros socios amigos llegarían a reconocer en la devolución de la pequeña cruz el redoblamiento de esa otra suerte de Fiat lux! con el que poco antes el tribuno hendía el ojo del gran cocodrilo para evitar su agonía. "¡Pero por Tutatis... ¿cuántos lectores de historieta cabrán en la cabeza de un alfiler?" Admirándose de cómo Danilo Beyruth sostiene por toda la obra una misma perspectiva que nos hará observar a un tiempo la plausible naturaleza real de ciertos episodios entrelazados por personajes históricos junto a su previsible transformación en acontecimientos de una proyección extraordinaria y piadosa. Librando a esta historieta del tipo de desmitificación que por tantas ficciones históricas dirigidas hacia la aventura se procura desarrollar unos acontecimientos consignados a la tradición religiosa y las leyendas a partir de alguna especie de equívoco explicable desde un plano historiográfico totalmente adventicio e impropio para la época en que se plantea el relato. La vivacidad de los diálogos a que da ocasión la audiencia con el emperador Diocleciano, o todas las conversaciones que se representan en las calles de la capital por estos capítulos finales, no son objeto de una planificación menos atractiva que los episodios ocupados en desarrollar la batalla contra la bestia primordial y la lucha fraticida de las tropas romanas en Alejandría. Escenarios dispuestos al interés de las secuencias a desarrollar por cada escena y selección de planos a la medida de la extensión cada una de ellas son la regla. Si acaso es destacable señalar el mayor número de personajes secundarios a dibujar, necesariamente anónimos para no sustraer el sentido comunitario de la formación de la leyenda según la expone el historietista brasileño a través de la multiplicación de las voces de estos personajes, que además dan ocasión al historietista a esa representación de tipos sociales tan grata a los paladeadores de cualquier ficción histórica. Algunos con un físico y gestualidad incluso peculiares que por fuerza acaban destacando entre tanto legionario, con sus mismas gáleas, lóricas y grebas, tan parecidos unos a otros, por más que Beyruth se haya esforzado en dibujar un rostro distinto casi que a cada uno de ellos.
El aficionado español que decida hacerse con esta obra, suponemos que en su edición francesa, sabrá apreciar la caracterización monárquica de Diocleciano en contraposición a ese otro maquillaje aristocrático tan apropiado para la suma de lascivia y crueldad que el medio cinematográfico parece preferir para casi cualquier ocasión al dar vida a algún emperador romano. Y también posiblemente gusten de observar esa suma de silencios por el que de testigo en testigo y fuera de toda representación teológica y sacrificial se dirige el soldado Jorge camino hacia su decapitamiento; tal vez, justo por ese momento, hasta acierten a reconocer otra de las correlaciones entre lo legendario y lo histórico que Danilo Beyruth selecciona por medio de uno de los pocos personajes femeninos de naturaleza histórica que, por su posición social y ambivalencia, difícilmente podría obviar ningún intento de biografía del paladín cristiano. También se caerán de espaldas cuando primero descubran a la alteridad monstruosa montaña de escamas míticas sometida a un registro completamente natural, y luego, a través del caos y el delirio, deslizándose por los ríos de la Historia hacia el mar en su ambigua asociación con Satán para encarnar a la antigua Roma. Y recordarán por mucho tiempo el modo en que Danilo «o Turcomeno» Beyruth evitó ese error casi que historiográfico en el que suele abundar el péplum al asociar de forma explícita la muerte de sus héroes con aquel suplicio y ejecución sangrientos que trasladaría al protagonista todo el sentido de la transcendentalidad de un dios-hombre asesinado, muy del gusto de creadores más flexibles en la focalización de la ficción histórica como aduladores de un público normalmente sometido a la vulgaridad del cada día más próximo a estrenarse Gladiator versus Aliens, mediante el que no se opera más que el achique de un esquema resurrecional de carácter solar anterior mucho más pertinente para la consolidación de cualquier personalidad heroica. Y es esto, una personalidad más allá de la santidad, lo que rescata el inteligente historietista brasileño a lo largo de este épico tebeo sobre la vida de un soldado cristiano a servicio del Imperio. ¿Pues qué si no la memoria rescata a los héroes? Una memoria valorada por la distancia que Beyruth logra acortar para los lectores de São Jorge mediante el testimonio de una niña muda ya lo suficientemente crecida a la muerte de su salvador al fin de esta historieta como para poder dar una idea del trayecto posterior de esos pocos retazos de vida del soldado. Con los que mucho tiempo después se acabaría sirviendo una historia vulgarizada de ciertos anhelos religiosos transformados en leyenda para instrumento de corajosas empresas bélicas:

"São para lembrar um guerreiro que me salvou ainda criança e me devolveu algo que eu tinha perdido. Ele foi perseguido e preso pelos romanos, e, depois, executado. [....] Talvez voçe tenha ouvido falar dele, chamava-se Jorge e muita gente se recorda por ele ter derrotado um dragão." 

Chimpún, s'acabao, idos a leer las etiquetas de los botes de champú. 
Si los editores españoles fuesen todos una especie de lagartos gordotes, del más feo y harapiento al más distinguido y con mayor estatura y mejor salud, ahora podríamos decir eso de:  

"ESTE TEBEO ES LETAL"

Pobres desgraciados míos que ni de comprar un tebeo brasileño en Portugal son capaces por su inconsecuente adopción de esas compulsiones mentales y trastornos estereotípicos que aquejan a sus tebeotubers favoritos. ¡Qué manía, será que no hay porno gratuito en internet! Así me cogéis luego esos constipados mortales; abrigaos bien, hacedme caso, y usad siempre dos mascarillas cuando asistáis a tan infecciosa programación. 
Me apena hasta extremos inflamantes la naturalidad con la que habéis asumido ese estado de semiesclavitud cuando os veo haciendo cola frente a las paradas editoriales con esas cucharas y platos de madera que os reparten al entrar en ferias y festivales comiqueros. El día menos pensado dejo suelto por allí al puto enano cejudo para que le muerda las pantorrillas a algún editor. ¿Otro azucarillo, bichito? Bichito, monada, abre la boquita; y lo qué le gusta liarse a mordiscos a pesar de los pocos más de siete dientes que aún conserva en usufructo. ¡Pero le echaríamos tanto de menos! Nadie se hace una idea de la cantidad de trabajo que nos soluciona esta atrofiada criatura envuelta en sus pañales dominicales de seis capas cada vez que suelta cuatro alaridos. Así que nanay, panda de hedientos... ¡Hum!, me da en la nariz que todavía queda alguien por abonar su cuota de socio. 
Y haced el favor ya de comprar un pernil en Colmados Calidón a través de nuestros enlaces directos a su tienda web. 
Ahora, venga, se acabó, ya podéis ir al baño a aliviaros.
(¡Música de despedida, inútiles!)

"Corazón latino, de sangre caliente pegado a tu piel
Corazón latino, te invita a vivir un verano sin fin
Corazón, ay ay ay, corazón
Ay, corazón lati..."

EL DIRE .—García, ¿está usted seguro que este es el tipo de música que gustará a los lectores de comic books y manga? Mire que sobre todo necesitaremos de estos últimos adictos al tankōbon si queremos rascar algo de todo ese renovado esfuerzo para la exportación de historieta japonesa con que el luminoso y fosforescente gobierno japonés ha prometido ahogar a la humanidad durante esta próxima temporada tebeística. 
COMISARIO PECARSKI .—Y más que seguro, señor director, plena e inequívocamente seguro. Ya me dirá, je, je, je, si ha sido el mismo Gutiérrez, un admirable joven con más de veinte años de servicio en esta empresa, el que me la ha recomendado en persona. Un experto en casi todo ese Gutiérrez, y un oído finísimo el suyo.
EL DIRE .—Entonces será el mismo que dio con aquellos micrófonos en su despacho.
COMISARIO PECARSKI .—Y el mismo que nos dejó sin luz al tirar de aquel hilo, ya ve, evitando de paso que los aviones de la Patronal del cOmic acertaran a bombardear nuestra sede.
EL DIRE .—Bravo muchacho el tal... Me apuntaré su nombre para alguna de esas chapitas conmemorativas que teníamos por aquí en cuanto tenga un momento. Y ahora vaya usted también a hacer esas sus cosas que suela hacer normalmente en esta oficina. Existe un motivo para cada una, sin duda, y no podemos confiárselas a cualquiera.
COMISARIO PECARSKI .—No faltaba más, señor director, ya puede darlas todas por hechas. 
Ejem... Hasta la victoria, ¡capitalismo de estado o muerte! ¡Vendamos benceno!

(Suena el ruido de un elefante al estrellarse, se escuchan pasos de una bandada de flamencos. Nadie ha muerto. Vemos al director destapar el frasco vidriado con deditos de otaku en salmuera y enseguida una luz verde ilumina el despacho desde la mesa de oficina improvisada con cajas de cartón de los envíos de El Corte Inglés a las cortinas de tela de pana gris por detrás de la lata de pintura en que permanece tranquilamente sentado el director, con su impresionante vestidito escolar y sus calcetines deportivos.)

EL DIRE .— "Corazón latino lalala...", me da que este siglo no se va a dar muy bien con el desarrollo de vida inteligente. En fin, ningún esfuerzo político debe demorarse, a ver si a fuerza de escucharla acabo entendiendo el entusiasmo por estos sentimientos europeístas que parece despertar la tonadilla españichiquirristaní entre los descendientes polacos miamenses y pensilvanianos. 

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[1] Señor Renalfo (socio suscriptor núm. 021), por aquí se dejó ayer bufanda, pastillero y chancletas, pregunte al conserje por todo este extraño equipamiento deportivo con el que se asiste en sus cabalgadas priápicas por los alrededores de nuestra sede empresarial.

[2] Señor Renalfo (resucitado socio suscriptor núm. 022), sobrevivió usted al descenso de la cuesta del Pico Sacro. A la vista de que tampoco habíamos conseguido rematarle al lanzarlo contra el tranvia no nos queda otra que felicitarle fanáticamente. A ver si así... Pero ya están aquí otra vez los enfermeros para arrancarnos de los pies de su catre hospitalario. Ojalá no bubiese caído escaleras abajo y descubierto a nuestro prisionero estrella, el puto enano cejudo de los pañales de siete dimensiones. Olvídese de él. De todo cuanto llegase o no a ver en ese sotano, y lea esta nota hasta el final:
Admirable imbécil, sabemos exactamente hacia donde escurre su colección de tebeos, así como el título exacto de absolutamente todas y cada una de sus cabeceras favoritas, desde Hazañas Catequistas a Rigoberto Tartaja y Antolín pasando por revistas como la aventurera Chitón o la humorística Butifarro Especial, cuya fama y cotización en el mercado de los deseos comiqueros podríamos sentirnos tentados de destruir para siempre si alguna vez las pasmosas credenciales de nuestro redactor estrella fuesen reveladas al resto del mundo. Ya puede creer que nos resultaría tan fácil como desgranar sus contenidos ideológicos y formas artísticamente contramodernas entre nuestros innumerables lectores. Quienes luego trasladarían su desagrado por las esferas sensibles del mundo a través de toda menudencia de hez social que se encuentre en internet, o, en consideración a su edad, mediante los más clásicos y atocinados programas de bufidos y llamadas telefónicas alevosas que todavía cabalguen a la grupa de la radio transistorizada y los walkmans. ¿Se imagina? Ya ningún sabio volvería a escribir sobre ellas con la misma gracia con que suelen hacerlo hoy en día. Se acabarían por tanto las tesis de postgrado. Los ensayos doctorales. Y nada de exposiciones mastodónticas organizadas por comisarios neandertales sobre la Escuela Palenciana o los tebeos de Editorial Chunguera. Y quién iba a alquilarle entonces sus codiciadísimos tebeítos tras revelaciones tan morrocotudas como la de que el creador de Butifarro y Filetón gastaba calva de goma y gafas sin graduar solo para dárselas de intelectual. 
Mire que aún estamos a tiempo de evitar uno de esos perjuicios esconómicos a los que de cuando en cuando todos nos vemos arrastrados por la contratación de un sicario de tercera. Aleje esos dos glúteos flácidos con sus diabólicos hoyuelos de las cristaleras de nuestra sede para siempre y así nadie verá perdidos unos dineros e influencias tan dolorosamente ganados a la monta de los muertos.

[3] Dichos de la Sectorial del cOmic: "El Libro Blanco te enseña, el Libro Blanco entretiene, y yo, el editor, te digo contento que no te saco mis cuentas ni este año ni el que viene.". 

[4] Pueden nuestros lectores amigos cerciorarse de ello gracias a la misma función de aeróstato con la que maniobran sus ratones al pasar el puñal del olvido por encima de cualquier documento en internet, por ejemplo, mientras sisan algún que otro dato sin importancia de los muchos que brotan también sin esfuerzo en el plantío del Gran Catálogo de la historieta

[5] Ursula von der Leyen, Josep Borrell, Emmanuel Macron, Merkel, Scholz, Habeck, Sanna Marin, Volodymyr Zelensky, Pedro Sánchez y sus yolandiacistas y pabliglesianos, todos por uno, rusófobos y vasallos genocidas monetizadores de cadáveres ucranianos y palestinos. Asesinos de masas e infanticidas premiados que ya ni se disputan los cuerpos de los millones de africanos a los que consumen sobre su propia tierra o ahogan en el mar.

[6] MARTÍN, A. (1996): Notas sobre la aparición de la historieta en España, en Tebeos: los primeros 100 años. Madrid. 6.1

[6.1] Nosostros no vamos a ser más honestos que los demás a la hora de revolcarnos gratuitamente en las montañas de brillantina y confetis de oro y platino con que se camuflan toda suerte de apendíces infecundos y algo mentirosetes.

[7] En la versión de Walt Disney (para un público demente, o, como se prefiere decir ahora, sumarísima y sensiblemente concienciado en la necesidad de repartir collejas paulinas) se excluirá el combate y la expulsión de la bestia acuática obstaculazadora del camino por un argumento mucho más apropiado para cubrir de un salto el vacío de las salas de cine y la inversión mental del humano medio acaparador de colesterol, con el resultado de una chanza cinematográfica que solo pueda describirse como las aventuras de: 

Avance de otra deprimente peli infantil de Disney.

"San Jorge jugando a recoge el palito con su mascota el dragón mientras son vigilados por su madre para que no se diviertan demasiado", con dirección de Emilio Aragón y actuaciones de Adam Sandler, Rihanna y Willie Nelson.

[8] Despacho de nuestro comisario político Agustín Pecarski García:



¡Gutiérrez! ¡Gutieee... ¡Ah!, aquí está ya usted. Pues venga, hombre, pase sin miedo. Entre, anda, entre con esa pachorra tan característica a los de su especie, y vaya sentándose por aquí, a ver si pudiera tener usted la bondad de intercambiar brevemente unas palabras conmigo, siquiera muy por encima, sobre un asuntillo que parece haber interrumpido ciertas transcendentales actividades; no tema, je, je, je, que solo nos llevará un par de minutos. Poca cosa, dos o tres delitos de nada, criminales transgresiones en las que parece haber incurrido usted, Gutiérrez, como habitualmente sucede en esta oficina, imagino, sin darse cuenta de la clase de lío en que andaba enredada esa maquinaria tan asombrosa que sus padres tuvieron a bien concederle por cerebro, como enseguida podrá comprobar, para desgracia de todos nosotros. Aunque yo no pueda dejar de plantearme ciertas dudas, amigo Gutiérrez, algunos interrogantes surgidos únicamente bajo la ingenua inspiración de esas privativas competencias y obligaciones relativas a mi cargo en esta empresa; por ejemplo, la eventualidad de que incluso una mosquita muerta como usted supiera la clase de chanchullos en que nos estaba metiendo, observe la gravedad de lo que le voy a decir, a espaldas de esos queridísimos compañeros que tanto le aprecian. Menuda deshonestidad la suya. Porque a ver quién es el guapo que me asegura que además no haya estado actuando con entero conocimiento de adónde nos llevaría su infeliz proceder, fíjese la ocurrencia que he tenido, Gutiérrez, a ver qué le parece, incluso desde el primer día que entró usted por esa puerta. ¿Y cuánto tiempo hará de ello? Veintitantos años... Muéstreme entonces ese sincero dolor que sin duda lleva por dentro, no se calle nada, y confiese ante mí. ¡Confiésese! ¡Largue de una vez, Gutiérrez! Aproveche para renovar sus votos con esta organización que le viste y le da de comer desde hace veintitantos años. Bueno, bueno, no me abra ahora el grifo de las lagrimas de garrote. Que todavía ni está por llegar la época de salir a por uvas. Vamos a ver si antes de esa vendimia que usted tanto teme logramos sacar algo en claro sobre un tema de tal gravedad y urgencia como el que nos ha reunido aquí hoy; para que lo sepa, a instancia de algunos de los pocos compañeros que pese a todo aún le guardan el aprecio suficiente para venir a contarme lo que usted hace o deja de hacer a lo largo del día. Pero siéntese, hombre, siéntese... Pues dónde va a ser si no, en la silla, Gutiérrez, como todo el mundo, en esa misma silla. Olvide el somier y deje de preocuparse por si está o no enchufado a la corriente, ponga toda su atención en lo que le voy a decir Gutiérrez, ¿me oye? A ver si ahora resulta que ha encontrado alguna clausula en su contrato laboral que me obligue a mí a tener que arrearle un calambrazo cuando a usted mejor le convenga; y, para más inri, ni remotamente cerca del matemático tramo horario que nos correspondería dentro del servicio de tarifa reducida, como usted bien sabrá, bastante corto, casi raquítico, diría, para las verdaderas necesidades de esta empresa. ¡Habrase visto, Gutiérrez! ¡Y todavía le parecería bonito que nos cortasen la luz ya a primeros de mes! No querrá también que me lo suba al colo como a un niño de teta, solo me faltaría eso con la que aún nos puede caer a los dos por su culpa. A los dos, Gutiérrez, a los dos... ¿Me oye? Que de aquí a una semana nos podemos ver de la manita usted y yo desclavando cruces en Lituania. ¿Qué le pasa, Gutiérrez, es que acaso el señor no está lo sufiencientemente cómodo con su silla? Pues entonces deje de menearse de una santísima vez, que parece que esté tratando de cruzar una alambrada en Suecia y no aquí tranquilamente frente a su comisario político. Mucho mejor, ve qué bien Gutiérrez. Ya era hora de que alguien apreciara el descanso que nos proporcionan estos revolucionarios diseños. Todas sillas del partido. Enmohecidas, modestas, pero útiles. Y más o menos idénticas a las que quizás algún día podrá ver en el despacho de nuestro queridísimo director. El mismo modelo que reservamos a las visitas, por cierto, sépalo usted; imaginando, porque desde luego habría que echarle mucha imaginación, que el día menos pensado se le ocurriese a alguien hacerrnos una visita. ¡Pues por lo qué sea, Gutiérrez, por lo qué sea que les diese la realísima gana! ¡Y deje ya de interrumpirme! Desde luego comprendo que a alguien de su edad le resulte imposible creer que antes todos estos tropiezos los finiquitásemos en cinco minutos, e incluso a plena luz del día, como seguramente se habría hecho con su metedura de pata frente a este mismo edificio hace solo unos años. Pues eso que le digo, Gutiérrez, no se trataba más que de un simple ejemplo con el que romper este promontorio glaciar al que nuestras diferentes categorías laborales nos han encaramado separándonos tan antinaturalmente al uno del otro de manera que hoy, tal vez, me atrevo a sugerir, y perdone mi atrevimiento, usted no tenga toda la confianza conmigo que debería sentir dentro de este diminuto cuartucho donde justo ahora mismo nos encontramos tan confortablemente los dos. Aunque tampoco demasiado lejos de ese ventisquero de ahí afuera, que quizás recuerde haber cruzado hace ahora veinte años atrás, de lo tan calentitos que se está en nuestras oficinas. Además bajo el sofoco de estas tres cámaras que no está viendo, Gutiérrez, amigo mío, pero enseguida, así como quien no quiere la cosa, voy a aprovechar para ir señalándole con la punta de mi lapicero mientras hablo y gesticulo muy airadamente. (Arriba; aquí en frente; y también ahí detrás.) Pues muy bien, oiga, me alegro, y no se olvide de felicitar a su señora madre por estos chorizos. Retomando, Gutiérrez, ahora que parece que por fin ha conseguido dar asiento a las dos paletillas de cordero que tiene por piernas, a ver si podemos ejercitar de una santísima vez esas capacidades oratorias propias de dos bípedos implumes que se nos suponen a ambos en estas cédulas de identidad que hoy me vuelve a tocar sostener amenazadora y bien visiblemente ante las cámaras. Mire el brío con que tremolan en un ambiente así de enrarecido, el habitual aquí, Gutiérrez, aproveche para respirar un poco de este aire. Sin asustarse, hombre, haga como si se tratara de un vulgar abanico. Piense solo en lo bien ventilado que debe estar todo aquel blanco paisaje del que le hablaba antes. No vaya a desaprovechar de cualquier manera estas irrepetibles horas de moderada asfixia que estamos compartiendo en mi despacho. Como decía mi antecesor, en paz descanse por cinco minutos, todos los frascos se acaban abriendo tras un buen achuchón. Tome aire, míreme a mí y repanchínguese a gusto, que aprecien cuán descansado se siente delante de las cámaras. Y escuche, ponga toda su atención, oígame bien, eh, porque se lo voy a preguntar una única vez, cuente si últimamente ha visto salir de mis labios, de estos mismos labios que hoy le hablan, Gutiérrez, alguna clase de indiscrección, siquiera una sola crítica infundada o un mínimo chismorreo, que le permita a usted, a usted precisamente, como quien dice el último mono en esta oficina, escribir tamañas cursilerías. Todas estas que enseguida voy a comenzar a agitar violentantemente delante de sus narices y de esas cámaras que nos están grabando a los dos. ¡Que hay que ver con qué soltura redacta! Además con esa eficacia y ese don de la oportunidad, se dará cuenta Gutiérrez, con que ha acertado usted a dejarlas sobre mi mesa justo el preciso día en que allá en lo más alto de nuestra estajanovista dirección pensaban que por fin habrían amortizado la monumental compra de esa máquina inteligente dispensadora de agua, que aquí en petit comité ya le aseguro yo nadie pidió que nos trajeran, y esta edificante organización a la que ambos pertenecemos se encontraría en condiciones de monetizar su impecable labor delatora e informativa en una perfecta conjunción con la apertura del nuevo mercado multipolar. Que parece que se haya propuesto usted chafarnos el chollo ese del mercado multipolar, ¿¡me oye!? Dando en consecuencia un espectáculo de lo más lamentable para la clase de ejemplo del capitalismo de estado que nos estaría tocando representar ante el resto del mundo durante al menos los cinco o seis próximos meses antes de que llegue la temporada de rebajas. O el Black friday y sus famosas compras natalícias de gas con pasaporte estadounidense. ¡Y todo por sus ganas de destacarse! Como para ir contándolo por ahí, Gutiérrez, mire bien a ver si es capaz de no reconocer estas cuartillas. Acérquese, hombre, para que yo pueda... ¡Mucho más fuerte tendría que haberle dado! (No mire a cámara con tanto descaro, hombre, que nos va a perder a los dos.) ¿¡Pero cómo ha podido hacerme esto a mí!? ¡Sí, usted Gutiérrez... ¿¡Pero puede saberse cómo!? Y además de qué manera, oiga, de qué excelente manera... del todo inexplicable, me atrevería a decir, que si no lo conociera tan bien como yo le conozco estaría por creer que de verdad pretendía meternos a los dos en un embrollo de dimensiones bíblicas. Y perdón por la expresión, pero ya me dirá si conoce usted mejor palabra que esta para definir un conjunto de letras así de abominables de tan pequeñas como las que ha sido capaz de juntar, oiga, en cuarenta y seis cuartillas nada menos. Añadiendo además al ya de por sí gravísimo delito de materialismo espiritual este irrepetible derroche de suministros, como sabe, esenciales para el normal funcionamiento de nuestra empresa. ¡Con la de solicitudes que he tenido yo que rellenar para conseguir una simple grapadora! ¡Pero se ha creído que estamos en Silicon Valley, Gutiérrez! Que todo esto que ve usted sobre mi mesa es material de oficina compulsado, para uso oficial y testamentario, no unos papeles para su esparcimiento particular donde pueda escribir lo que le venga en gana y luego enviar a algún concurso de novelitas de a duro.
Con la de años que llevamos usted y yo, Gutiérrez, usted y yo juntos, codo con codo, como quien dice, bajando a cambiarle sus pañales a ese puñetero macareno en el semisotano de imprenta. Y cuántas veces no le habré dado el capricho de inflarle a hostias para que luego pudiera recoger un par de dientes como regalo para sus sobrinos; esos que asegura que tiene en Los Algodones, como decía la canción, en el México lindo y querido nada menos. Allá usted con sus negocios, Gutiérrez, que yo desconozco y ni me importan. Aun así... Cuantísimas veces, dígamelo Gutiérrez, no se habrá llevado una muela a su casa para que ahora a la mínima oportunidad que yo tengo a bien ofrecerle de lucir el regalo de su inteligencia ante todos sus camaradas no haya intentado otra cosa que colarnos un mejunje místico y político inconcebible para cualquiera con dos dedos de frente. ¡Mire, mire bien esto si es que aún le queda algo de vergüenza! Pero vamos a ver, alma de cántaro, ¿no tuvo tiempo de revisar lo que andaba escribiendo al menos una sola vez durante toda esta mañana? Explíqueselo si puede a su comisario político, que da la casualidad que soy yo, Gutiérrez, por si no se ha dado cuenta todavía, el aquí presente ni más menos. Yo mismo. Al que luego vendrán a preguntar que cómo es posible que no le hubiese pedido yo el favor a usted antes de abrirme una ventana para que pudiéramos apreciar juntos este paisaje siberiano completamente indistinguible del blanco de las paredes en el que nos tienen aquí trabajando tan plácidamente. Siempre con la misma cantinela, la bola del cañón en una mano y la mecha en la otra, entreteniéndolos como en  aquellos parvularios alemanes en los que debieron de haberles tenido a todos ustedes durante la guerra, un padre y una madre postizos para todos, y sin dejar pasar ni un mísero día inventando también algún pasatiempo nuevo siempre que se me necesita para desalojar lo más pacíficamente posible cualquier departamento que me apunten desde arriba. Con la buena intención de que al menos así allá en lo alto nadie se nos vaya aburrir entre período revolucionario y período revolucionario. Entre nevada y nevada, ¡ya ve! A fuerza de ir reinventando mil maneras de morirse en situaciones que siempre hagan olvidar nuestro extraordinario paisaje. Aquel par de muertitos perdidos en el Támesis de una bañera. Esas seis o más cabecitas que siempre quedan atrapadas entre las puertas de algún ascensor hacia final de año. O todos los que casi diariamente se nos acaban escapando de entre las manos al paso de unos trenes de mercancias que, como supongo sabrá Gutiérrez, nunca han llegado a recorrer este inmaculadamente bien perimetrado paisaje de algodonales helados. Para que luego algún listo acabe tomando nota de cada una de estas desapariciones y filme gracias a ellas alguna octigentésima tragicomedia occidental, vulnerando "in your face" nuestros derechos de autor, con que además llevarse a su casa un Óscar de Hollywood al mejor rollo de película extranjera. Como sucedió con todos esos DVD que guarda usted en su mesita de noche. Lo mejor de la filmografía española producida a encargo de los Estados Unidos: Desde Rusia con ardor, Zarrapastroz, Tramoya cero, Los insoportables de Eliot y E.T., La casada del octacordio rojo, La Casa Rústica, Los Imborrables y Los Imborrables II. El desatino, La Alianza de los Extasiados Gentilhombres, películas todas clásicas, por supuesto, y no menores, aunque superadas por el genial duelo interpretativo entre Antonio Resines y Juanjo Menéndez de La Rosca. Que gracias a usted, Gutiérrez, todos hemos visto y revisto hasta el hartazgo. Pero puede quedarse tranquilo, amigo mío, que yo estaré muy feliz de acreditarle por sus propios merecimientos en cualquier informe sobre esta nueva aventura. Ahora escuche y avergüencese por lo menos ante las cámaras que hoy nos están grabando, a ver qué le parece esto que ha escrito de su puño y letra.
"Aunque no por ello deje de remitir a un mismo esquema de carácter cósmico y mítico de inspiración solar que...". Menudo cachondeo que se me trae con estas cosas. Y así sigue más o menos, preste atención Gutiérrez. "Con toda evidencia, muy anterior a la codificación doctrinal y teológica que acabaría convirtiendo a un soldado romano en mártir del cristianismo...". También de su cosecha personal, lo reconocerá al menos de oídas. "acabando de remarcar el carácter circular de este espacio edénico y ese su centro, unión de tierra y agua, preparado para la elevación heroica...". Al señor todavía no le parece suficiente, claro, pues entonces vamos allá con otra tanda de versos esenios.  "Composiciones pictóricas visualmente dinámicas que indiferentemente de cual sea su orientación o principal punto de atención...". Bueno, bueno, Gutiérrez, qué contención apocalíptica, qué despiporre... "aventura épica desbordada por una topografía mítica", y luego nos viene con lo que usted llama "potencial catártico". Pero cómo puede ser que no le den vergüenza estas cosas a su edad, Gutiérrez, con sus años, soltarme a mí todo un señor comisario semejante perorata. ¿Es que acaso no sabe lo que es un celote? ¡Un terrorista ni más ni menos! Con la de barbaridades en que me he entretenido yo en este mismo despacho, y aún prefiero no imaginar cómo de gorda debía de ser la encíclica con la que le golpeaban en la cabeza los alemanes en aquel kindergarten donde usted se crio. Fíjese lo que le voy a decir, Gutiérrez, amigo mío, a veces, cuando le miro así de refilón como ahora, parece que me encuentre ante un auténtico catecúmeno. Un personaje de telenovela. Y perdón por la comparación, Gutiérrez, pero seguro entenderá usted lo que quiero decir. Como puede ver, nunca me he sentido capacitado para mayores crueldades que las meramente físicas, de veras que lo siento por usted, Gutiérrez, amigo mío, pero no levante la vista de esta mesa, le he estado reservando lo mejor para el final. Vamos a ello, ¡je, je, je! Porque así de fácil, de repente, como si se hubiera usted propuesto acabar con mi carrera, junto a los pocos años de vida que aún pudieran quedarme por delante, no se le ocurrió otra cosa que ponerse a hablar de un tal "paladín del imaginario medieval". ¡Acaso se ha vuelto majareta del todo! Qué no soy más tonto que usted, Gutiérrez, y sé apreciar una referencia perfectamente. Y, además, a quién se le ocurre chotearse de una marca de chocolate instantáneo, como es sabido, una de las industrias orientadoras del pensamiento y la ideología de mercado en el orbe capitalista: "Paladín Maestro", "Paladín Minuto", "Paladín a la taza". PALADIN (INTERNATIONAL) © Idilia Foods, grábese ese nombre, Gutiérrez, y entérese bien de una vez, que parece que únicamente actuara por cuenta propia sin pensar jamás en el perjuicio que pueda causar a sus camaradas, el peligro estratégico de su insolencia no le librará de las privativas competencias de mi cargo. Acuérdese de una marca que según su parecer, ahí adentro entre los surcos profundísimos de su sesera, tiene usted por unos polvitos imaginarios y medievales. ¡Qué revelación Gutiérrez! Como poco se ha quedado usted a tres perdigonazos de ganar un perrito piloto por su capacidad de discernimiento. Así que un señor producto consumido por todo quisqui sería en realidad algo como de otra época. Quimérico y anticuado. Chontal, rancio, y poco moderno. ¡Vamos a ver, pedazo de mentecato... Quién es usted aquí para ponerse a insultar de esa manera a una industria de tal magnificencia tecnológica y, por ende, a la mitad de la población mundial. Una empresa desde cuya sede, por lo demás, dese cuenta amigo mío, diariamente se enderezan y enfocan a gusto de sus principales propietarios las miras democráticas de una mayoría de los gobiernos liberal progresistas que amenazan la seguridad de nuestra nación mediante el armamento destructor de sus medios de comuniación privados y su prensa libre. Solo a usted, claro, pero yo le aviso, Gutiérrez, le vuelvo a avisar por últimísima vez: con cada minuto de más que pasa usted en mi despacho, consumiendo por lo menos la mitad de este oxígeno viciado y canicular, va ganando puntos mi hipótesis de que acabaremos encontrando un carné caducado de la ACDcOmic exactamente igual a este que ya asoma por los áspides de mi mano entre sus pertenencias. Para sumar otro comportamiento psíquico aberrante a la más que segura acusación de trotskismo dialéctico que ya está por caerle gracias a este articulito criminal-derrotista que hoy ha intentado colarnos, además de a sus compañeros, sobre todo a mí, su comisario político. Si esta ventana no llevase tapiada cincuenta años... ¡No me tiente! (Y haga por no bostezar ante las cámaras, Gutiérrez, que nos jugamos mi sueldo.) Ya me veo venir los llamamientos de búsqueda y detención internacionales a la par del impetuoso cierre y suspensión de nuestras emisiones para media Europa. Y a ver de dónde se ha creído que sale el dinero para ese mendrugo de pan y el maguerazo con que diariamente arreglan sus cuerpos empleados y redactores de saldo como usted sino de las cuotas de socio debidas a esos pocos cientos de mórbidos congéneres del mercado común europeo que al coste de su propia reputación aún respaldan este medio delator e informativo. No ponga esa cara. (Y directamente a cámara menos, Gutiérrez...) El asunto tendría alguna guasa si no existiese la posibilidad nada improbable de que unos pocos meses después usted y yo acabásemos en Vilnius travestidos de jugadores amateurs de baloncesto. Y cómo de bien piensa que me quedaría a mí a día de hoy una de esas camisetas de tirantes tras cinco décadas de servicio en esta empresa. Piense, amigo mío, y piense no solo en eso, sino además en que seguramente allí no podríamos comer otra cosa distinta que esas hamburguesas de pollo con pan brioche a la mitad de tamaño de cualquiera de sus engañosos anuncios publicitarios. ¡Se da cuenta del ridículo! ¡Pan brioche con mantequilla de leche de morsa nada menos! Y como cuántos años calcula que podría llegar a vivir un comunista de pura cepa en tales condiciones. Comida basura, televisiones privadas aliñadas al gusto de Hollywood, ferias de cerámica e historieta... Bastantes menos de lo que cree, sin duda, le digo, con todo ese percal que nos esperaría a los dos. Imagínenos a nosotros, si es que puede, que creo que será usted muy capaz después de haber bendecido este despacho con sus despendoladas cuarenta y tantas cuartillas de apretada letra, rodeados de miles de lituanos con los sobacos al aire y medio panecillo grasiento aún por digerir en nuestras tripas mientras hacemos por aguantar el hálito de un millar o más de coleccionistas de comic books en plena celebración deportiva ante la fachada de la vivienda de alguno de sus acaparadores de Eisners. O, qué se yo, por la victoria gargantuesca de cualquier demente gorjeador de flemas musicales en aquel famoso y vetusto certamen cosmopolítico de Eurovisión al que por suerte dejaron de invitarnos hace un par de años. ¡Justo cuando por fin nos creíamos a salvo! Menudo suplicio sería verse nuevamente sometidos a tal experiencia. Al menos para un ser humano común que no comparta el deseo de ciertos sociólogos y psiquiatras sociales cuyo espíritu jaranero, casi científico y experimental, les lleva hasta las proximidades de tal espectáculo solo por darse el peligroso gusto de trasladar al acervo popular de nuestras facultades universitarias una cierta idea acerca de la genuina estrechez de aquellas sonada libertad occidental de la que tanto nos hablaban los libros escolares en tiempos de la Perestroika. Y no desearía entrar a debatir con usted ahora el asunto del precio de sus yogures. O como yo lo llamo, el patrón yogur. Un producto que se ha convertido en moneda de cambio e índice de calidad de vida en los países de esa coña marinera del Occidente libre. Así que acuérdese de Günter Grass durante la reunificación alemana y vaya pensando en los que quiera que sean sus sabores favoritos para darse un buen atracón de yogures.
Ahí le dejo más papel, y adminístrelo mejor, no nos queda otra que intentar salir juntos de este embolado antimaterialista. Tampoco vuelva ahora a escribir en la proximidad del puto enano cejudo. A saber cómo se las arregla para intervenir en la mente de los demás. "Telepatía anal", ¿como Jim Carrey en Ace Ventura? Lo añadiré en su informe. Ya le cambiaremos los pañales cuando llegue la primavera; dos o tres nuevas úlceras tampoco harán una gran diferencia en su bajo índice de masa corporal. ¡Vamos a ello, en marcha! Si algo me aprecia en cuanto comisario político, rehaga esas cuartillas lo más pronto que sea capaz. Algunos pocos insumisos occidentales todavía cuentan con leer, o en algún caso escuchar, nuestra gacetilla. Y temo que no pueden permitirse esperar mucho más tiempo: insuficiencias minerales como las que los aquejan por culpa de sus agringados capataces políticos tienen difícil solución. A esta hora, así privados de nuestro auxilio intelectual, solo unos pocos afortunados conseguirían distinguir entre una letra mayúscula y otra minúscula mientras consultan el Teletexto. Alta tecnología esa, no pregunte, imagine el poder de sus armas importadas de los Estados Unidos. Serían capaces de destruir una de sus propias capitales solo por comprobar si realmente funcionan.  Tenga por tanto algo de humanidad con esos depauperados organismos semovivientes acoplados a sus televisores. Trate de sentir su desdicha como propia cual si fuera usted el mismísimo Tolstoi. Pues sepa que no hace mucho estuvieron a punto ser como nosotros, aunque ahora mismo resulta difícil imaginarlo. Pero a pesar del enorme impedimento de su insensata acumulación de triunfos deportivos y el alborozo por las carreras de sus laureados literatos, casi llegaron a ser hombres. A formar parte de la humanidad. Apunte y tome nota de lo siguiente: más monosílabos, párrafos de tres líneas a lo sumo, y reduzca la extensión de esas cuartillas al menos a la mitad. Por supuesto, ni hablar de referencias mitológicas y folclóricas. Dedíquese a ralear en la cotidianidad de esos infelices tirando apenas de sus referentes estadounidenses más inmediatos. Michael Jackson. Drew Barrymore. Scooby Doo. Jesús Hermida. Batman. O de alguna permeable debilidad japonesa. Saylor Moon. Pablo Motos. Naranjito. Y repita también tanto como pueda aquello de camino del héroe, sea lo qué sea que expresen con ese latiguillo, parece tener efectos relajantes y digestivos en su xenófobo sistema endocrino. Ya veo que a pesar de sus muchos años dentro de la empresa todavía no había terminado de hacerse siquiera una idea aproximada de la deficiente alimentación de nuestos depauperados suscriptores del mercado común europeo. Es muy importante que tenga presente la importancia de las semillas del eurocentrismo en esos territorios roturados al único provecho de unas grandes bestias empresariales aristocráticas y la oligarquía cultural de sietemesinos burgueses a su servicio.
A ejemplo de un Juan Roig, señor de los cuerpos flotantes, o del proxenetea de la IA, Ernesto Urtasun. Toda ella gente horriblemente enferma y licuada. Recuerde por lo menos esto que le voy a decir, Gutiérrez, grábeselo de una vez en su mollera y así evitará que nos conviertan en otro espectáculo público para sus medios de comunicación privados: nunca se radicalice en la complacencia de esas manadas de tebeotubers que retoman el papel de los antiguos castellanos y banderizos a servicio de estandartes editoriales, dedicándose muchos de ellos a asomar sus jetas a las almenas industriales del cOmic a través de YouTube. ¿De dónde cree que nos trajimos nosotros al macareno del costilllar azulado? Un tebeotuber de los más feos. Raptado en Angulema, ya sabe, la sede del cOmic español. Menudo susto se habría llevado si lo hubiese visto cuando llegó antes de que nuestro director lo disciplinase con sus látigos australes y sus flagras africanas. Tome ejemplo de mí. Nunca me verá nadie con una mochililla de Star Wars —y no tenga remilgos de escupir en este despacho cada vez que se pronuncie el nombre de esa franquicia de monigotes del espacio— tirando de quince kilos de graphic novels por las travesías de uno de esos circos conventuales del cOmic y la cultura gráfica tras la sombra de algún esgrimista del selfie.
Ande, ande, Gutiérrez, no me dé las gracias de una manera tan relamida o alguien me acabará tomando por un maharajá. (Acuérdese de las cámaras.) Precisamente lo que me faltaba en la empresa. Aquí está su recibí, todavía no sé si lo merece, pero corra de todos modos al despacho de nuestro director a ver cómo le reciben allí. Eso ni se le ocurra. Hasta que no baje el precio de la luz puede ir olvidándose de ver enchufado ese somier por una buena temporada. Que no está el horno precisamente para tantos voltios. Deje, suélteme la mano, no sea usted tan pelota, hombre... ¡Le he dicho ya que lo deje! De verdad que resulta usted pesado, demonios, y márchese de una vez con su condenado recibí a que le den de latigazos. Que nadie vaya diciendo que el comisario Agustín Pecarski García ha dejado de preocuparse alguna vez por la salud mental de sus redactores.
Y corra, corra a aprovecharse del director, que igual aún le coge de buenas y acaba también soltándole un par de buenos bofetones como propina.